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Convertida en uno de los rostros más mediáticos de la alta sociedad española, Tamara Falcó (43 años) compagina su faceta como diseñadora de moda, colaboradora televisiva y marquesa de Griñón con una presencia constante en el panorama cultural y social.

Habitual en portadas y entrevistas, su vida personal y profesional despierta interés a partes iguales. Precisamente, hace unos meses, en colaboración con Architectural Digest España (AD), la aristócrata abrió las puertas de su casa de Puerta de Hierro, un ático diseñado junto a la interiorista Bea Silveira que refleja su gusto por la mezcla de estilos, los detalles singulares y el confort.

"Hola, soy Tamara Falcó y bienvenidos a mi casa, mi hogar", comienza diciendo, sonriente, mientras abre las puertas del salón.

Tamara Falcó enseña su casa

Se trata de un espacio abierto en el que conviven la cocina, el comedor y la zona de estar, rodeados de vegetación.

Desde el primer momento, Falcó subraya que la elección de la interiorista Bea Silveira fue determinante: "Tenía muy claro que Bea tenía que hacer el proyecto. Su estudio es maravilloso y pensé: esto es lo que quiero para mi casa".

El resultado es una mezcla de piezas clásicas con toques contemporáneos diseñados especialmente para ella.

"Esta mesa es diseño suyo, este sofá también…", enumera mientras recorre la estancia. No obstante, uno de los detalles más sorprendentes para la marquesa de Griñón son las molduras y los marcos de piedra caliza que envuelven puertas y paredes.

Al principio, la idea le pareció una auténtica excentricidad: "Yo solo pensaba que era una locura, pero me encantó".

No obstante, el corazón de la casa es, sin duda, la cocina. Falcó, formada como chef, la define como "su cocina de ensueño".

En ella destacan superficies antibacterianas, una Smart Kitchen con placas invisibles, cargadores integrados en la encimera y electrodomésticos de última generación. "Para mí, que soy chef, es fundamental. Puedo cortar aquí directamente, poner un cazo caliente, y no pasa nada".

En este espacio también hay lugar para la estética: un mural de trigo, cargado de simbolismo religioso, recuerda a Tamara su fe y a Jesús, presente en cada detalle de su vida.

Asimismo, el vestidor, que comparte con Onieva, es otro de sus orgullos. "Es una herramienta de trabajo. De hecho, tiré un cuarto para poder hacerme un vestidor grande", confiesa. Allí guarda también su ramo de novia, transformado en obra de arte por la artista Nicole, un recuerdo que conserva con especial emoción.

En el dormitorio, los colores neutros, las obras de Carla Cascales y un colchón artesanal de Treca París crean un ambiente íntimo y relajante.

No faltan detalles sorprendentes como un rodapié de piedra caliza de gran tamaño o una moqueta blanca que, aunque difícil de mantener, aporta luminosidad al espacio. "Cuando haces una casa de diseño, son estas pequeñas locuras lo que hacen que sea especial", reflexiona.

El recorrido culmina en los baños, revestidos de ónix rosa, con griferías doradas mate y lámparas de Murano. Y, como broche final, la terraza, donde la aristócrata disfruta de vistas privilegiadas al Monte de El Pardo.

Allí, junto a una pequeña piscina, celebra haber encontrado su lugar ideal. "Nosotros queríamos vivir en el centro, pero es que cuando la vimos, Íñigo dijo, nos mudamos a Puerta de Hierro, da igual", apunta.

Decorada con mobiliario de Bondom, en concreto la colección The Factory de Ramón Esteve, la terraza se convierte en el escenario perfecto para atardeceres inolvidables. "Estoy deseando que llegue el verano para disfrutarla al máximo", dice sonriente.