En mitad de la provincia de Teruel, lejos de modas gastronómicas y rutas virales, hay un pueblo diminuto que se ha ganado un hueco entre quienes buscan comer bien sin artificios.
Tiene apenas medio centenar de habitantes y, sin embargo, guarda uno de esos restaurantes que justifican un desvío en carretera.
Se llama Riodeva. Y allí, donde el silencio y la vida rural mandan, un comedor de los de siempre sirve platos abundantes, cocina tradicional y un menú que ha empezado a correr de boca en boca.
A medio camino entre Valencia y Zaragoza, a unos 40 kilómetros de Teruel capital. Es uno de esos municipios que forman parte de la España vaciada y que, salvo para senderistas o vecinos de la zona, suele pasar desapercibido.
Sin embargo, en este pequeño enclave se encuentra El Salón, un restaurante familiar que lleva años funcionando con una propuesta clara: cocina casera, producto reconocible y raciones generosas.
Un restaurante de los de antes
Nada de platos minimalistas ni presentaciones sofisticadas. Aquí el protagonismo lo tienen los guisos, las carnes bien hechas y los sabores que remiten a la cocina aragonesa y mediterránea de toda la vida.
Durante años ha sido un lugar frecuentado por vecinos, trabajadores de la zona y excursionistas. Pero recientemente, un vídeo en redes sociales lo ha puesto en el mapa.
Un creador de contenido gastronómico con cientos de miles de seguidores decidió parar a comer allí casi por casualidad. Su reacción fue clara desde el primer momento.
"Al principio dices: 19 euros el menú…", explica en el vídeo. "Pero cuando te traen el plato, ves el caldo, la textura, la cantidad, y piensas: aquí cocinan muy bien".
Qué se come
Pese al tamaño del pueblo, la carta es sorprendentemente amplia. El restaurante combina tapas clásicas con platos contundentes y opciones tanto de carne como de pescado.
Entre las tapas destacan el pulpo, los calamares rebozados, las albóndigas en salsa de almendras o el jamón. Todo sin florituras, pero bien ejecutado y con raciones que cumplen lo prometido.
En los platos principales, la oferta es aún más rotunda. Hay solomillo de cerdo, conejo, pato o ternasco de Aragón, además de pescados como emperador a la plancha o rodaballo preparado al estilo tradicional.
Los platos de cuchara tienen un lugar especial. Alubias con morcilla y chorizo, guisos lentos y recetas que saben a casa de pueblo. También elaboran paellas y permiten encargos para llevar, algo muy valorado en la zona.
Para quienes prefieren una opción cerrada, ofrecen menú del día, menú infantil y menús para grupos. Todo pensado para adaptarse tanto a viajeros como a familias o cuadrillas.
Las reseñas coinciden en un punto: aquí nadie se queda con hambre. "Restaurante familiar y de los de toda la vida", escribe un cliente habitual. "La comida es abundante, casera y la atención es excelente".
Otro comenta que es parada obligatoria cada vez que van a hacer senderismo por la zona. No por moda, sino por fiabilidad.
Naturaleza que merece el viaje
Más allá del restaurante, Riodeva es un buen ejemplo de lo que fue y de lo que es hoy gran parte del interior peninsular. En 1950 llegó a tener más de 800 habitantes. Hoy apenas supera el medio centenar.
Aun así, su entorno natural lo convierte en un destino muy apreciado por quienes buscan tranquilidad y rutas al aire libre. Especialmente en primavera y verano, cuando el paisaje se llena de verde y el río cobra protagonismo.
Una de las rutas más conocidas es la de los Amanaderos, un sendero que discurre junto al río y que destaca por sus saltos de agua y cascadas. También están las piscinas naturales del Molino Montereta, muy frecuentadas en los meses de calor.
Desde Riodeva parten rutas hacia Libros y Tramacastilla, y no muy lejos se encuentra Titania, la sede de Dinópolis dedicada al gigantismo, otro de los atractivos curiosos de la zona.
Pero para muchos, el verdadero reclamo está en sentarse a la mesa tras una caminata. Comer caliente, abundante y sin prisas. Sin colas, sin reservas imposibles y sin precios inflados por la moda.
El Salón no pretende ser tendencia ni atraer turismo masivo. Funciona como lo ha hecho siempre. Quizá por eso sorprende tanto cuando alguien lo descubre.
En un país donde cada vez cuesta más encontrar restaurantes de pueblo que mantengan su esencia, Riodeva ofrece una excepción.
