Cecilia Mallardi (Buenos Aires, 1972) llegó al mundo de la decoración por obra del destino. Con la calidad y la responsabilidad en mente, dio vida al proyecto Calma Chechu. ¿Su concepto? Varias "manos artesanas" trabajan un mobilario único, de forma lenta pero segura.

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Con talleres en Madrid, Guadalajara, Salamanca y Sevilla, la diseñadora y su compañero Alejandro Alloco celebran la España artesana, imaginando, diseñando y produciendo muebles de calidad que también da rienda suelta a su creatividad. Algunos de sus diseños ya son un icono "Made in Spain" y están presentes en locales tan admirados como Perrachica.

No es por lo tanto casualidad que Cecilia Mallardi se haya hecho con el Premio Madrid Craft Week Mejor Comercio Artesano. La séptima edición de los Premios se celebró del 11 al 20 de noviembre del pasado año con un objetivo clave: premiar “la calidad, la autenticidad y el valor de lo hecho a mano en el que ya es el evento de referencia de la artesanía de lujo. Más de 250 comercios de moda, decoración, arte y gastronomía de la capital participaron en un intenso programa de actividades, talleres y exposiciones en torno a la artesanía”.

Charlamos con la diseñadora y ganadora sobre su trayectoria y compromiso.

¿Cómo llegaste al mundo de la decoración? 

De casualidad. Una amiga me preguntó si conocía a alguien para trabajar a tiempo parcial en una nave industrial que vendía muebles de importación en Marbella y yo me animé a probar. 

De todas maneras, a mí el tema de tener una casa bonita siempre me gustó. Para mi era algo normal. Pero cuando empecé  a trabajar en la nave de muebles, se despertó en mí una pasión que nunca dejé.

¿Cómo surgió “Calma Chechu”? ¿De dónde viene el nombre? 

En Argentina, el apodo de Cecilia es Chechu. Calma Chechu es mi mantra de cabecera. También me gusta porque tiene un guiño gracioso con el que me identifico totalmente. Calma Chechu tomó el relevo de otra marca para la que había estado trabajando.

La gente me conocía a mí, Chechu o Cecilia, pero poner mi nombre y apellido me parecía muy formal para mi estilo así que hicimos una encuesta de nombres entre amigos y ganó por goleada Calma Chechu.

¿Qué balance haces de esta década? 

Trabajo, trabajo y trabajo. Se pasó volando. Estoy muy orgullosa de todo lo logrado. De los clientes, muchos nos acompañan desde los inicios. Del equipo pequeño pero fuerte que hemos sabido construir. De haber salvado baches. De no habernos rendido en los momentos complicados. De haber mejorado los procesos de producción, la calidad de los acabados. Un balance positivo la verdad. 

Luchar se lucha cada día. Pero eso, forma parte de emprender.  Actualmente mi marido Alejandro Allocco y yo estamos al frente del proyecto. Hemos evolucionado juntos. Hace dos meses recibimos con gran honor el premio Madrid Craft Week en la Categoría Mejor Comercio Artesano. Ha sido, sin lugar a dudas, el momento más emotivo que viví en estos 10 años.

¿A qué obstáculos tuviste que enfrentarte? 

Pues a sacar un proyecto adelante con muy poco capital. Conseguir financiación fue un proceso lento y los obstáculos venían de eso. Poco a poco lo fuimos superando. 

¿Cómo viviste la pandemia? ¿Te planteaste dejarlo todo? 

La pandemia fue una enorme oportunidad para mí. Al principio estaba muy preocupada y angustiada de ver el horror de lo que estaba pasando a nivel mundial.

Pensaba todo el rato en como íbamos a hacer. Y en tratar, al mismo tiempo, de entender y aceptar la realidad.

Yo lo contaba en Instagram a mi manera. Estuve cerca de mi comunidad y mis clientes fueron nuestros salvadores. Cada compra que hacían (y fueron muchas) durante esos meses era felicidad y también tranquilidad. No paramos la actividad porque nunca dejamos de tenerla. Yo di mucho también. Tenía tiempo y hacía vídeos sobre la casa, tips… a partir de la pandemia se abrió un Calma Chechu más cercano aún.

¿Qué debe plasmar un mueble para ti? 

El valor del trabajo artesano. Traducido en: calidad, belleza, sensibilidad y utilidad. 

¿Cómo reconocer un modelo de calidad? 

Por su peso, por su estructura bien construida o soldada, por su tacto. Por sus imperfecciones que pueden existir pero que aportan belleza. Y también mirando lo que no se ve. Si pagamos calidad, que sea de verdad. 

¿Un buen mueble puede sobrevivir décadas?

Totalmente. Un buen mueble es atemporal.

¿En qué te sueles inspirar a la hora de crear?

La naturaleza me inspira cada vez más, las formas, los colores. Viajar. Y también (casi lo que más) las personas. Muchas veces se me ocurre un diseño pensando en alguien en particular. Qué mesa usaría tal persona? O ¿quién usaría esta silla con este tapizado?

¿Con qué materiales te gusta trabajar? ¿Cuál recomiendas? 

En el último tiempo me di cuenta de que con materiales nobles, sobre todo lo digo por la madera. Al principio usábamos pino en casi todos los muebles porque es más barato y eso, obviamente repercute en el precio final.  Pero ahora usamos maderas como el fresno, nogal o roble. Prefiero usar la mejor materia prima para que se luzca el trabajo artesanal. Aunque su precio sea más elevado. Prefiero vender menos y mejor.

En cuanto a los tejidos, lo mismo. Amo el terciopelo y el lino. El textil es mi perdición. De hecho, estamos ampliando nuestros diseños cada vez más hacia ese lado. Los tejidos antiguos me encantan, así como tablones de madera vieja.

Lo que recomiendo es que pienses en que sensación quieres en tu hogar antes de decidirte por un material.

Cada material despierta una emoción. No es lo mismo una mesa de madera que una de mármol. La primera nos va a llevar a un terreno cálido, sereno, acogedor. Mientras que el mármol nos lleva a lo sofisticado, elegante, glamuroso. El metal por ejemplo es un material de contrapunto. Equilibra. En nuestro caso, al pintarlo de color adquiere una dimensión mucho más amplia que no lo limita a un material puramente industrial.

¿Te gusta mantener un contacto estrecho con el cliente?

Mis clientes son lo más importante para mí. Me encanta que vengan al showroom, hablar. Muchos devienen a amigos. Tengo un trato muy cercano y no me gustaría perderlo. Yo estoy muy orgullosa de mis clientes.

Lo más bonito que me está pasando es ver cómo vuelven, como nos recomiendan. Si existe el éxito el mío es ese. 

¿Creas según sus peticiones? 

Si está dentro de nuestro estilo sí. 

¿Por qué das tanto valor al “Made in Spain”?

Porque creo firmemente en dar valor al trabajo artesanal de este país y dar valor es también conseguir que el producto tenga un precio Justo. Cuesta porque la competencia es dura.

Pero yo tengo claro quien es mi cliente y cada vez más hay más conciencia sobre dónde dejar el dinero. La experiencia de compra es mucho más completa cuando además de comprarte las sillas de tu casa, estás aportando un granito de arena para que la economía del país en el que vives se mantenga.

Conociendo los valores de la marca que estás eligiendo.  Después de la Pandemia el Made in Spain entró en alza. Pero nosotros venimos trabajando fuerte en esta dirección desde 2013.