Me llamo Noelia Lorenzo Pino, soy profesora de corte y confección de formación y la mayoría de los trabajos que desempeñé hasta el año 2013 estaban vinculados con el mundo de la moda.

['Odiarte y otras mentiras', una novela sobre la familia, los amigos, el amor, los celos y, sobre todo, la salud mental]

Y digo hasta 2013, porque ese fue el año en el que publiqué mi primera novela y el motivo que me alejó de mi antigua profesión.

Os preguntaréis qué tiene que ver el mundo de la moda con la novela negra, y yo os diré que ambos tienen relación con la creatividad, con dejar volar la imaginación: diseñar, construir… Por supuesto, también con el tesón y la paciencia. ¡Bendita paciencia!

Si lo analizáis con detenimiento, tanto una novela como una prenda de ropa están compuestas de numerosas piezas que hay que unir para poder finalizarlas. Unas a golpe de puntadas, y otras, de palabras.

La trama

Purasangre (Plaza & Janés, 2022) es mi octava novela, y la historia pivota alrededor de la desaparición de Sua Arismendi, una chica de 18 años, y de un misterioso mensaje recibido en la App de la Ertzaintza.

Escribo desde Irún. Anoche vi a la chica del abrigo rojo. Encontradla, por favor. Corre peligro.

Es la primera vez que escribo sobre una desaparición y me apetecía indagar en los procedimientos que se utilizan en este tipo de casos y, de paso, volcarlos en una novela.

Echando un ojo a las estadísticas, vi que cada año se registran miles de denuncias por desaparición. En 2022, por ejemplo, fueron 26.003. Más de setenta y una personas al día. Me pareció mucho. Muchísimo.

Me alivió saber que solo una de cada seiscientas se considera de alto riesgo, y que la mayoría se resuelve de manera satisfactoria.

Portada de 'Purasangre'

Quería escarbar en ello y que el lector se hiciera mil preguntas. ¿Dónde está Sua Arismendi? ¿Se ha ido por voluntad propia? ¿Qué ha podido empujarla a hacer algo así?

O cuestiones más oscuras. ¿Y si no se ha ido por su propio pie? ¿Quién o quiénes se la han llevado? ¿Está viva? ¿Está muerta? Mantener todas esas incógnitas hasta el final.

Otra cosa sobre la que reflexiono en la novela es en cómo se ahonda en la vida de estas personas desaparecidas para intentar encontrar algún tipo de prueba y en cómo, al hacerlo, acaban saliendo a la luz sus secretos más íntimos.

Denuncia social

Siempre me gusta hacer denuncia social en mis novelas. En esta hablo de la salud mental y de los tabúes que la rodean. En concreto, pongo el foco sobre la depresión mayor y sobre uno de los tratamientos: la terapia electroconvulsiva.

La mayoría de nosotros creemos que este procedimiento dejó de aplicarse hace años y, por nuestro desconocimiento, lo ponemos al nivel incluso de la ilegalizada lobotomía, pero nada más lejos.

La terapia de electroconvulsiva está muy estigmatizada y quería, de manera sutil, darle visibilidad con la intención de eliminar esa vergüenza que sienten los pacientes a la hora de reconocer que se han sometido a una.

O para evitar ese miedo inicial que experimentan cuando su psiquiatra se lo plantea por primera vez. Me alucina que sigan existiendo este tipo de tabúes. Que la sociedad empuje a mantener este secretismo nada sano.

Todos sabemos qué es una quimioterapia. Estamos al tanto de que a veces funciona y a veces no. También conocemos sus efectos secundarios, pero ignoramos por completo lo relacionado con una terapia electroconvulsiva.

No es perfecta, pero es eficaz en casos de depresión grave, y otras enfermedades mentales, y diez veces menos peligrosa que un parto.

La salud mental es tan importante como la física y deberíamos dejar de darle la espalda. Hay que hablar con naturalidad de ello y ser más comprensivos y compasivos. Y por supuesto, dejar de juzgar.

Thriller vasco

Como bien he dicho, la denuncia social siempre está presente en mis novelas, al igual que Euskadi, mi tierra. Y por eso mis historias suelen ir acompañadas de alguna de estas etiquetas: ‘Euskal noir’ o ‘Txapela noir’.

Una parte de la trama de Purasangre transcurre en una cantera abandonada de Olaberria (Irún, Guipúzcoa), el barrio en el que me crié. Y os confieso que es un lugar fascinante que adoro.

Mis amigos y yo jugamos miles de veces en esa explotación minera, pese a que nuestros padres nos lo tenían prohibido, a causa de los continuos desprendimientos de las paredes. Nos gustaba buscar tesoros entre las piedras: fósiles, pirita, cuarzo… Era un verdadero paraíso.

Recuerdo que había una casa abandonada en el terreno. Perteneció al guarda de la explotación y estaba llena de pinturas. No me acuerdo de si eran óleos o acuarelas, no distinguía por aquel entonces, pero eran muchas y muy originales.

En Purasangre vuelvo a dar vida a la cantera y a esa casa. Ahí instalo a una familia humilde. Los Romedo Bodón. Madre, tres hijos y un nieto que viven alejados de la urbe y que, a priori, están relacionados con el caso.

Protagonistas

La investigación recae en dos mujeres. La oficial Lur de las Heras y la patrullera Maddi Blasco. Ambas, que por cierto se apellidan como mis abuelas ♥, pertenecen a la Ertzaintza. Lur y Maddi también protagonizaron Blanco Inmaculado, mi anterior novela.

Me apetecía mucho crear un tándem femenino de ertzainas. Estamos más acostumbrados a los investigadores masculinos o a las parejas mixtas, y ya es hora de ir equilibrando la balanza.

Mis chicas se llevan de cine. Ese cuento que nos han vendido sobre la rivalidad laboral entre mujeres yo lo hago añicos y lo transformo en sororidad.

Y ha sido muy sencillo hacerlo. Simplemente me he basado en la relación que tengo con mi hermana, con mis amigas y con mis colegas de profesión.

Querida lectora, si quieres sumarte a la búsqueda de Sua Arismendi y ayudar a mis dos ertzainas, te invito a abrir las páginas de Purasangre. Te aseguro que, contigo, llegarán a la verdad.

Muchas gracias por invitarme a este precioso rincón. Y a ti, por leerme durante un ratito. Un abrazo para todas.