Según datos del INE de 2025, hay alrededor de 7,13 millones de extranjeros residiendo en España, es decir, un 14,13% del total. De esta cifra, más de 3 millones trabajan en el país, lo que representa un récord histórico y una realidad demográfica sin precedentes: para este mismo año, había 3.050.000 nuevos afiliados a la Seguridad Social de origen extranjero.
Como consecuencia del papel de España como destino migratorio, el país ha vivido uno de los de cambios demográficos y laborales más fuertes de las últimas décadas. Mientras los nativos se marchan en busca de oportunidades laborales, los inmigrantes llegan para cubrir puestos de trabajo en sectores clave.
Así es como lo ve Lamyae, una mujer de origen marroquí que cree que la incorporación de trabajadores inmigrantes ha permitido sostener campañas agrícolas, el funcionamiento de la hostelería, la atención en cuidados y otros sectores esenciales. Puestos que, a su juicio, "ni los propios españoles quieren hacerlos".
El papel de los inmigrantes en el mercado laboral español
España ocupa el primer puesto en sobrecualificación laboral de la Unión Europea. Según el informe Indicadores comentados sobre el estado del sistema educativo español 2025, el 34,6% de los trabajadores con estudios superiores ocupa un puesto para el que no necesita ese nivel de formación.
Si hablamos de los inmigrantes, la cifra aumenta. Según un informe del Banco de España de 2023, el 70% de los inmigrantes llegados ese año tenían puestos de baja cualificación, mayoritariamente en sectores de servicios, como hostelería y limpieza, y en actividades primarias como la agricultura, así como en la construcción y la industria manufacturera.
Son precisamente sectores en los que, precisamente, hay escasez de trabajadores nativos. Según un reportaje reciente de La Sexta, los trabajadores migrantes son más del 80% de la mano de obra recolectora en España y más de 270.000 personas migrantes cotizan en la agricultura, ganadería y pesca españolas.
Los propios trabajadores que participan en el reportaje son los que confiesan la dura realidad: "España come gracias al trabajo de los migrantes". De hecho, gracias los trabajadores extranjeros, Huelva cultiva fresas para 131 países de cuatro continentes.
En el sinfín de experiencias de personas que migran para trabajar se encuentra la de Lamyae, mujer de origen marroquí que ha crecido dentro de una familia de trabajadores del campo y que denuncia abiertamente una realidad que, para ella, sigue siendo invisible para una parte de la sociedad.
Según ha contado en el videopódcast de Be: Project, los inmigrantes hacen los trabajos que los españoles no quieren hacer. Su ejemplo más directo es, precisamente, el de los campos de fresas en Huelva, un territorio conocido por su producción agrícola intensiva que cada año requiere miles de trabajadores para poder sacar adelante la campaña.
Lamyae relata que es necesario traer mano de obra de Marruecos, incluidas muchas mujeres, porque de otro modo las plantaciones no podrían funcionar.
Lo que agrava la situación, según ella, no es solo la necesidad de personal, sino las condiciones en que esas personas trabajan: jornadas duras, salarios que en ocasiones llegan tarde, vidas marcadas por la sobreexplotación y una falta constante de protección, como la que vive su padre.
El padre de Lamyae es prueba de ello. Según explica, lleva más de veinte años trabajando en el campo para la misma empresa, lo que demuestra cómo estos empleos terminan quedando en manos de quienes llegan de fuera.
La joven explica que cada temporada se contrata a personas para la cosecha de brócoli o tomate y que, de forma habitual, quienes realizan esas tareas son "ecuatorianos, peruanos, marroquíes y otros migrantes" que dependen de estos ingresos para sostener a sus familias.
Frente a esto, Lamyae se pregunta por qué se sigue afirmando que los inmigrantes "quitan trabajo" cuando, en su visión, ocupan puestos que no lograrían cubrirse de otra manera.
Además de denunciar la precariedad y la injusticia, Lamyae apunta hacia una reflexión más amplia sobre el impacto económico de la inmigración. Critica que desde casa, a través de comentarios en redes sociales o en la conversación pública, se repita la idea de que los inmigrantes restan en lugar de aportar.
Ella sostiene que si se deportara a la población inmigrante, "la economía española se hundiría por el suelo", porque son precisamente ellos quienes sostienen una parte crucial del tejido productivo. Recuerda que no solo están presentes en el campo, sino también en oficinas bancarias, comercios, pequeñas empresas familiares y múltiples sectores.
