No hace falta tener un olfato muy desarrollado para darse cuenta de que un crujiente olor a libro nuevo sustituye inmediatamente al amielado de los almendros de la Quinta de los molinos justo al entrar en las oficinas de la editorial Planeta.
Ana Gavín, una de las mujeres más influyentes de las letras en España, sale a recibirnos vestida de rojo, exactamente de tres tonos distintos, como si fueran tres marcadores de ediciones sucesivas en cuanto a importancia.
Gavín conoce los secretos entre las líneas, tiene un olfato histórico. Leía los libros de Dickens que había en su casa, los que llegaban de la editorial Bruguera en una caja en Navidad, y aún recuerda lo que le impactaron de niña Ivanhoe y la saga de El club de los cinco. Ejerció durante años como periodista y después como jefa de prensa, hasta que escuchó la llamada de los libros.
"De hecho", explica a este medio, "fue una mujer, Ymelda Navajo, la actual directora de La Esfera de los Libros, la que me llamó por teléfono. Me propuso comenzar a editar y coordinar a los autores en Madrid. Comencé poco a poco, lo primero que hice fue una colección de anecdotarios de distintos ámbitos que funcionó fenomenal, muchos escritores se animaron con mi idea, ¡hasta Fernando Fernán Gómez nos hizo unas anécdotas del teatro!".
Gavín llegó en el momento en el que era necesario actualizar una escena de la ficción española tradicional, fichando al televisivo Fernando Delgado y editando Tesis de Alejandro Amenábar o Melocotones helados de Espido Freire.
"Quizás con ella me sentí editora por primera vez. Un manuscrito que me pareció también buenísimo desde el primer minuto fue la primera novela que publicamos de Juan Manuel de Prada. A mí me lo había recomendado Paco Umbral. 'Este chico vale mucho', decía muy serio. De Prada tiene una gran vocación literaria, es un letraherido, lo sigue escribiendo todo a mano en cuartillas y es su padre quien le ayuda a pasarlo todo a máquina", relata despacio.
Verdades literarias
Si a usted un libro no le gusta, ¿lo termina?
Ya no. Antes sí. Todo era un poco más obligatorio [sonríe]. Ya no estoy para perder el tiempo. Compro muchos libros. Acabo de empezar una novela de una premio Nobel de la que ha leído las primeras páginas, me ha parecido de gran calidad, pero no sé si será de mi gusto personal, son cosas distintas. Lara siempre decía que una cosa es la biblioteca personal y otra es la de la empresa.
¿Cómo define un buen libro?
Un buen libro será el que te atrape. Puede ser para ti Vila-Matas y para otra persona María Dueñas. Yo soy fan de Camilleri, tú me das un Montalbano y me lo leo en tres días. Después, cada uno tiene su momento y su autor porque todo es cambiante, y desde luego yo no desdeño, soy muy amante de los grandes best-sellers de calidad, si no, no existiría, por ejemplo, Stephen King.
Ana Gavín posa con varias obras de la editorial.
¿En qué consiste la profesión de editora?
Ser editor es mucho de oficio. En realidad, no es más que ser capaz de rastrear qué le gusta leer a la gente, independientemente de tus gustos personales.
¿A qué se parecería metafóricamente? ¿A pescar?
Es una cuestión de varios factores. Por un lado, cada sello tiene su identidad, a veces dices 'qué original, tan bueno, pero no es para mi sello'. Destino o Planeta tienen perfiles distintos, aunque pueden compartir autores. La escritora Dolores Redondo nació en Destino, hizo una novela en Planeta y vuelve a Destino.
Por otro lado, están los lectores, y claro que cualquier gran empresa tiene sus estudios de mercado. Antes nos fijábamos más en Estados Unidos, y cada vez vendemos más libros escritos por españoles e hispanoamericanos.
Hay excepciones muy contadas que funcionan en los dos continentes, por ejemplo Arturo Pérez Reverte, pero lo normal es que personas que venden muchísimo en Colombia o en España no tengan repercusión o al revés.
¿Cuál fue su primer pez?
Mi primer pez como editora sería Fernando Delgado. Le conocía desde mi época como directora de comunicación. Él publicaba en Alfaguara, y cuando supe que tenía una novela, le pregunté por qué no nos la daba. Quizás se le quitaba importancia porque salía en la tele y, sin embargo, La mirada del otro fue un bombazo. Y fue una suertaza para mí vender un montón ese libro.
¿Algo que pensó que iba a ser un éxito y no lo fue?
Eso pasa constantemente. Sobre todo en relación con las ventas. A lo mejor un libro tiene muy buena crítica pero no cuaja. Yo inicié el Premio de Málaga de novela y Sara Mesa lo ganó el segundo año con una novela fantástica. Ahora con los años se habla mucho de este libro, con lo evidente que era su calidad. Cuesta mucho que te hagan caso porque se publica mucho.
¿Cuántos libros nuevos tienen ustedes al año?
