Cristina Cuadrado no tiene varita mágica, pero consigue lo que se propone. Desde hace más de dos décadas, la licenciada en Derecho se dedica a algo tan poderoso como cumplir deseos. Lo hace desde la Fundación Pequeño Deseo, organización creada por Iñaki Oribe con un objetivo tan retador como gratificante: cumplir los sueños de miles de niños con enfermedades crónicas o de mal diagnóstico.
Desde su nacimiento en el 2000, la oenegé ha hecho realidad más de 7.200 ilusiones. En el pódcast Arréglate que nos vamos, presentado por Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de Magas y ENCLAVE ODS; y Charo Izquierdo, directora de ENCLAVE ODS, Cuadrado se convierte en la protagonista absoluta. La excusa: celebrar el episodio número 100 con la mujer que se dedica a convertir la magia en realidad.
Lo que Cristina y su equipo hacen no es un simple regalo, sino un bálsamo emocional. Y lo saben. Tanto que, en 2012, se aliaron con el Colegio de Psicólogos y la Universidad Complutense para demostrarlo con datos.
"Cumplir un deseo genera emociones positivas que pueden perdurar hasta seis meses, y que son realmente importantes para que la lucha diaria contra la enfermedad sea más llevadera. No solo para el niño, sino también para sus padres". En el pódcast, Cuadrado llama a eso “impacto positivo”. Medido, tangible y transformador.
Cristina Cuadrado ante el micro en 'Arréglate que nos vamos'.
"¿Cómo llegas a la Fundación?", pregunta Charo Izquierdo. La directora general lo explica emocionada: "Yo trabajé durante muchos años en la central de compras de Continente [hoy Carrefour], que no tiene nada que ver con este mundo. En un momento determinado, tengo a mi hija y decido que el mundo de la distribución está muy bien, pero que no me entusiasma… y me reencuentro con Iñaki, a quien conozco desde que éramos niños".
"Él acababa de montar la Fundación, y me dijo 'vente'. Fue el regalo de mi vida", cuenta. Su primer deseo cumplido lo recuerda como si hubiera sido ayer. Fue en Córdoba, con un niño que tenía huesos de cristal. Soñaba con sentarse en el sillón del presidente del Gobierno, "que en aquel momento era Aznar", y pisar el campo del Bernabéu.
Aún piensa en aquella frase, “ahora ya me puedo morir”, que pronunció el niño desde el centro del estadio, con la misma emoción que recarga el estudio de Arréglate que nos vamos mientras recuerda uno de sus momentos más importantes junto a la oenegé. "Aquella frase hay que entenderla en el contexto. Él estaba impresionado de haber hecho algo que no esperaba poder hacer. Y lo que viniera de ahí en adelante, pues a por ello".