En un mundo más visual que nunca, ampliamente dominado por la digitalización, resulta difícil, por no decir imposible, contemplar la ausencia absoluta de móviles y redes sociales. Esta realidad parece aún más ineludible en el ámbito de la moda.
Sin embargo, algunas casas y diseñadores apostaron por ir a contracorriente, presentando sus colecciones y organizando eventos de modo tradicional sin dispositivos electrónicos. ¿Pero qué significa esta apuesta? ¿Qué futuro tiene? ¿Se trata de una decisión residual o de una apuesta en auge?
Analizamos esta elección cuyos significativos son múltiples y podrían ser sinónimo de cambio en el sector.
Apuestas de diseñadores
El pasado 28 de febrero, Mary-Kate y Ashley Olsen, creadoras de The Row, desvelaron su colección en el marco de la Semana de la Moda de París con una particularidad: un comunicado previo al desfile prohibió explícitamente el uso de teléfonos móviles.
"Le pedimos que se abstenga de realizar capturas de pantalla o compartir cualquier contenido durante su experiencia", rezaba la invitación.
La controvertida solicitud se viralizó rápidamente debido a la restricción. La respetada editora de moda de The New York Times, Vanessa Friedman, no dudó en compartir su desacuerdo en su cuenta X: "No creo que sacar algunas fotografías interfiera con mi capacidad de considerar plenamente lo que estoy viendo. Y creo que soy lo suficientemente mayor como para decidir eso por mí misma".
Otros seguidores aclamaron su apuesta. "Admiro la posición no tecnológica de The Row para su desfile. Es un símbolo de aprecio por lo analógico, además de animar a los asistentes a disfrutar y vivir el presente", comentaba Leah Krouse en redes.
Vista general del desfile de Sophie et Voilà que contemplaba la prohibición.
Las hermanas no fueron las únicas en apostar por esta iniciativa. El 24 de abril, en el marco de la Barcelona Bridal Fashion Week, la firma Sophie et Voilà, ahora desaparecida, presentó un desfile sin móviles, con "el secreto como una forma de resistencia".
La marca se propuso, según sus propias palabras, "poner en valor la exclusividad y la tradición de no mostrar el vestido de novia hasta el gran día". Solo los 450 invitados escogidos (que incluían prensa y compradores) pudieron asistir y experimentar la colección, con la intención de preservar el misterio.
A su vez, la diseñadora Martine Rose prohibió el uso de teléfonos en su desfile de la colección primavera-verano 2026, celebrado en Londres en el emblemático Lisson Grove, un antiguo job centre de los años 70 ligado a la historia del punk británico, el pasado mes de junio.
En sus propias palabras, tomó esta decisión para que la atención del público se centrara plenamente en la experiencia en directo, el ambiente y la autenticidad de las prendas, evitando las distracciones y la difusión inmediata a través de redes sociales.
Defendió una visión más comunitaria e íntima, destinada a unir de forma excepcional a los asistentes y de paso recordar la importancia de la instantaneidad.
Posibles significados
Esta elección reviste múltiples significados. Sophie et Voilà argumentó entonces su postura como el símbolo de un compromiso férreo: "Prohibir cámaras no es un capricho. Es una declaración. Convierte el desfile en una experiencia íntima, casi espiritual, donde el secreto se valora como un gesto de respeto y de amor". "Un secreto es un regalo", rezaba, de hecho, el manifiesto de la firma.
Dio un paso más, afirmando que se trataba de "proponer un nuevo paradigma. En un universo bridal saturado de referencias y ruido, es una apuesta por el silencio, por el diseño puro y por la emoción contenida. La novia de 2026 que imagina la firma es poderosa, etérea, moderna. Y, sobre todo, libre".
"Lo que se ha vivido en Barcelona no se puede repetir ni capturar. Pero lo que queda —ese deseo, esa curiosidad, ese recuerdo en blanco— es precisamente lo que convierte esta colección en una de las más emocionantes del panorama nupcial actual", concluyó entonces.
Esta sensación de exclusividad, de respeto por el oficio y la belleza del instante, recuerda de forma inevitable el sistema de desfiles tradicionales, a los que solo acudía un número limitado de personas. Remite, por ende, a una visión nostálgica de la moda en un mundo hiperconectado.
Asimismo, hace eco a la voluntad de firmas premium de ser coherentes con su identidad, lejos de la masificación. También está intrínsecamente relacionada con el concepto de lujo silencioso, que aboga por una visión meditada, reflexiva y sensata de la moda.
Sin embargo, varios expertos apuntan a que esta elección replantea la accesibilidad del sector, ya ampliamente cuestionada. Rian Phin señaló en sus redes que esta política de exclusividad "otorga mayor poder y superioridad cultural, en lugar de fomentar la transparencia".
“Las personas conectadas tienen una relación más fuerte con la connotación simbólica del trabajo de The Row que con la calidad de su artesanía (irónicamente). Por eso, su prioridad es imponer estas reglas de exclusividad y elitismo para mantener lo que consideran la identidad de la marca", añaden.
Al no permitir que un mayor número de personas pueda acceder al desfile, parece fomentar una barrera invisible y perpetuar las diferencias entre los diferentes públicos. Con esta elección, las firmas eligen de forma más clara su destinatario, pero también disparan el deseo de los que no pudieron acceder.
Sea como fuere, esta elección relanza el debate sobre la exclusividad y el elitismo en el sector de la moda, pero también la necesidad de regresar a sus orígenes y la importancia de la instantaneidad, en un mundo ya masivamente digitalizado. Las próximas Semanas de la Moda permitirán saber si esta toma de posición es pasajera o podría asentarse a modo de reivindicación.