Tres mil y pico títulos nuevos, descontando reediciones o reimpresiones. En su mayoría cubrirán la edición, otros darán la sorpresa. A menudo el 'boca a oreja' es un componente importantísimo. Muchas veces ya puedes invertir millones en publicidad que la recomendación de los lectores, y ahora más con las redes, será clave, incluso exponencial.
Ana Gavín, junto a su biblioteca.
¿El 'boca a oreja' exactamente qué es?
Ahora con las redes ha cambiado. Mucha gente se fía sobre todo de lo que le dicen ciertas personas. Pero sigue funcionando algo por encima de todo: la recomendación del librero, que es fundamental en este mundo.
Todavía hay mucha gente que entra a una librería y pregunta. Y eso es quizás parte del secreto para que funcione un libro, que el librero esté atendido, bien servido y con todas las novedades claras y en su momento.
La Casa del Libro tiene 57 sedes y está creciendo con 3-4 nuevas aperturas al año. Lo hicieron muy bien durante la pandemia sirviéndonos los libros en casa y para mí eso marcó la diferencia.
¿Cómo es la foto de ese mar de miles de libros?
El libro en papel sigue siendo el rey. Alrededor de un 75% de los libros se venden en print y un 25% en formato electrónico o audiolibro. Sigue siendo el amo, hasta en EEUU funciona igual. Siempre digo que es el mejor artefacto que se ha inventado. No pasa nada si se te cae, no tienes que enchufarlo, puedes parar cuando te dé la gana, puedes volver atrás o adelante sin tener problema, ¡tiene hasta olor!
¿Las mujeres compran más libros?
Así es. Está subiendo el número de lectores hombres según los datos del gremio, pero la compradora mayoritaria sigue siendo mujer y la lectora también, algo que puedes observar si te fijas en los clubes de lectura y en las bibliotecas.
¿Y lo adquieren en tiendas?
Se sigue yendo a comprar más a las tiendas físicas, aunque el online se ha convertido a partir de la pandemia en una nueva manera de hacerlo.
¿Dónde se lee más?
Se lee más en Madrid que en Barcelona según los últimos datos del gremio, después hay otras provincias muy lectoras como el País Vasco. Eso de que somos poco lectores no es cierto, los índices de lectura han subido bastante, estamos en más de un 60% y pese al dolor de la pandemia. Pienso sinceramente que nos cansamos de ver series, y el primer libro que agarramos, lo cogimos con ganas.
Ana Gavín, posando durante la entrevista.
Aunque no somos Francia, ¿por qué?
Cierto, es una cuestión educacional. Pero podríamos llegar a serlo.
¿Qué está creciendo más?
Está creciendo mucho el manga, el cómic y la novela gráfica. Es otra manera de leer y leer lleva a leer. En los últimos cuatro años, el libro infantil y juvenil en bloque ha crecido un 40% en España, del 2020 al 2024, con temáticas de fantasía, pero también de amor, ¡están volviendo las novelas de amores fantásticas!
¿Qué tiene la lectura de una novela que no tenga un maratón de mini series?
Es la imaginación al poder. Estás leyendo y puedes imaginarte la cara del protagonista o el escenario, es muchísimo más interactivo que ver una serie. Intelectualmente, haces un esfuerzo por leer y obtienes algo a cambio, como explica Ignacio Morgado el neurocientífico en su último libro, está comprobada la relación entre lectura, escritura, memoria y bienestar del cerebro humano. Hacer sudokus como un loco no es lo mismo que leer y escribir.
¿Qué le recomienda a una persona que esté escribiendo una novela y no sepa qué siguiente paso dar?
Dirijo ahora dos másteres de literarios y es una pregunta recurrente. Lo primero que recomiendo es presentarse a premios, porque al menos en esta casa se lee todo, y nunca sabes qué informe te van a hacer. Además del Fernando Lara, el Planeta, el Azorín o el Nadal, tenemos premios como Biblioteca Breve, o el Tusquets de novela, enfocado en escritores con poca obra.
A los grandes grupos no recomiendo mandar a voleo un original, pero ojo, porque luego esas cosas pasan. Mira el caso de Isaac Rosa y Seix Barral. Ahora vivimos en nuevos tiempos, en los que hay mucha gente que se autoedita, y las editoriales vemos mucho qué se ha publicado en Amazon también.
Umbral, Cela, Gala y Matute
Premiada recientemente con la Cruz al Mérito civil, la vicepresidenta de la fundación Antonio Gala, Ana Gavín fue por ejemplo editora de Paco Umbral. "Me llevé muy bien siempre con él. Era indomable, eso es cierto. Era muy especial, otro letraherido, solo vivía para escribir su columna y sus libros, dos al año. Me indigna un poco que a un señor de esa categoría literaria todo el mundo le tenga que recordar con aquella anécdota de su obra. El que me encanta es el que dedica a Valle Inclán, Los botines blancos de piqué, Mortal y rosa fue desde luego emblemático".
