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Según datos publicados el pasado año, más de 100.000 jóvenes españoles de entre 24 y 35 años emigraron para mejorar sus condiciones laborales, para muchos de ellos, inexistentes aquí.

En el caso de María José Pino, una mallorquina de 25 años, se fue de España porque, en su caso, sí trabajaba, pero no avanzaba, tal y como ella misma declara.

En Suiza, en cambio, no solo vive tranquila, sino que también ahorra sin esfuerzo, se da caprichos y, además, el Estado le garantiza dinero para su jubilación, incluso si algún día decide marcharse del país.

"Aquí ahorrar es casi automático. Entre el sistema de pensiones y la mentalidad de guardar para el futuro, ni te das cuenta y ya tienes un colchón", cuenta.

Su forma de explicarlo es tan clara que desmonta, en pocos minutos, muchos de los miedos que frenan a quienes se plantean emigrar.

Ahorrar en España

"Cada mes te quitan del sueldo una parte para la jubilación y, si en el futuro decides no trabajar más en Suiza, te devuelven lo acumulado. Es una forma de tener un ahorro asegurado", cuenta la joven residente en Suiza.

En España, ahorrar se convierte para la mayoría en una misión imposible. En Suiza, sin embargo, el dinero entra, sale y hasta se acumula, pudiendo generar unos ahorros. Ese fue su primer gran impacto.

Antes de mudarse, trabajaba como azafata de vuelo. Vivía "con lo justo", sin grandes lujos y, por supuesto, sin capacidad real de ahorro.

El salto económico marcó un antes y un después. Aunque admite que la vida en Suiza es cara, la diferencia está en la ecuación final: "El sueldo te permite ahorrar y darte caprichos", resume.

En solo una temporada de trabajo, pudo ahorrar lo suficiente para viajar un mes a Bali, cumplir un sueño que llevaba años posponiendo.

El sistema suizo

Lo que más le sorprendió del sistema laboral de Suiza no fue ni el salario ni las oportunidades laborales, sino la educación financiera colectiva. Allí nadie te explica cómo ahorrar, simplemente, el sistema y la cultura lo hacen por ti.

La clave es el conocido "segundo pilar", una parte de la cotización que se descuenta mensualmente del salario y se guarda para la futura jubilación. No es opcional y, precisamente por eso, funciona.

"Es muy práctico porque no tienes que pensar en ello. Cuando te quieres dar cuenta, tienes un dinero ahí guardado”, explica.

Para una generación que vive entre la inestabilidad, los alquileres imposibles y la incertidumbre de las pensiones, el modelo suizo suena casi a ciencia ficción, como asegura en una entrevista realizada recientemente.

"Incluso trabajando en hostelería pude ahorrar bastante dinero", explica. Y lo cuenta con naturalidad, sin épica, como quien describe una consecuencia lógica del entorno.