Durante años nos han repetido como un mantra que el colesterol es el gran culpable de los infartos. Pero, ¿y si la historia fuera más compleja? La cardióloga y divulgadora en salud Magdalena Perelló ha lanzado una advertencia muy clara a través de sus redes sociales: "Si crees que el colesterol alto es el único culpable de los infartos, te lo han explicado mal", ha compartido en un vídeo a sus seguidores.
Según la cardióloga, hay una pieza clave en este puzle que muchas veces se pasa por alto: la inflamación crónica, también conocida como inflamación de bajo grado. Esta inflamación silenciosa y persistente en el cuerpo sería, en realidad, "el verdadero motor del causante de las placas de ateroma", esas acumulaciones de grasa, colesterol, células inflamatorias y otros desechos que se forman en las paredes internas de las arterias.
De acuerdo a los expertos, estas placas funcionan como una especie de parche que pueden obstruir las arterias y desencadenar infartos. Pero, ¿cómo funciona todo este proceso? Cuando nuestras arterias están inflamadas, el colesterol, especialmente el LDL, conocido como 'colesterol malo', se oxida y se vuelve más pegajoso.
"Sin la inflamación el colesterol no sería tan dañino, por eso hay personas que tienen el colesterol normal y tienen infartos. Incluso, otras con colesterol más alto que nunca los tienen", ha detallado la especialista.
Esto explica por qué hay personas con niveles normales de colesterol que sufren infartos, mientras que otras, con cifras elevadas, nunca los tienen. El colesterol, por sí solo, no siempre es el villano. Es la inflamación la que lo convierte en una bomba de tiempo.
Pese a todo ello, hay una buena noticia. De acuerdo a Perelló, podemos actuar sobre este enemigo silencioso a través de hábitos como una buena alimentación, ejercicio constante, dormir bien y reducir el estrés. Siguiendo estas pautas se puede marcar una diferencia en nuestras vidas.
Tal como ha detallado la cardióloga, la inflamación crónica es silenciosa, pero tiene un impacto enorme en nuestra salud cardiovascular y metabólica. Por suerte, se puede reducir optando por hábitos sencillos pero muy efectivos.