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Según recoge el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud 2023, en España el 34% de la población tiene algún problema de salud mental. La ansiedad es el problema más frecuente, seguido de los trastornos del sueño y la depresión; sin embargo, entre el 35% y el 50% no recibe ningún tratamiento o no es el adecuado, tal y como indican desde la Confederación de Salud Mental.

Los problemas de salud mental no solo son frecuentes, sino que también tienen un impacto significativo a nivel global. Según el informe citado, de cada 100 enfermedades que afectan a la población, aproximadamente 12 o 13 están vinculadas con trastornos mentales. Unos datos que explicarían el porqué muchos de estos problemas no se originan únicamente en el cerebro.

Como explica el doctor Mario Alonso Puig, el sistema digestivo —también conocido como el "segundo cerebro" por su compleja red neuronal— influye directamente en el estado emocional y mental de las personas. De hecho, según indica el experto, "cambios en la nutrición pueden tener un impacto muy positivo a la hora de eliminar cuadros de ansiedad".

La conexión de la salud digestiva con el cerebro

Durante mucho tiempo, el tubo digestivo fue visto exclusivamente como un sistema encargado de procesar los alimentos, digerirlos, absorber los nutrientes necesarios y eliminar los desechos. Era considerado una maquinaria puramente mecánica y química, controlada por reflejos simples y subordinada al cerebro central.

Sin embargo, esta visión cambió gracias a los descubrimientos del profesor Michael Gershon, jefe del departamento de gastroenterología de la Universidad de Columbia en Nueva York. Después de sus investigaciones, reveló que el tubo digestivo no es simplemente un conducto para la digestión, sino que alberga una red neuronal tan compleja que, debido a ello, se denominó como el "segundo cerebro".

Este segundo cerebro, conocido científicamente como el sistema nervioso entérico, está formado por cientos de millones de neuronas que se distribuyen a lo largo de todo el tracto gastrointestinal. Estas células no solo controlan los movimientos que permiten el avance y la mezcla de los alimentos, sino que también regulan la secreción de enzimas, la absorción de nutrientes y la interacción con el sistema inmunológico intestinal.

Sin embargo, lo más sorprendente de este proceso, explica Puig, es que este segundo cerebro no solo trabaja con la comida, sino que también se comunica con el cerebro principal a través del nervio vago y otras vías bioquímicas. Una conexión que incide directamente en nuestro día a día, ya que lo que pasa en el intestino puede afectar directamente cómo nos sentimos.

En otras palabras, el intestino puede influir de forma significativa en nuestras emociones, estados mentales y salud psicológica. Lo que antes se atribuía exclusivamente a desequilibrios químicos cerebrales o a factores psicológicos, como en los casos de la ansiedad y la depresión, hoy se sabe que puede tener un origen en el funcionamiento intestinal, explica el cirujano.

El intestino, a través de su microbiota y de la producción de neurotransmisores como la serotonina —de la cual se produce más del 90% en el intestino—, tiene un impacto directo sobre el estado anímico de las personas. Las alteraciones en la flora intestinal, inflamaciones crónicas del tubo digestivo o dietas desbalanceadas pueden desencadenar, potenciar o mantener trastornos psicológicos que hasta hace poco no se vinculaban con la salud digestiva.