"Con Cela", continúa compartiendo en esta conversación, "hice toda la promoción volando junto a Ángeles Caso en una avioneta para que pudiera venir a Madrid a dormir. En distancias cortas era encantador, le encantaba la buena mesa, pero cara al público tenía esas boutades, aunque siempre era muy sensato a la hora de ir a todas las firmas, ¡y todos, todo el mundo quería la firma del Nobel!".
Ana Gavín, en un momento de la entrevista.
¿Se echan quizás de menos las boutades?
Es cierto que Cela tenía ese gusto por la boutade, pero nuestro último premio Nobel de literatura era más allá de eso un creador de lenguaje. Pruebas a leer hoy La familia de Pascual Duarte y te apabulla ese castellano, no se trata solo de la historia que cuenta, es un maestro, alguien con extraordinario talento, muy precoz, que marcó una época muy gris.
¿Y Antonio Gala? Usted preside su fundación…
Yo explico siempre que se trata de uno de los autores más complejos e interesantes, alguien brillante también desde muy joven, que tuvo primero grandes éxitos en el teatro. Había temporadas en las que tres o más obras de sus obras de teatro estaban dando vueltas por España, obras como Anillos para una dama que arrasaba donde iba.
Cuando Gala ganó el premio Planeta en el 90, era solo su primera novela, pero ya era muy conocido por sus textos en El País, donde era lo más leído. Tenía una parte muy cercana a lo popular, con La pasión turca lo que pudimos vender no fue normal, fueron millones de ejemplares. No he visto una persona que currara más en la Feria del libro.
¿Son sus poemas lo mejor de él?
Sus primeros poemas de amor son magníficos, era un gran poeta. De hecho sus colegas, como Caballero Bonald, era lo que más apreciaban, no tanto su narrativa. Vender en este país y tener éxito está a veces penado.
También es cierto que políticamente no se cortó un pelo, era un hombre muy comprometido con su tiempo, y ahí está su fundación, que es su heredera universal, y que ayuda a la creación de jóvenes creadores de gran excelencia.
¿Qué mujeres destacaría de la misma época?
Como editora la que más nos enseñó a todos fue Ymelda, sobre lo que es una empresa editorial. Escritoras, yo diría primero de todo Matute. ¡Ana María Matute, qué privilegio! No el solo el hecho de leerla, sino también estar con ella. Es la personalidad más fantástica que me he encontrado en mi vida: ella hablaba literariamente, te contaba cuentos. Su vida era durísima por otra parte, pero parecía hecha de cuentos. Este año la homenajearemos con un curso en El Escorial y en la Feria del libro.
Otra autora a la que tengo que destacar es Rosa Montero, ya como periodista en los primeros años, y luego como novelista, o Nativel Preciado, una mujer de gran imaginación. Ambas también han escrito no ficción, de esa manera tan sutil, tan trabajada. Creo que el periodismo facilita una manera de entender el lenguaje muy claro, muy sutil, pero muy trabajado. En la manera de contar historias son muy distintas las dos pero muy potentes.
Ana Gavín, posando junto a algunos 'best sellers'.
¿Quiénes son las escritoras con más lectores?
María [Dueñas] y Dolores [Redondo] están por ahí las dos. También Paloma Sánchez-Garnica y Eva García Sáenz de Urturi. De María Dueñas resaltaría cómo plantea sus novelas para contar una historia de tal manera que no te das cuenta de que te está dando mucha información a través de tantos personajes.
Dolores Redondo me parece otra de las mejores novelistas de España, por los matices de las descripciones. Otra escritora a la que he visto ir a más y crecer es Elvira Lindo, sus dos últimas novelas son dos grandes novelones, A corazón abierto me dejó alucinada, ¿no la habéis leído? Es de una sensibilidad extraordinaria. Internacionalmente sería Receba Yarros, la número uno, que es norteamericana.
Habla de 'lenguaje trabajado', ¿no cree sinceramente que a veces lo primero que se escribe está mejor que lo que resulta después de dar mil vueltas a una frase?
Cuando tú vienes del periodismo muchas veces lo primero que aparece es lo que está más claro, pero lo que parece tan sencillo está muy trabajado por el hábito repetido de escribir. Hay varias maneras de llegar al mejor resultado, depende de cada escritora o escritor. Finalmente, la escritura es una manera de hacerte entender, debe permitir que te entiendan.
Jhumpa Lahiri decía que debía su carrera a una editora que 'pasaba mis textos por el spa'… ¿es mejor editora la que devuelve más textos?
No. Depende de muchos factores, del autor, del tema, de cómo sea el manuscrito. No se trata de corregir por corregir, no, sino de dar feedback. Un editor es 'el segundo primer lector'. La escritura es una actividad muy solitaria y es el que escribe el que tiene que encontrar su voz.
Una frase típica es 'lo he empezado en tercera persona y hasta que no lo he pasado a primera no lo he visto bien'. Hay editores que están más encima al principio y otros al final, pero las grandes escritoras y escritores hacen caso o no, recuerdo cómo era con Antonio Gala, ¡cómo le costaba! Editar es un oficio que requiere mucho oficio… eso seguro.