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En el mes de junio, en Malpartida de Plasencia (Cáceres), ocurrió algo histórico: se celebró el primer concurso nacional de albañilería para mujeres —cuando la edición masculina lleva celebrándose durante 38 años—.

A esta cita acudieron las albañilas Claudia Trujillo y Karol Castro, que se alzaron con el segundo premio tras hacer un muro de ladrillo visto, pulido por la parte frontal, de 81 centímetros de altura con una columna.

"Íbamos con un poco de incertidumbre porque no habíamos participado nunca. Fue una experiencia nueva, pero muy agradable; espero que sea la primera de muchas", destacó Karol.

Este hito ha sentado un precedente, 'ha puesto el primer ladrillo', aunque sea de manera simbólica, para visibilizar la importancia y necesidad de la presencia femenina en el sector de la construcción.

Ellas, además de pareja, son socias de la empresa Diseños y Reformas River’s. En realidad, fue una especie de ‘arrastre’.

Claudia (Colombia, 1989) lleva más de media vida metida en esta profesión, en concreto 20 años, porque le "sedujo el dinero que podía ganar en ella". En cambio, Karol (Colombia, 1996) apenas acumula cinco.

Ella era tanatopractora y, lo que empezó como una ayuda a su mujer en las reformas, se ha convertido también en su trabajo. Algo bastante inusual para su edad, ya que solo un 10,7% de las mujeres que trabajan en la obra son menores de 30.

Estuvieron tres años y medio trabajando para otros, como oficial de primera y ayudante, pero, con el tiempo, vieron claro que querían emprender su propio negocio.

Claudia Trujillo y Karol Castro en una de sus reformas. Cedida.

Hoy, un año y medio después, no pueden estar más contentas, ya que tienen presupuestos aceptados hasta finales de año e incluso muchos esperan a que les quede hueco libre porque prefieren que sean ellas en lugar de contratar a otros profesionales.

Igual que Claudia y Karol, en el 2024, hubo 42.396 mujeres autónomas que se dedicaron a la construcción, lo que supuso un 26,4% sobre el total de afiliadas al sector, es decir, un 4,1% más que el año anterior.

"La verdad es que nos subestiman un montón, sobre todo trabajadores del propio gremio que son hombres. Pero cuando ven cómo trabajamos, se terminan disculpando", comenta Karol.

Ella Construye

El concurso nacional de albañilería para mujeres fue organizado por el Ayuntamiento de Malpartida de Plasencia y la Federación Regional de la Pequeña y Mediana Empresa de Construcción y Afines de Extremadura (PYMECON), junto a Ella Construye.

Esta última empresa social realiza proyectos de formación y comunicación para la integración de la mujer en la industria de este sector.

​Laura Baquero, arquitecta, fundadora y CEO de la entidad, confiesa que la construcción es un campo lleno de oportunidades, pero tradicionalmente ha sido muy masculinizado y con poca presencia femenina.

Los datos avalan sus palabras. Según el informe Mujeres en el sector de la construcción 2024, elaborado por el Observatorio Industrial de la Construcción de la Fundación Laboral, España solo ha contado con 160.288 afiliadas a la Seguridad Social de este sector.

Una cifra que, pese a representar el 11,4% del total de personas empleadas en la obra y suponer un aumento de 5.451 trabajadoras con respecto al año anterior, sigue siendo muy reducida y prácticamente invariable desde 2009.

Evolución de afiliados a la Seguridad Social por año en construcción. Observatorio Industrial de la Construcción

"Por eso quise crear un espacio donde las mujeres pudieran aprender un oficio sin entrar en competencia con hombres con más años, experiencia o aptitudes físicas que ellas, empoderarse y demostrar que también tienen un lugar en la obra", continúa  Baquero.

El camino, en ocasiones, se le ha "llenado de desafíos, pero también de muchas satisfacciones". Asegura que su "motivación fue y sigue siendo abrir caminos, romper estereotipos y contribuir a una mayor igualdad en el sector".

