El papel higiénico está perdiendo terreno. Una tendencia global impulsa washlets e inodoros con chorro de agua como alternativas que ofrecen una limpieza más profunda y reducen molestias cutáneas. Son equipos que cada vez más hogares optan por sus ventajas frente al papel.
Además, usan tecnologías como control de temperatura, los chorros regulables, secadora con aire y funciones automáticas, lo que mejora la experiencia de higiene. Son especialmente demandados por quienes tienen piel sensible o necesitan mayor cuidado íntimo.
Otro punto fuerte: el impacto ambiental y económico. Dejar el papel reduce residuos, atenúa el uso forestal y bajan los costes a largo plazo. Los washlets también evitan atascos por ellos desechados, disminuyendo gastos de mantenimiento.
WC inteligente.
¿Qué opciones existen y cómo funcionan? Una de las que más está creciendo es, como ya se ha indicado anteriormente, el washlet, un tipo de inodoro japonés moderno que integra control de temperatura y funciones de secado. Ofrece también una limpieza suave pero eficaz, especialmente tras evacuaciones, eliminando bacterias mejor que el papel.
El clásico bidé, ya presente en muchos hogares europeos, también vive su resurgir. Su diseño puede ser independiente o adaptado al inodoro, permitiendo solo agua caliente, boquillas regulables, reducción de irritaciones y sensibilidad.
Inyector de bidé de plata moderna aparece en color blanco cerca de la papelera.
También se están viendo sanitarios ecológicos secos o modelos que separan la orina de las heces para compostar residuos. Estas alternativas reducen el uso de agua, papel, y el impacto ambiental, aunque requieren un cambio cultural e instalación distinta.
Las ventajas reales de este sistema frente al papel pasan por las siguientes: En primer lugar, el agua limpia mejor que el papel. Se eliminan residuos con mayor eficacia, reduciendo roces, irritaciones o infecciones, algo que varias fuentes médicas y especializadas subrayan.
En segundo lugar, aunque la instalación de washlets o bidés implique un coste inicial, se reducen las compras frecuentes de rollos, bajan los residuos de tuberías y disminuyen los malos olores o averías causadas por residuos sólidos.
Además, se tala menos bosque, se reduce la huella hídrica y energética del proceso de producción del papel, y hay menos residuos sólidos. Las emisiones de carbono bajan si disminuye el transporte y la fabricación.
Sin embargo, no todo es perfecto: algunos usuarios se quejan del coste inicial elevado de los dispositivos tecnológicos, de la necesidad de electricidad para algunas funciones, o de la adaptación del baño para instalaciones especiales.
Además, en lugares con agua limitada o donde la calidad del suministro es variable, usar agua adicional para higiene puede parecer contraproducente, aunque los diseños modernos buscan eficiencia en el consumo de agua.
También puede haber resistencia cultural o hábito, pues muchas personas están acostumbradas al papel higiénico y pueden ver con desconfianza los cambios, ya sea por costumbre, privacidad o simple hábito. Cambiar de rutina lleva su tiempo.
El adiós al papel higiénico no es solo moda: los usuarios de washlets, bidés o sanitarios secos reportan más limpieza, menos irritaciones, menores costes con el tiempo y un claro beneficio para el medioambiente.
