Rosa Sánchez de la Vega
Publicada

Muriel Barbery, autora de La elegancia del erizo, presenta una novela íntima sobre heridas del pasado con Thomas Helder (Seix Barral). Una novela que explora la amistad, el duelo y la conexión entre los vivos y los muertos.

Ambientada en el sur de Francia, la historia sigue a Margaux, quien regresa al funeral de un amigo de la infancia después de años de silencio. A través de esta obra, Barbery reflexiona sobre cómo las relaciones humanas trascienden el tiempo y cómo el perdón y la aceptación son esenciales para sanar las heridas del pasado.

El regreso de Margaux está cargado de recuerdos y secretos. Ella se enfrenta a un pasado y a silencios no resueltos.

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¿Por qué es tan difícil para muchas personas confrontar los recuerdos y sanar las heridas del pasado?

Thomas Helder aborda la complejidad del duelo y la dificultad de procesar los recuerdos. Son incompletos e imperfectos, y suelen estar parasitados por el remordimiento, la culpabilidad y el dolor extremo de haber perdido a alguien querido.

Es por eso que escribí esta novela de unas 200 páginas: para explorar cómo los personajes confrontan su pasado, sus acciones pasadas y presentes, y el dolor que los acompaña. Los encierro en una casa para observar cómo enfrentan la aceptación de sus errores y su historia.

A través de ellos, trato de comprender lo que, en la vida cotidiana, solo se experimenta. La literatura me permite canalizar esa búsqueda, me ofrece un espacio para intentar aceptar lo que es tan difícil. Aunque estudié filosofía para entender la vida, me doy cuenta de que es a través de la ficción como realmente llego a ello.

Muriel Barbery, en una foto de archivo. Cedida

La amistad es uno de los temas centrales. ¿Cómo crees que puede trascender el tiempo y superar malentendidos y distancias?

La amistad es un tema fundamental tanto en mi trabajo como en mi vida. Estoy convencida, como decía un personaje de La elegancia del erizo, de que, además del amor y el arte, es lo más importante en la vida.

Trato de entender cómo enriquece nuestra existencia, observando cómo las personas se vinculan entre sí. En mi novela japonesa, exploraba la amistad cuando los amigos aún estaban vivos, mientras que en Thomas Helder me enfoco en cómo se transforma entre los vivos y los muertos.

Mencionas la vida y la muerte, temas tan presentes en tu novela. ¿Qué conexión existe entre los vivos y los muertos para superar la herida emocional?

Esta novela también busca responder a esa pregunta, y traté de explorar esa conexión, inspirándome en un relato de James Joyce, en el que una revelación sobre un amor de juventud muerto transforma al protagonista.

Creo que la conexión entre la vida y la muerte se da en la frontera entre ambas. Esta comprensión ha evolucionado con mi trabajo y mi propia vida. Desde joven, enfrenté el fallecimiento de personas cercanas y traté de mantener distancia. Al vivir en Japón aprendí a dialogar con los muertos de una forma diferente.

Lo que me interesa no es solo la muerte, sino cómo vivimos con los muertos, porque todos tenemos a alguien que hemos perdido. Y su única vida somos nosotros, porque viven a través de nosotros. La conexión es doble: vivimos con ellos y ellos viven a través de nuestras existencias.

Hablas de la inocencia, la pérdida y la corrupción. ¿Crees que la madurez implica necesariamente una pérdida de la pureza o inocencia?

Sí, la pérdida de la inocencia es algo irremediable. En mis primeras novelas ya traté este tema, porque esas primeras veces solo ocurren una vez. La única forma de luchar contra esa pérdida es intentar mantener el encanto. Y creo que esa es una de las razones por las que escribo novelas.

Tal vez la inocencia se conserve mientras sigamos buscando algo nuevo, algo que sea una primera vez.

Totalmente de acuerdo. Eso se llama conservar el espíritu infantil, y es crucial. Por eso en mis novelas, a menudo hay personajes infantiles.

¿Qué significa la redención a nivel personal?

La redención es la posibilidad de tener un nuevo nombre. Todos nos arrepentimos de algo que hemos hecho o dejado de hacer, y sea cual sea la gravedad, buscamos de alguna manera redimirnos de esos errores.

Portada de 'Thomas Helder'.

En Thomas Helder, ¿cómo se aborda la idea de moldear los recuerdos para evadir la culpabilidad?

El verdadero desafío está en cómo contamos la historia de nuestras vidas. Cuanto más la relatamos, más se desvanece la realidad. La clave está en narrar de manera correcta y pertinente.

Las personas no solo se definen por lo que hicieron en vida, sino también por lo que dejan en los demás. ¿Crees que esa huella es lo que realmente nos define a largo plazo?

Es una pregunta interesante. Como novelistas, trabajamos con cosas no dichas, con lo que guardamos para nosotros. Creo que la novela es una ceremonia de la realidad, un espacio donde finalmente se puede escuchar lo que no se ha dicho y, con ello, encontrar la autocomprensión.

¿Qué significa para ti cerrar un círculo de forma saludable?

Me encanta la idea del círculo porque tiene raíces en el arte pictórico asiático. Los occidentales pensamos en la vida de forma lineal, pero en el budismo Zen se entiende la vida como un círculo continuo. Cada vez me influye más este concepto japonés, que me hace pensar que los ciclos se repiten, y en lugar de buscar novedades, busco profundizar.

¿Cómo logras equilibrar la belleza y el dolor en tu escritura?

Desde pequeña, supe que la belleza es nuestra verdadera redención. Crecí en el campo francés, rodeada de un paisaje hermoso, y ahí entendí que tiene el poder de superar toda la fealdad de la vida. Posteriormente, encontré este mismo sentido de salvación en el arte y la belleza visual.

Muriel Barbery, posando en una sesión de fotos. Cedida

Al inicio mencionas el concepto de hogar, más como un estado emocional que un lugar físico. ¿Cómo lo ves?

Creo que esto tiene que ver con la historia de mi familia, que fue desplazada de su lugar de origen. Me siento profundamente francesa, no porque lo sea, sino porque hablo francés. Además, el hogar está relacionado con el amor y la conexión emocional.

¿Por qué sucede todo en una sola noche?

Quería explorar esta idea de una forma completamente diferente. Las novelas sirven para ver las grandes preguntas bajo una nueva luz. También me inspiré en Joyce, a quien admiré tanto que lo copié sin reservas.

Hay una dualidad en los seres humanos, entre la fragilidad y la fortaleza interior. En tu novela logras un equilibrio en esas emociones. ¿Cómo lo consigues?

Transmitir emociones es lo más importante al escribir, y también lo más difícil. Los seres humanos son frágiles y fuertes a la vez, y mi objetivo es encontrar ese equilibrio emocional en mis novelas.

¿Qué emoción te resulta más difícil de describir?

El amor, siempre. Es la emoción más compleja, bella, profunda y frágil. Los personajes antipáticos son fáciles de escribir, basta con unos pocos trazos. Pero para un personaje que amamos, uno debe desplegar toda la complejidad.

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La amistad es uno de los pilares de tu novela. ¿Crees que, por la velocidad de la vida moderna, se ha vuelto más difícil encontrarla en la actualidad?

Definitivamente, todo es más difícil en esta era acelerada. Las cosas importantes requieren tiempo y lentitud, y cuando todo va tan rápido, no podemos ver el paisaje con claridad. A pesar de ello, veo una gran sed entre los jóvenes. La amistad parece ser una barrera contra las adversidades del mundo.

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