Revela que sus cursos tienen "bastante demanda", ya que hay muchas mujeres, provenientes de todos los lugares de España, que desean "formarse en la construcción y obtener conocimientos prácticos en una obra real".

Andrea es una joven peona de albañilería que trabaja con su padre. De hecho, se interesó por este mundo debido a “las historias y el orgullo con el que volvía a casa” su progenitor. "Desde entonces, su impulso se volvió el motor de mi decisión", expresa.

Iniciada en el mundo laboral, fue alumna en varios cursos de los que impartió Ella Construye y lanza con orgullo el mensaje: "La construcción tiene espacio para nosotras también. Es un sector que necesita manos, ideas y compromiso, sin importar el género".

Andrea en el curso de alicatados de Ella Construye para mujeres en Talavera de la Reina (2025). Cedidas por Ella Construye

Verónica también se ha formado gracias a las jornadas que organiza Ella Construye. Es albañila, pero en este caso oficial de segunda.

"Mi entorno no se sorprendió cuando me metí en este sector porque siempre me ha gustado jugar con herramientas y experimentar en casa, ya sea pintando, arreglando enchufes o poniendo tarimas", afirma.

Resalta que sigue habiendo muchos estereotipos y que todavía se ve a las mujeres como "el sexo débil". "Te vas acostumbrando y lo terminas ignorando. Tú realizas tu trabajo y la mayoría se queda boquiabierto", apostilla.

Ingeniera de minas

Laura Suárez Cabal (Asturias, 2000) también ha tenido que hacer oídos sordos en más de una ocasión en su trabajo.

"Ay, que te vas a romper una uña", "ay, no toques eso que te manchas" o "no digas palabrotas, que en ti queda muy feo" son algunas de las frases que recibe casi a diario.

"Hasta los proveedores me dicen cosas. El otro día fui a comprar una manguera y me dice un chico: '¿Estás bien? ¿No estás mareada? Es que llevas todo el día dando vueltas en mi cabeza'", recuerda.

Comenta que "hay muy buen ambiente y que al final me lo tomo a risa", pero que, en parte, es gracias a su carácter fuerte. "Aquí una mujer introvertida y callada no puede venir porque se la comen", sentencia la joven.

Ella estudió ingeniería de tecnologías mineras en la Universidad de Oviedo y pertenece a ese 1,7% de mujeres que es supervisora de minas, en concreto, responsable de maquinaria de la obra en SACYR.

"Aquí construimos túneles. Ahora mismo estamos haciendo el acceso ferroviario al puerto exterior de La Coruña y yo me encargo de supervisar todo a pie de obra, de coordinar a los mecánicos y programar las máquinas, hablar con los proveedores…", detalla.

Laura Suárez en una de sus jornadas de trabajo. Cedida.

La plantilla está compuesta por unas 40 personas y ella es la única mujer. Aunque la poca representación femenina no le pilla de sorpresa, de los 12 matriculados en la carrera solo cuatro eran chicas.

Nunca se ha "sentido discriminada", pero reconoce que su llegada a la obra "chocó y no hizo ninguna gracia" a muchos de los trabajadores. "Es normal, la mayoría no han visto una mujer trabajando ahí, es entendible", agrega Laura.

Su presencia a pie de obra es escasa y así lo corroboran los datos; solo son un 6,2%, según el último informe elaborado por el Observatorio Industrial de la Construcción de la Fundación Laboral.

Laura es fiel defensora de seguir las pasiones y la suya por las minas despertó muy pronto. Con tan solo nueve años, en una excursión del colegio al museo de la minería, recuerda se quedó "flipando".

Cierto es que su padre, al ser geólogo, había 'sembrado' la semilla desde bien temprano, comprándole la típica caja de minerales para niños, pero realmente lo que la hizo 'germinar' fue la visita a la mina con su clase.

"Volví a casa diciendo 'yo me quiero dedicar a esto' y mírame, aquí estoy. Creo firmemente que nadie debería dejar de hacer lo que quiere por miedo al rechazo o a formar parte de una minoría", manifiesta la joven.