Con La luz que imaginamos la cineasta india Payal Kapadia rompió una maldición, ha pateado tabúes y de paso está haciendo historia. Pero comencemos por el principio.
En tres décadas el Festival de Cannes no había contemplado, para la competición de la Palma de Oro, a una película india, pese al poderío de la industria cinematográfica del coloso asiático. Eso cambió hace unos meses, concretamente en la edición del 2024, al anunciarse la inclusión en el certamen francés del segundo largometraje de Payal Kapadia (Mumbai, 1986).
La historia de amistad entre tres mujeres, encantó a los jueces deliberantes, encabezados por Greta Gerwig (la directora de Barbie), y terminaron por otorgar a La luz que imaginamos (All We Imagine as Light, título en inglés) el Gran Premio del Jurado.
"Tuve que pellizcarme", confesaría incrédula Kapadia mucho más tarde sobre su primer gran triunfo. Luego vendrían sus nominaciones a los Globos de Oro (Mejor dirección y Mejor película de habla no inglesa), así como a diferentes premios que allanan el camino a los Oscar. A pesar de su indiscutible éxito internacional, India no postuló su película a los galardones de la Academia estadounidense.
En la corta pero muy intensa carrera artística de Payal Kapadia se puede detectar su clara intención de posar la mirada en situaciones y personajes invisibilizados, ese fue el caso de Una noche sin saber nada (2021), una mezcla de documental y ficción sobre las protestas estudiantiles en las universidades públicas indias que causó bastante escozor.
Hacer añicos tabúes sociales, sobre todo en lo concerniente a las mujeres, era una de las misiones de La luz que imaginamos, que cuenta la amistad entre la jefa de enfermeras Prabha (Kani Kusruti) y su colega novata Anu (Divya Prabha), que además comparten un pequeño piso en Mumbai, y la cocinera del hospital Parvaty (Chhaya Kadam).
Las historias personales de estas mujeres se entrelazan, iniciándose en la convulsa Mumbai en pleno monzón y terminando en una apacible zona costera. Prabha, casada en un matrimonio concertado, se ha labrado un camino sola porque su esposo – a quien conoce poco -, vive en Alemania; la viuda Parvaty está a punto de ser desalojada de su casa, por lo que se plantea volver a su pueblo; y Anu mantiene un romance oculto con un joven musulmán, cosa que va en contra de los deseos de su familia hindú.
"Ahora hay muchas más películas centradas en mujeres, como en mi caso, que estoy rodeada de ellas", afirma Payal. Sobre el hecho de poner en primera línea a féminas con sus diferentes situaciones que tienen una implicación tanto social como política, revela que en la India, "hay más mujeres haciendo películas" y que las producen sobre sus vidas.
Aún incrédula y abrumada por el revuelo internacional generado por La luz que imaginamos, Payal Kapadia ha decidido iniciar con esta una trilogía, por lo que ya está inmersa en la escritura de sus próximas dos historias.
'La luz que imaginamos' película de Payal Kapadia
¿Por qué quisiste centrar La luz que imaginamos en la relación de tres mujeres de diferentes generaciones?
El núcleo de la película es la amistad. Cuando te vas de casa para instalarte en otra ciudad, tus amigos se convierten en tu red de apoyo, en tu familia. Sin embargo, la amistad es una relación extraña, estos no se definen realmente como hermanos o hermanas, al final es lo que tú y tus amistades queréis ser.
A medida que me hago mayor, al estar lejos de mi familia, mis amistades se han convertido en algo muy importante para mí. Incluso cuando haces una película, tu equipo se convierte en una especie de familia. La amistad también se trasforma, se trata de un proceso que implica entenderte a ti misma y al mundo que te rodea.
Quería tener mujeres de todas las edades en la historia, casi como si fuera una vida en distintas etapas. Además, se trata de mujeres trabajadoras, independientes financieramente de hombres o de sus familias, que viven lejos de donde nacieron… Sin embargo, no pueden decidir por ellas mismas. Esa es una gran contradicción.
Así mismo es una película sobre el amor y sus imposibilidades. Anu mantiene una relación clandestina con un musulmán.
En la India el amor es muy político, como también lo es en todas partes, se trata de con quién puedes estar y a quién eliges amar. Es un tema bastante complejo, existen varios factores que condicionan con quién te puedes casar, que están determinados en gran medida por la familia porque todavía les gusta mantener "la pureza" del sistema de castas. Así mismo, el amor también está condicionado por la religión.
