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Vestido midi
Diseño de crepé con lazo de tafetán, de Bernadette (650 €).
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Sandalias
Realizadas en lamé con candado y tacón de metal, de Tom Ford (990 €).
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Escote corazón
Vestido midi, de Carolina Herrera New York en Net-a-Porter (3.500 €).
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Cinturón corsé
El modelo D-Trap está confeccionado en piel con bandas elásticas. Es de Dior (1.590 €).
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Brazalete
En dorado con cerradura de metal martilleado lleva el sello inconfundible de Schiaparelli (1.800 €).
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Bolso en relieve
Este modelo de organza y satén con flores lo firma Ferragamo (1.700 €).
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Mules
Zapato destalonado de satén con tacón de metal, de Aquazzura (705 €).
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En blanco
Vestido largo satinado con aberturas y strass, de Sandro (345 €).
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Cintura joya
Cinturón de metal, perlas y resina, de Chanel (4.960 €).
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Tacón especial
Zapato de salón Toy en malla con cristales y tacón transparente, de Loewe (1.600 €).
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La llave
Broche Key to the Moon de la colección de alta joyería Collezione 1967, de Pomellato.
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Broche
Broche de oro vermeil con perla, de Agmes (545 €).
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Falda 'wrap'
Diseño cruzada con botones plata, de Tove (735 €).
La paleta cromática del clásico blanco y negro se impone como una suerte de jugada maestra de moda, eligiendo las piezas justas y necesarias para brillar en las fiestas navideñas. Ya sea en total look como combinando ambas tonalidades, el resultado siempre es sinónimo de elegancia.
El vestido negro es el pilar fundamental del armario —ya lo decía Karl Lagerfeld—, jamás falla. Incombustible, sigue reinventándose en mil y una acepciones. Pero lo que lo convierte en un verdadero as en la manga es su flagrante versatilidad para adaptarse a etiquetas, horarios y actitudes, accesorios mediante. Un toque de dorado o texturas en relieve ejercen la magia necesaria para el éxito.
Hablando de vestidor nocturno, ya hace tiempo que el blanco se coló en él, asegurándose un golpe de efecto visual. De pies a cabeza, puntuado con toque de brillo y metal, es una declaración de intenciones elocuente —pero no estridente—.
La tendencia black&white para la noche se adapta a cualquier estilo: del lady, al lencero, pasando por el glamour hollywoodiense y el working. No olvidar poner el acento en bolsos, zapatos y joyas, sin olvidar los broches. Esta pieza, antes denostada a reliquia del joyero, vuelve a vestir una elegancia que ahora juega entre lo clásico y lo subversivo.
Inesperado, le da la vuelta a las connotaciones demodé que lo ataban al pasado, y se convierte en un gesto audaz que ya no reluce solo en solapas.
