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La Semana de la Moda en Milán, celebrada del 20 al 26 de febrero, vivió uno de sus hitos: la presentación de Prada para la temporada otoño-invierno 2024-2025. La casa de moda, arropada por celebridades, consagró su estatus como marca más codiciada del momento, según el prestigioso ranking de Lyst. Un front row abarrotado de rostros conocidos, como Emma Watson o Hunter Schafer, confirmó el interés generado por la casa en el universo de la moda.

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Antes de que las modelos pisaran la pasarela, un enigmático vídeo, dirigido por el hábil Jordan Hemingway, nos ofreció un adelanto de la esencia de la nueva colección: una modelo caminando por la penumbra de un bosque, entre dos enormes árboles, presagiando una propuesta que exploraría las dualidades y la contradicción entre la existencia interior y la conexión con el exterior.

La escenografía del evento, un suelo transparente sobre un jardín, personificó la dualidad buscada por Prada y Raf Simons. La contradicción se manifestó en cada estilismo presentado. Los outfits revelaron dos perspectivas opuestas al caminar: frente y espalda desvelaron distintas prendas, un juego fascinante de dualidad y sorpresa.

Entre los ejemplos más notables, destacó un traje de chaqueta de espiga con una americana clásica y una falda tulipán por delante, solo para revelar un chaleco de satén y una minifalda lencera en la parte posterior. Esta dualidad se extendió a vestidos fluidos y relajados que se transformaron de manera inesperada en prendas estructuradas y armadas en la parte posterior.

La colección deslumbró con elementos que previsiblemente se convertirán en tendencias: chaquetas bomber con la emblemática P de Prada, jerséis de punto grueso adornados con broches joya, trajes con decoraciones 3D en terciopelo, vestidos repletos de lazos que simulan ser flecos y abrigos de doble botonadura. Los materiales, que van desde el punto hasta el satén, piel, lana y espiga, reflejan la diversidad de la propuesta.

Desfile otoño-invierno 2024-2025 de Prada. Gtres

La paleta cromática, rica y variada, abarca desde el rosa palo hasta el azul turquesa, con twin-sets de punto en colores vibrantes destacando entre las creaciones. En cuanto a los accesorios, los zapatos de tacón sensato reinan en la colección, acompañados de bolsos decorados con flores o con un acabado degradado. Sin duda, la joya de la corona son los sombreros de diversos estilos, desde bretones hasta bowlers, todos adornados con plumas de colores.

Prada cerró con broche de oro su desfile al introducir una novedosa pulsera hebilla en tamaño maxi, transformando los bolsos en accesorios de brazo. Con esta propuesta, Prada y Simons dejan su huella estelar en la Semana de la Moda de Milán, estableciendo una nueva tendencia para la moda invernal con su enfoque innovador y su cautivadora danza de dualidades.

Una vez más, Prada demostró su evolución con una colección que desafió las expectativas. Si bien la firma mantuvo su esencia atemporal, la dualidad y la sorpresa fueron las protagonistas de la pasarela. Este enfoque reflejó la capacidad de Prada para reinventarse una y otra vez, manteniendo su estatus como un ícono de la moda contemporánea.