De acuerdo con los últimos datos oficiales, el sueldo más frecuente en España es de apenas 13.800 euros anuales, prácticamente el salario mínimo. Como consecuencia, y según recoge un estudio de la Federación Española de Familias Numerosas, solo el 24% de las familias vive sin dificultades económicas, mientras que el 75% asegura que le cuesta llegar a fin de mes.
Las principales causas de esta difícil situación financiera, según los datos mencionados, son el aumento del precio de la vivienda y el encarecimiento de los alimentos básicos. Ambos factores actúan como una pinza que limita la capacidad económica de miles de familias y perjudican su calidad de vida.
Susana Romero es una de las españolas que vive día tras día enfrentándose a esta realidad. Su caso se ha convertido en un retrato directo de las dificultades que viven muchos hogares españoles, incluso aquellos que, como el suyo, disponen de ingresos por encima del salario mínimo.
Las hazañas de Susana para llegar a fin de mes
Según los datos del informe de L’Observatoire des Inégalités, una persona con unos ingresos en torno a 1.343 euros al mes en España sería considerado como "pobre" o situado dentro de la "clase baja". Esta cifra se sitúa cerca del umbral de riesgo de pobreza establecido por el INE, que para una persona sola ronda los 11.000 euros anuales.
Si atendiéramos únicamente a esas afirmaciones, Susana encajaría en la llamada clase media. Sin embargo, aun cobrando 2.000 euros al mes, no puede permitirse llevar a sus hijos al dentista, comer carne con regularidad y, mucho menos, concederse ningún capricho.
Así lo ha contado en diferentes programas, como en el programa de Ana Rosa o, recientemente, en Telemadrid. La española ha confesado que, a pesar de estar por encima de la media de salario en España, llegar a la mitad del mes supone un desafío casi insalvable.
Divorciada y con la custodia compartida de sus dos hijos, Susana no recibe ningún tipo de compensación económica y, una vez cubiertos todos sus gastos, le quedan 200 euros para pasar todo el mes y afrontar lo que queda hasta el próximo salario.
Durante su conversación con Ana Rosa, la española detalló con claridad las cargas que asume cada mes. Explicó que tiene hipoteca y gastos de comunidad, y que cada mañana paga a una persona que llega a su casa a las seis para despertar a los niños, prepararles el desayuno y acompañarlos a la ruta escolar.
Ella sale de casa a esa misma hora para trabajar y regresa a las dos y media de la tarde, lo justo para recogerlos. Este apoyo es imprescindible para conciliar, pero también supone un gasto fijo más.
Susana y Ana Rosa en el programa.
El dinero sobrante de su salario es el disponible para la compra de alimentos, los desplazamientos y cualquier imprevisto que pueda surgir; sin embargo, la poca cuantía le obliga a recurrir a todo tipo de estrategias.
''Compro fruta, carne y pescado los 15 días que tengo a mis hijos, cuando no están tiro de pasta y legumbres, que es lo que cocino y me dura más días. Además, tiramos mucho de ir a casa de la abuela a comer'', cuenta a la presentadora. La ternera desapareció hace tiempo de su lista de la compra porque considera que su precio es inasumible en este momento.
Además de la alimentación, Susana busca la gasolinera más barata y usa tarjetas como la revolving que, a pesar de los elevados intereses asociados, es la única forma en la que puede hacer la compra algunos meses.
Los imprevistos son uno de los mayores temores de Susana. Pone el ejemplo de una posible visita al dentista para alguno de sus hijos. Sabe que, si ocurriera, no podría asumirlo. Es una de las realidades que más le pesa: estar al límite implica no tener margen para enfermedades, accidentes o necesidades urgentes.
La española también explica que no tiene derecho a ninguna ayuda. Reconoció que no conoce todos los detalles del sistema, pero que, al basarse en la declaración del IRPF, su nómina la excluye de la mayoría de apoyos económicos.
De hecho, las promesas de nuevas ayudas, como la anunciada de 200 euros para familias en 2025, las percibe como algo que quizá nunca llegue a materializarse mientras no se aprueben los presupuestos. Esa inestabilidad institucional alimenta su preocupación sobre lo que vendrá. "No vivo, sobrevivo", confesó.
