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La edición otoño-invierno 2025-2026 de Dior se presentó como una reflexión sobre el género, la identidad y la evolución de la moda. Bajo la dirección de María Grazia Chiuri, el desfile en París fue una oda a la famosa obra Orlando de Virginia Woolf, un universo literario donde los límites entre lo masculino y lo femenino se desdibujan y la identidad se convierte en algo fluido y cambiante. Un homenaje a la escritora que desafió las normas de su época, como lo hace ahora la casa Dior con sus diseños.

El escenario del desfile, creado por el visionario Robert Wilson, fue una mezcla perfecta de arte y moda. En un cuarto oscuro bañado en luces azules, un columpio de madera suspendido, acompañado de la suave melodía de un piano, dio inicio a un espectáculo que combinaba lo místico con lo contemporáneo. La atmósfera recordaba el sentimiento de un cuento clásico, pero con un giro futurista que definió cada momento del desfile.

La obra Orlando, en la que Chiuri se basó para esta colección, narra la historia de un joven que cambia de sexo y atraviesa los siglos con una identidad fluida, desafiante a las normas de la sociedad.

Esta ambigüedad fue perfectamente capturada en las prendas de la colección, que jugaban con la mezcla de siluetas históricas y elementos de moda más actuales. La diseñadora italiana logró integrar la elegancia del pasado con una visión futurista que rompió las convenciones de la moda tradicional.

Los primeros looks que desfilaron en la pasarela hacían clara referencia al estilo barroco y renacentista: camisas de manga larga con volantes, chaquetas de estilo militar y pantalones de corte sastre recordaban a la estética de Orlando.

Siluetas del desfile de Dior en París. Dior

Estas prendas de época se fusionaron con elementos más modernos, como las botas altas de estilo militar, los corsés reinterpretados sobre blusas con mensajes y camisas abiertas.

A medida que avanzaba el desfile, se presentaron prendas que destacaban por su modernidad y carácter: gabardinas deconstruidas, abrigos oversize y vestidos ajustados a la cintura que hacían guiños al emblemático New Look de Christian Dior, pero reinterpretados para la mujer contemporánea.

Un uso destacado del tul, las capas largas y los estampados florales hicieron que la pasarela respirara frescura y elegancia, mientras que los detalles de encajes y las transparencias invitaron a una sensualidad que desafiaba las expectativas.

En un giro final, los vestidos de inspiración medieval y las capas transparentes en tonos suaves como el rosa palo parecían transportar a la audiencia a un sueño de épocas pasadas. Sin embargo, la combinación de estos elementos con accesorios más actuales, como los guantes largos de piel, no hacía más que resaltar la versatilidad de Chiuri.