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Macarena Gómez (46) y su marido Aldo Comas han convertido un molino del siglo XVII en Girona en su refugio ideal, rodeado de naturaleza y tranquilidad. Esta finca, situada en el Alto Ampurdán, fusiona historia rural con estilo contemporáneo y vida familiar auténtica.

El molino restaurado respeta la esencia original: paredes de piedra, grandes ventanales y techos rehabilitados. Dentro conviven con un centenar de animales exóticos, jardín, huerto y un lago. Para ellos es un espacio creativo y un escape permanente del ruido urbano.

Su hogar, de un gran valor tanto histórico como cultural, representa una mezcla de arte, sostenibilidad y privacidad. La finca se ha convertido en un oasis para la familia, alejada del bullicio de ciudades como Barcelona o Madrid, ideal para descansar y conectar con lo esencial.

El jardín de Macarena Gómez. @mariaalgaraphotography

En el Alto Ampurdán, una región cercana a la frontera francesa, la pareja recuperó un molino del siglo XVII que quedó abandonado. Tras una restauración respetuosa, mantienen la estructura original en la vivienda principal, mientras transformaron el granero en un moderno loft-estudio para Aldo.

Con un toque industrial y sin perder el carácter rústico, lo han decorado con esmero gracias a los accesorios y muebles de Sklum, una marca que les ha permitido establecer ese contraste tan personal y divertido del que esta célebre pareja siempre se enorgullece.

El dormitorio de piedra. @mariaalgaraphotography

A su alrededor, conviven alpacas, caballos, cerdos, ovejas, perros, emús, llamas y loros. El huerto familiar, un estanque con embarcadero y un entorno vegetal completan la finca. Este entorno natural es un escenario cotidiano para su hijo Dante.

Este molino reformado no solo es una propiedad con encanto, sino un símbolo de estilo de vida alternativo. "Sería un refugio lejos del ruido…": un espacio de conexión familiar, creatividad y serenidad.

Comedor. @mariaalgaraphotography

Además, el lugar tiene un valor cultural y arquitectónico incalculable por su origen histórico. Lo que fue un molino de pueblo que producía harina para los vecinos, hoy es una vivienda rehabilitada sin perder su alma rural.

Su entorno personal, alejado del foco mediático, también ha servido como base para iniciativas solidarias, como ayudar a refugiados ucranianos en tiempos recientes. Una casa que combina arte, naturaleza y corazón.

El salón. @mariaalgaraphotography

La mansión-molino de Macarena Gómez en Girona es más que una residencia: es un santuario personal que conjuga historia, arte, naturaleza y vida familiar. Cada elemento, desde la restauración hasta la decoración, aporta significado y personalidad.

Con un gran valor, esta propiedad es un claro ejemplo de cómo un edificio histórico puede transformarse en hogar contemporáneo sin perder identidad. Para Macarena podría ser su rincón de paz, creatividad y autenticidad.

La actriz y su familia han convertido el antiguo molino en un proyecto sostenible, apostando por energías renovables y materiales naturales en cada rincón de la casa. El huerto ecológico y la convivencia con animales permiten a Dante crecer en un entorno de respeto por la naturaleza y la biodiversidad.

El arte y la música están presentes en cada estancia. Aldo Comas, músico y artista, utiliza el estudio anexo para sus creaciones, mientras Macarena ha adaptado un espacio para ensayos y lecturas de guiones. La casa es, para ambos, un laboratorio de ideas y experiencias únicas.

El molino no solo es una vivienda, sino un pedazo de la historia del Alto Ampurdán. Cada piedra, cada viga y cada detalle cuentan la vida de generaciones pasadas. Vivir allí, de alguna manera, es mantener vivo un legado rural, convirtiéndolo en un hogar lleno de alma y significado.

Macarena ha confesado en varias entrevistas que en este molino encuentra la paz mental que necesita tras largos rodajes y compromisos profesionales. La ausencia de ruido, la cercanía con la naturaleza y el contacto con sus animales le permiten desconectar y recargar energías en un ambiente único.

El salón. @mariaalgaraphotography

En resumen, este molino del siglo XVII en el Alto Ampurdán es el refugio perfecto para explorar la fusión entre pasado y presente, sin sacrificar su esencia, en plena naturaleza catalana.