Cuando estaba desarrollando la película, muchos de mis amigos se estaban enamorando, y en nuestras conversaciones se encontraba muy presente ese tema confrontado con el amor que se le tiene a la familia. En cierta medida entiendes, pero al mismo tiempo no comprendes por qué no pueden dejar de funcionar dentro de esas estructuras, es difícil hacer que cambien. La familia es como un hilo invisible que controla las vidas, sobre todo de las mujeres.
No es común ver en una película india escenas de sexo y con desnudos, ¿crees que con tu película has contribuido a un cambio en la manera en que se abordan las historias?
Ahora, más que nunca, se están abriendo nuevas posibilidades. Con plataformas como Netflix, que son más accesibles para la gente, las cosas han cambiado un poco en comparación a hace diez años, pero necesitamos más.
En relación con las escenas de desnudo en la película, con ellas no estoy diciendo que mostrar sexo en el cine sea necesariamente mejor o peor. En la India tenemos un entendimiento cultural propio de cómo representar esas cosas, y lo hacemos bastante bien.
Es un tema complicado, pero sentía que la película también trata de los deseos de cada una de esas mujeres, y ese era el deseo principal de uno de los personajes, de manera que era importante incluirlo. Que las mujeres expresen sus deseos es en sí un acto de resistencia política.
'La luz que imaginamos' película dirigida por Payal Kapadia
En una escena en particular también abordas el control de natalidad, ¿es un tema de debate en India?
Tenemos derechos de control de natalidad mucho mejores que en otros países porque no están relacionados con la religión.
Así que se trata simplemente del empoderamiento que se obtiene al saber lo que puedes hacer, y una vez que tienes ese conocimiento, como la chica que aparece en la película, tienes control sobre tu propio cuerpo.
Una de tus protagonistas está a punto de ser desalojada de su casa. ¿Por qué quisiste incluir el tema de la explotación inmobiliaria, la gentrificación, así como la labor de los sindicatos?
Soy una firme creyente de los sindicatos. Cuando estaba investigando este asunto en particular, asistí a muchas reuniones organizadas por los sindicatos de trabajadores en la zona de los antiguos molinos de algodón de Mumbai, entre Lower Parel y Dadar; allí se encontraban las fábricas de algodón que funcionaron hasta los 80 cuando hubo una gran huelga laboral y, en lugar de satisfacer las demandas de los trabajadores, los dueños de esas fábricas optaron por cerrarlas.
Así que todo el mundo perdió su trabajo. Muchas mujeres trabajaban allí y también eran proveedoras de alimentos, ya que los trabajadores no tenían a sus familias cerca y querían comida casera.
Se decretó que un tercio de esas tierras debería ser cedida a los trabajadores de las fábricas, pero eso nunca ocurrió. Allí construyeron centros comerciales, y en la más grave y errónea interpretación de esa orden, argumentaron que estos centros comerciales eran entretenimiento para las familias de los trabajadores, cuando ellos ni siquiera pueden entrar a esos sitios.
El movimiento de protesta ha revivido, no puedo decir que soy optimista, estoy muy cabreada con esa situación porque las desigualdades han aumentado mucho más.
'La luz que imaginamos' película dirigida por Payal Kapadia
Tu madre es la artista plástica y de vídeo Nalini Malani, ¿de qué manera ha influido en tu percepción e intención del arte?
En la India no es fácil elegir ser cineasta. Mi madre ya era una artista establecida y conocida, por lo que para mí fue más fácil acceder a esta profesión, de alguna manera ella ya había hecho gran parte del trabajo de abrir camino. Cuando le dije que me quería dedicar al cine fue muy receptiva, me dijo que hiciera lo que quisiera.
Crecí viendo cómo trabajaba, daba igual si estaba en la mesa de la cocina o en su estudio, siempre vi en ella el deseo de continuar su trabajo, y eso es lo mismo que siento hacia el cine, que además tiene mucho de artesanía, de juntar cosas y probarlas.
Mi madre me transmitió la constancia y el trabajar duro, y en realidad en el cine nunca te detienes, siempre estás pensando y haciendo cosas. Para mí es un placer y un privilegio poder dedicarme a esto.