El efecto Pigmalión es uno de los fenómenos que más desconcierta a los expertos. Para entenderlo, podemos imaginarnos una familia de médicos exitosos, con una carrera de matrícula de honor, en la que posiblemente han sido becados para estudiar en otro país. Todos sus hijos, claramente, quieren seguir el mismo camino para continuar cosechando el camino que sus padres les han allanado, de hecho, el más mayor de todos ya se ha colocado como el mejor la clase, ¿qué pasaría si de repente, al más pequeño, le daría por pensar que medicina no es el oficio de sus sueños?

Hay determinadas actitudes de padres o madres que se repiten de generación en generación y la principal consiste en generar expectativas sobre sus hijos con el objetivo de que logren determinadas metas. Por lo general, cuando una familia de médicos exitosos piensa en tener hijos, espera que todos ellos no solo se dediquen a lo mismo, sino que triunfen de la forma en la que ellos lo hicieron. 

No siempre es así, a veces esas metas son objetivos que ese adulto quiso conseguir, pero terminó decantándose por otro camino o diferentes circunstancias impidieron que lo lograse. La manera en la que crecemos determina la forma en la que vivimos, pero además, la forma en la que confían (o no) en nosotros, también. Todas esas aspiraciones que proyectan otras personas sobre nosotros se enmarcan dentro de lo que se conoce como efecto Pigmalión.

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Lo que piensan de nosotros determina la manera en la que vivimos. Si una persona nos transmite lo capaces que somos, ordenados, creativos y perfeccionistas que somos, creceremos pensando que no podemos alejarnos de todos esos atributos que nos caracterizan, por lo que todo lo que haremos será coherente con lo que esperan de nosotros. 

El efecto Pigmalión en positivo aumenta exponencialmente la motivación para trabajar, pero también la autoestima, el optimismo y la confianza y seguridad en uno mismo, por lo que nos condiciona en todos los aspectos. Este fenómeno tiene una gran importancia en el mundo de la psicología social, es uno de los conceptos más estudiados y se ha demostrado que ejerce en una influencia muy significativa en nuestro día a día.

¿Qué es el efecto Pigmalión?

El efecto Pigmalión es un término psicológico que se refiere a situaciones en las que las altas expectativas conducen a un mejor desempeño y las bajas expectativas conducen a un peor desempeño. Descrito por primera vez por Rosenthal y Jacobson en 1968, recibe su nombre del mito griego de Pigmalión, donde las grandes expectativas de un escultor por su estatua hacen que esta cobre vida.

De esta manera, se crea un efecto de autorrealización que está basado en tres pilares, que son: creer de manera firme en un hecho, tener la expectativa de que se va a cumplir, y acompañarlo de mensajes que ayuden a conseguirlo. Dicho de otra forma, el hecho de que otras personas te vean como una persona capaz de hacer algo hará que sea más probable que seas capaz de hacerlo, y lo mismo sucederá en el caso contrario.

El efecto, también conocido con el nombre de "profecía autocumplida", ha tenido un enorme éxito en su aplicación en el ámbito educativo y en el propio entorno laboral. Cientos de estudios desarrollados a lo largo de los años han podido concluir que utilizar expectativas positivas sobre alumnos o trabajadores puede mejorar y potenciar su rendimiento.

Actualmente, gracias a la neurociencia, se ha podido demostrar que cuando se recibe la confianza de otra persona y esta es capaz de transmitirlo, nos sentimos más seguros y se disfruta de distintas ventajas, al mejorar la velocidad con la que pensamos, mejorando nuestra lucidez y energía, lo que conlleva una mayor atención, eficiencia y eficiencia. Todo ello contribuye a ofrecer un mayor rendimiento en las tareas que realicemos.

Su efecto en negativo

Una vez conocidos los beneficios que están asociados al efecto Pigmalión es necesario hablar de la cara opuesta, al que se denomina como efecto Golem. Este tiene lugar cuando sucede lo mismo ya comentado con el caso anterior, pero con una perspectiva negativa. En aquellas ocasiones en las que hay unas bajas expectativas sobre una persona, se provoca que tenga un efecto negativo sobre su autoestima y desempeño.

Este último, en muchas ocasiones, se produce de una forma inconsciente, por lo que es muy importante conocer este tipo de sesgos involuntarios que pueden llevar a que una persona acabe estando encasillada de manera negativa, aunque esta no sea la intención. Esto es especialmente relevante en el caso de profesores, padres o jefes que, si transmiten pensamientos negativos a sus hijos, alumnos o empleados, podrían llevarlos al fracaso. Aunque no siempre serán los responsables de un mal rendimiento, sus conductas sí que podrían tener cierta influencia en ello.

Los sitios en los que ocurre con frecuencia el efecto Pigmalión

Aunque este mecanismo es mayormente inconsciente, también puede usarse para permitir intencionalmente el desarrollo de otras personas, como estudiantes, empleados o atletas. Los entrenadores, por ejemplo, que hacen saber a los atletas que esperan más de ellos pueden llevarlos a mayores logros o a autoexigirse en mayor medida. 

  • En la escuela: la escuela y los centros de formación es uno de los lugares en los que se puede ver de una manera más clara la influencia de este efecto. En ellos los profesores juegan un papel clave, ya que sus expectativas a la hora de clasificar a los alumnos pueden hacer que, de manera inconsciente, preste más atención exija más o ponga tareas más complejas de resolver a los que considera "mejores alumnos", que se esforzarán más, aprenderán más y tendrán una mayor motivación que aquellos a los que clasifica como "malos alumnos".
  • En el trabajo: en el ámbito laboral es clave esta profecía autocumplida, puesto que, si un trabajador siente que sus superiores lo ven como una persona talentosa y con grandes capacidades de mejora, será más probable que acabe confirmando o incluso superando esas expectativas. Al haber mayor confianza, se le darán tareas en las que pueda expandir más sus capacidades, cederán más responsabilidades y todo ello favorecerá su crecimiento y mejores resultados.
  • En casa: en el hogar también podemos encontrar múltiples ejemplos del efecto Pigmalión, como por ejemplo cuando un niño va a montar en bicicleta por primera vez y siente miedo y tensión. Si sus padres le transmiten confianza en que puede lograrlo, le ayudarán a hacerlo, y será más sencillo que pueda superar esos nervios y temor y se vea capaz de llevarlo a cabo. En este ambiente será más probable que se desarrolle una alta autoestima.