El apellido Arguiñano es automáticamente relacionado con el mundo de la cocina gracias a la labor televisiva de Karlos Arguiñano, quien a lo largo de más de tres décadas ha compartido grandes momentos en televisión, compartiendo miles de recetas y haciendo gala de su particular sentido del humor.
Sin embargo, más allá de sus programas y libros de recetas, tiene otros negocios, entre los que se encuentra la Bodega K5, que tiene junto a otros cuatro socios y que está dirigido por su hija pequeña, Amaia Arguiñano, de 38 años.
Ella decidió dejar atrás la velocidad del motociclismo por el mundo del vino hace 7 años y se encuentra muy feliz con esta decisión, tal y como deja claro en una entrevista a El País, en donde ha hecho algunas revelaciones acerca de su vida profesional y familiar.
Amaia es la única de su familia con carrera universitaria, contando con una ingeniería técnica mecánica y una ingeniería superior industrial especializada en materiales. Su andadura laboral, no obstante, la comenzó en el mundo de las motos, donde ejerció como telemétrico, controlando los sensores de la moto.
No obstante, no siempre ha trabajado en empresas familiares, ya que antes de dejar las motos por la bodega trabajó durante un año en otro equipo de motos, lo que le permitió alejarse en parte de todo lo que supone llevar ese apellido.
A la hora de hablar de su madre, ha asegurado que “ha trabajado más que todos y siempre en la sombra”, y que ella ha querido seguir sus pasos. De hecho, cuando entró en la bodega le daba pavor exponerse a los medios y las redes sociales porque siempre ha preferido mantenerse en un segundo plano.
Lideró la transformación de la Bodega K5
Amaia Arguiñano ha preferido apostar por la discreción para transformar un legado familiar y llevarla a una gestión moderna y actual, todo ello alejada de los focos televisivos y mediáticos que, por motivos obvios, han acompañado a su familia.
Nació en Zarautz en el seno de una familia numerosa y trabajadora, siendo la más joven de los siete hijos de Karlos Arguiñano y Luisi Ameztoy, y desde que era muy pequeña vivió de cerca el ritmo frenético de la hostelería y restauración familiar. Colaboraba cada verano en el restaurante y el hotel familiar.
No obstante, Amaia quiso explorar su propia vocación y realizó sus estudios que le permitieron explorar otros sectores alejados de la restauración. Sin embargo, tras trabajar durante siete años en el mundo del motociclismo, tomó la decisión de regresar al País Vasco.
Lo hizo para reconectar con sus raíces familiares y enfocar sus conocimientos hacia un proyecto con mayor carga personal y emocional, haciéndose cargo de la mencionada Bodega K5, situada en Aya, un paraje de verdes montañas y viñedos frente al mar Cantábrico, en la provincia de Guipúzcoa.
La llegada de Amaia Arguiñano a la gestión supuso un soplo de aire fresco para el proyecto, ya que aplicó sus conocimientos para la adopción de maquinaria, diseño de instalaciones y para desarrollar exigentes controles de calidad, situando los txakolis de BK5 como referencias premium del ámbito gastronómico.
Entre sus principales logros desde que llegó a la bodega se encuentran la creación del vino Kaiairen 2016, que logró obtener reconocimiento a nivel mundial en el concurso de Decanter en 2023, donde alcanzó los 96 puntos, pero también con la incorporación de nuevas propuestas como el vino dulce de vendimia tardía y el espumoso Kilima.
La gestión de la hija de Karlos Arguiñano también se distingue por mantener un bajo perfil mediático, donde deja claro en sus diferentes intervenciones que prefiere que sean sus trabajos y los méritos de la bodega los que hablen por ellos mismos.
De esta manera, se mantiene alejada de la exposición pública y del protagonismo en los programas familiares. Esta actitud ha consolidado su reputación como una profesional rigurosa y totalmente comprometida con la excelencia.
Así es la vida de Amaia Arguiñano
En lo que respecta al plano sentimental, Amaia Arguiñano lleva casada desde hace varios años, aunque su identidad se mantiene alejada del ojo público. Junto a su pareja mantienen una preferencia por la vida tranquila y lejos del foco mediático.
Muy recelosa de su vida privada, no se conocen demasiados detalles acerca de su vida, pero lo que sí se sabe es que fue madre en 2022, sin haber trascendido mucha más información, pues ella misma ha sido explícita en su preferencia por proteger la intimidad doméstica.
Amaia prefiere evitar los beneficios que pueda recibir por ser hija de Karlos Arguiñano, y para evitarlo ha confesado que es habitual que use el apellido de su madre para hacer reservas en restaurantes e incluso para organizar visitas en la bodega.
Con sus valores y pensamientos ha conseguido que tanto su matrimonio como su vida familiar se mantengan alejados de polémicas o informaciones filtradas, lo que no siempre resulta sencillo en este tipo de casos.
A pesar de ello, Amaia participa con frecuencia en las reuniones familiares que se celebran en el caserío de Zarautz, donde junto a sus hermanos, padres, parejas y sobrinos llegan a formar grupos de hasta 30 personas. Esto demuestra el gran vínculo familiar que existe en la familia de Karlos Arguiñano, en la que Amaia es reflejo de discreción y estabilidad.
