A sus 76 años y con más de 45 años de impecable carrera profesional, Meryl Streep sigue deslumbrando por su talento, sí, pero también por su icónica belleza, caracterizada por una piel luminosa, tersa y natural.
La protagonista de películas tan míticas como Los puentes de Madison o El diablo viste de Prada se ha convertido en un referente de belleza real, sin artificios ni retoques excesivos, en una industria que, históricamente, ha castigado el paso del tiempo en las mujeres.
Pero ¿cuál es su gran truco para mantener una piel saludable y bonita a su edad? Te adelantamos que no incluye cremas milagrosas, ni tratamientos de lujo, ni sesiones interminables en cabina. La respuesta es mucho más simple y efectiva.
En una conversación íntima con la periodista Fi Glover, Meryl Streep reveló su mayor secreto de belleza: "Uno de mis secretos de belleza es que nunca me toco la cara". Así, tal cual. Una frase que, aunque a primera vista puede parecer simple, encierra una verdad respaldada por dermatólogos y expertos en el cuidado de la piel de todo el mundo.
Evitar tocarse el rostro de forma reiterada es una de las recomendaciones más insistentes de los especialistas, ya que nuestras manos transportan a diario bacterias, gérmenes e impurezas que pueden acabar alterando el equilibrio de la piel.
Menos contacto, más juventud
Este sencillo hábito, o más bien la ausencia de él, contribuye a prevenir imperfecciones, rojeces, inflamaciones, acné, e incluso el envejecimiento prematuro.
Según la Dra. Nicole Chiang, dermatóloga y asesora médica en Reino Unido, tocarse la cara con frecuencia puede dañar la barrera cutánea, favorecer infecciones y acelerar la aparición de arrugas: "Frotar o presionar demasiado la piel puede engrosarla, causar líneas de expresión y afectar a la pigmentación".
Por tanto, si te tocas menos la cara, tu piel se mantiene más limpia, equilibrada y joven durante más tiempo. Y Meryl Streep, que ha hecho de la naturalidad su mejor carta de presentación, lo sabe bien.
Cómo cuidar las pieles maduras
Aunque Meryl defiende con firmeza el envejecimiento natural, eso no significa que descuide su piel. Muy al contrario. La actriz ha demostrado que cuidar de una misma puede ser tan sencillo como inteligente. Lo importante es hacerlo con cabeza, constancia y cariño, sin necesidad de someterse a tratamientos invasivos o de seguir modas pasajeras.
"Que nadie me arrebate las arrugas de mi frente, conseguidas a través del asombro ante la belleza de la vida", ha llegado a decir con orgullo. Una declaración que destila amor propio, pero también sentido común: aceptar el paso del tiempo no está reñido con querer sentirse bien.
Tocarnos el rostro es un gesto casi inconsciente. Muchas veces lo hacemos por aburrimiento, nervios, o porque sentimos la piel tirante, irritada o incómoda. Según los expertos de L’Oréal París, romper este hábito requiere consciencia… y un par de trucos:
- Mantén tus manos ocupadas. Escribir, dibujar, jugar con una pelota antiestrés o incluso hacer puzzles son formas útiles de mantenerlas lejos de la cara.
- Cuida tu piel con mimo. Si la notas hidratada, calmada y suave, no sentirás la tentación de tocarte para rascar, estirar o presionar.
- Pon recordatorios visuales. Pegatinas en el espejo o notas en el móvil pueden ayudarte a crear consciencia, especialmente al principio.
- Usa lociones perfumadas en las manos. Este truco sensorial te permite detectar más rápido cuándo estás acercándolas al rostro.
- Recurre a pañuelos. Si necesitas rascarte o limpiarte, utiliza siempre un pañuelo de papel limpio, nunca los dedos directamente.
No necesitas el presupuesto de una estrella de Hollywood para aplicar este consejo. No requiere tiempo, ni dinero, ni esfuerzo físico. Solo cambiar un pequeño gesto cotidiano que puede marcar una gran diferencia. Tal vez por eso, el truco de Meryl Streep ha llamado tanto la atención: es accesible, universal y eficaz.
En un mundo saturado de cosméticos, tratamientos y promesas casi milagrosas, la actriz nos recuerda que a veces menos es más. Y que, como ella, todas podemos lucir una piel sana y bonita si empezamos por algo tan básico como dejarla en paz.