Publicada

Almodóvar siempre ha sido un visionario. Cintas como Mujeres al borde de un ataque de nervios, que se estrenó en 1988, siguen reflejando la dinámica de relaciones de pareja y amistad. Volver, además de lo obvio, exuda nostalgia y conceptos que se acuñaron más tarde como el de la España vaciada, referencia para obras de artistas del momento como Guitarricadelafuente.

En 2011 llegó La piel que habito, y en ese momento, el cineasta jamás pensó que, en 2025, Kim Kardashian lanzaría algo que bien podría haber nacido de los deseos más turbios del doctor Robert Ledgard. Bajo el nombre de su firma Skims, la empresaria ha estrenado una faja facial, la Seamless Sculpt Face Wrap, también conocida ya como Face Wrap.

Sin embargo, el único guiño cinéfilo de esta propuesta no es a la cinta de Almodóvar que se menciona, mera coincidencia, sino que este accesorio recuerda de forma clara al aspecto de Hannibal Lecter, el asesino al que en El silencio de los corderos da vida Anthony Hopkins.

De hecho, el actor ha participado en la campaña subiendo un vídeo a su cuenta de Instagram, plataforma en la que es muy activo. "Hola, Kim. Ya me siento diez años más joven… ¡Adiós!", ha comentado el intérprete con sorna en la grabación, unas palabras que también ha acompañado con el clásico ruido que caracteriza al personaje del psicoanalista y criminal.

La faja facial

El nuevo producto de la polifacética celebrity es una banda que se utiliza durante la noche con la finalidad de definir la mandíbula y estilizar el contorno del rostro.

Una de sus claves es que se ha confeccionado a partir del tejido moldeador que emplean en la marca para fabricar sus ya icónicos bodies, por ejemplo. La malla tiene, además, hilos de colágeno que, supuestamente, ayudan a alcanzar los objetivos que busca el lanzamiento.

Detrás de todo esto, más allá de un buen marketing, no

hay estudios que garanticen sus resultados. De hecho, desde la firma no afirman que moldee de forma permanente el óvalo de la cara o que sirva para sustituir según qué procedimientos médicos. Su única indicación clara es que se incluya en la rutina de noche para darle soporte al rostro.

Es más, Kim Kardashian no ha inventado absolutamente nada. Este tipo de productos llevan viéndose en comercios como Shein, Aliexpress o Temu desde hace mucho tiempo. Y, por supuesto, a un precio infinitamente más bajo que el de Skims. Algunos modelos no llegan siquiera a los tres euros. El de la estrella de realities cuesta 48 dólares, es decir, 41,52 euros.

Por supuesto, la emprendedora no está obligando a nadie a comprar su última apuesta, pero lo que sin duda queda de manifiesto es que todo lo que toca la que iniciase el furor por esta familia se convierte en una mina de oro.

Por el momento, no hay datos oficiales sobre sus ventas o beneficios, pero en la página web de la marca, la Seamless Sculpt Face Wrap figura como agotada y hay que apuntarse a una lista de espera para poder adquirirla una vez que esté disponible de nuevo.

Un detalle curioso es que se puede comprar en dos tonos diferentes: uno más claro, clay (arcilla), y otro más oscuro, cocoa (cacao). No se sabe muy bien si la banda funciona o no, pero al menos es un poco inclusiva, porque claro, quién permitiría que una persona negra llevase una malla de color claro.

Sydney Sweeney

Cualquier persona que esté de forma crónica online es consciente de todo lo que rodea en redes al nombre de la actriz Sydney Sweeney, que saltó a la fama gracias a su personaje de Cassie Howard en Euphoria.

Tras ese rol, uno de sus papeles más sonados fue el de Cualquiera menos tú, una comedia romántica cuya expectación nutrió en un mano a mano con su coprotagonista, Glenn Powell, con el que pasó una gira promocional esparciendo rumores de relación que no hicieron más que incrementar las ganas de visitar las salas de cine.

Ese fue el comienzo de un largo etcétera de anécdotas y polémicas que han girado en torno a la intérprete en el último año. Ahora, en plena campaña con American Eagle para publicitar unos jeans, y con el ruido de fondo de que parece estar afiliada al partido republicano estadounidense, aún resuena la venta de jabones que hizo en colaboración con Dr. Squatch.

