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Ponerse al frente de un negocio de hostelería en España, especialmente hoy en día con los costes disparados, está lejos de ser una tarea fácil. Y es que, a la subida de precios se suma una competencia cada vez mayor, pagos constantes para los autónomos y unos sueldos que rara vez están a la altura de la dureza que exige este trabajo tras la barra.

Vero lo sabe bien. Lleva más de 17 años en el sector y actualmente regenta su propio bar. Define la hostelería como "un trabajo maravilloso", pero también "durísimo", como explicaba hace unos meses en el canal de YouTube de @Sandru_k. Porque más allá del romanticismo que rodea a este oficio, la realidad diaria está plagada de renuncias.

"Soy camarera oficialmente desde hace 17 años y extraoficialmente lo he sido desde chavala, cuando me tocaba trabajar en casi todos los discobares de Santoña", cuenta. Durante esos primeros años compaginaba este empleo con otros fuera del sector, hasta que finalmente pudo abrir su propio local.

Aun así, afirma que se siente una afortunada: "He de decir que yo soy una privilegiada con el trabajo de lunes a sábado por la mañana. Como yo hay pocos porque trabajo de 7:00 a 14:00 y las tardes las paso con mi familia. Los días de fiesta no abrimos".

No todos tienen esa suerte. "Lo veo un trabajo muy duro porque el resto de hosteleros no pueden compaginar este trabajo con la familia o los amigos, es imposible", asegura. Y lanza una crítica clara: "La hostelería sigue estando mal pero porque el 99% de los hosteleros han sido unos piratas" (...) "Todas las condiciones en la hostelería deberían cambiar".

Una dueña de un bar habla sobre la situación en la hostelería

Vero recuerda bien sus inicios en el sector, donde los horarios no existían: "Me acuerdo cuando empecé en hostelería muy joven, que el jefe me dijo: 'Ya sabes lo que es esto. Aquí sabes cuándo entras pero no cuando sales'. Eso es completamente inviable", lamenta. Una cultura laboral muy extendida en el gremio que asegura sigue arrastrando precariedad.

Esta hostelera asegura que los sueldos están muy lejos de ser justos ni equiparables al esfuerzo que implica este trabajo: "En hostelería ganas 2.000 euros y si llegas, es un sueldo que es una mierda", reconoce.

A eso se suma una contratación que muchas veces no se ajusta con la realidad del puesto: "Casi todo el mundo está asegurado como ayudante de camarero. Un ayudante solo podría hacer vajilla y en cambio los ves haciendo cafés, cortando pinchos, ayudando en la cocina... Todo por ahorrarse dinero", reconoce.

Los horarios asegura que dificultan cualquier tipo de vida social o familiar. "No cobras más por trabajar domingos o en horarios nocturnos. Cobras apenas 1.000 euros", asegura. "Los horarios no son compatibles con tu familia, ni con tus amigos".

La importancia del vínculo humano

Aún así, Vero no pierde la pasión por lo que hace. "A mí me encanta mi trabajo, lo que más me gusta es estar con la gente. Ya llevo 17 años aquí", confiesa.

Tampoco olvida otra parte importante de su trabajo en hostelería, que para ella añade aún más valor a lo que hace, a pesar de ser menos visible: el vínculo humano. "Soy más psicóloga que los psicólogos. Tengo mucho don de gentes y me siento querida entre la gente y los clientes. Hemos llorado mucho aquí, he abrazado, he acompañado...", resume, reivindicando el valor emocional que también implica estar detrás de una barra.

Vero no duda en dar voz así a todos esos profesionales de hostelería que siguen teniendo que enfrentarse a sueldos y contratos precarios en España. Lo hace en defensa de un sector que es mucho más que un empleo: es entrega, resistencia y cercanía. Una profesión que, como ella insiste, necesita con urgencia condiciones dignas, acordes al valor real que aporta a la vida de millones de personas en el país.