El proyecto consistió en lanzar una edición limitada hecha a partir del agua sobrante de su bañera. Cada pastilla tenía un precio de 8 dólares.

La descripción de la extraña apuesta, que por supuesto se agotó antes de lo que se ha tardado en escribir este artículo, decía así: "La combinación perfecta de los dos mejores lugares del planeta: los rincones al aire libre y la bañera de Sydney Sweeney".

Además de lo obvio, ¿qué polémicas encierra este producto? Una sexualización de Sweeney, que precisamente parece pretender apoderarse de ella y tomar las riendas de su narrativa, a medida que la capitaliza por sí misma, pero respondiendo a una serie de cánones heteropatriarcales.

Gwyneth Paltrow

La protagonista de Shakespeare In Love lleva desde 2019 sin hacer cine, aunque este 2025 se espera su participación en el título Marty Supreme. En los últimos años, su vida profesional ha estado centrada en la gestión de su marca de belleza, bienestar y estilo de vida Goop, que nació como una newsletter en 2008.

No obstante, a lo largo de este tiempo sus tentáculos han ido más allá y algunos de sus lanzamientos han girado en torno a propuestas vinculadas al mantenimiento de la zona íntima. El 2022 marcó un pico a nivel de escándalo de su empresa, debido a la venta de una vela aromática llamada 'Huele como mi vagina'.

Vela 'Hands off my vagina' de Goop. Goop

Además de todo esto, teniendo en cuenta lo controvertida que sigue siendo la cuestión de la higiene genital, Goop ha estado cuestionada desde su nacimiento por la comunidad científica y médica.

Según The Guardian, en 2017, la organización sin ánimo de lucro Truth In Advertising (TINA), interpuso una denuncia contra la marca por "usar afirmaciones no fundamentadas y, por lo tanto, engañosas sobre la salud y el tratamiento de enfermedades para comercializar muchos de sus productos".

Entre las frases que destacaban se encontraban la de que caminar descalza cura el insomnio y que uno de los perfumes de la firma mejoraba la memoria y podía funcionar como antibiótico.

Más allá

Volviendo a la faja, al margen de los resultados que pueda llegar a ofrecer el artículo o de las bromas que surjan a raíz de su lanzamiento, hay una conversación que debería aflorar. Como imagen de su propia marca, Kim Kardashian parece prometer de forma velada, porque en realidad no es así, que aquellas personas que adquieran los productos van a convertirse en ella.

No hay ningún contrato que cierre estas premisas, pero lo cierto es que la integrante del 'klan' es más que un personaje público, es una aspiración. Tanto ella como sus hermanas se han encargado de moldear el canon de belleza a nivel mundial, en especial en la última década.

Tras años de admirar con deseo la delgadez extrema que vino de la mano de los 90 y de los 2000, con conceptos como el de heroin chic, la búsqueda de la forma de reloj de arena se convirtió en un objetivo estético.

Hace diez años, la cirugía de aumento de glúteos tipo BBL (Brazilian Butt Lift), aquella que se asocia a las Kardashian, era una intervención en auge. Su crecimiento desde entonces fue tal que, según la Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética, en 2022 ya se registraba un aumento de más del 100% respecto a la cantidad de procedimientos de este tipo que se realizaron una década antes.

Igualmente, hay informes de diferentes organismos que estiman el incremento de su demanda entre el 150% y el 250% entre 2015 y 2025.

Pero, ¿qué tiene que ver este dato con el lanzamiento de la faja facial? En principio nada, pero en el fondo todo. Kim Kardashian y sus hermanas no lucen como lo hacen por emplear tratamientos al alcance de la mano de cualquiera. Detrás de sus supuestos cuerpos perfectos hay procedimientos quirúrgicos, nutricionistas, entrenadores personales, estilistas y expertos en retoque digital.

Y no pasa nada, pero el problema, al igual que sucede con cualquier privilegio, está en no reconocerlo y en presentar algo que es prácticamente imposible para la gran mayoría de la sociedad como accesible, cuando hay personas que ni siquiera pueden permitirse el gran lujo de dormir entre siete y ocho horas.