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Allá en 1998, cuando Sexo en Nueva York aterrizó en nuestras pantallas, los móviles aún no estaban en todos los hogares —y mucho menos cada adulto tenía uno—. Tampoco se acababa de entender del todo algunas palabras que salían de la boca de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda.

Aquello del Starbucks, los Manolos, el pilates o el feng shui quedaba un poco lejos a este lado del Atlántico. Pero fueron ellas, Sarah Jessica Parker (Carrie Bradshaw), Kim Cattrall (Samantha Jones), Kristin Davis (Charlotte York) y Cynthia Nixon (Miranda Hobbes), las que introdujeron en España cosas ahora tan del día a día.

También fueron ellas las que, ahí, en el prime time en abierto de Canal+, nos hablaron del clítoris, de penes demasiado pequeños (o grandes), de ETS, del sexo en la primera cita, de la masturbación, de la homosexualidad… y de las cosas bonitas, pero también de las feas, de las relaciones que a veces cuesta confesarle incluso a tu mejor amiga.

A muchas —y sé de buena tinta que no solo a las que nos adentramos en su mundo siendo niñas— Carrie y sus amigas nos dejaron pasmadas con su manera de hablar, de moverse, de reírse… vamos, de existir. Y eso, a pesar de que íbamos aprendiendo su lenguaje sobre la marcha.

Curioso que con And Just Like That…, la secuela que ha revivido HBO Max y que estrena hoy 30 de mayo su tercera temporada a sus protagonistas —a las que quedan sanas y salvas, al menos—, les pase lo mismo que a las fans españolas hace un cuarto de siglo.

Esta suerte de segunda parte de la mítica serie está llena de momentos que desconciertan a Carrie, Charlotte y Miranda. También a algunas espectadoras —pocas perdonan a Miranda por abandonar a Steve y entablar una relación con la odiada (aunque no por una servidora) Che—.

Y es que, como ya se explicó en Magas, And Just Like That… introduce un nuevo mundo que, si se piensa detenidamente, encaja a la perfección en el mundo de Sexo en Nueva York: el Manhattan de hoy es más diverso, más interracial y más no binario que hace 25 años.

Por eso, las protagonistas aprenden sobre la marcha, de la mano de sus nuevas amigas, como Seema, Lisa o Nya —también Che, en las temporadas pasadas, pero no en la que se estrena hoy—, lo que son las relaciones interraciales, pero también el salirse de la norma que sentó la serie original.

También ayudan en esto las hijas de Charlotte y Harry, y las mayores confusiones —y aprendizajes— vienen de la interacción de los personajes adultos con las adolescentes Rock y Rose. Aunque también con Brady, el hijo ya adulto —aunque aún joven— de Miranda y Steve.

Carrie, la primera 'influencer'

En Sexo en Nueva York, Carrie y las suyas creaban tendencia; a través de sus ojos, veíamos una nueva manera de mirar al mundo, de entender la feminidad y de ser mujer. Eran veinteañeras y treintañeras que nos mostraban que había muchas maneras de ser mujer, y disfrutarlo.

Se podría decir que Carrie Bradshaw fue, sin duda, la primera influencer. Aunque, sinceramente, la que escribe se inclina más en ponerle esa etiqueta a Samantha Jones.

Pero centrémonos en el papel de Sarah Jessica Parker: ganaba lo suficiente como para permitirse unos (muchos, en realidad) Manolos con tan solo escribir una columna semanal desde casa, salía, tenía citas, se atrevía a probar combinaciones de ropa estrambóticas y se pasaba la vida de risas—y algún que otro llanto— con sus amigas.

¿Quién no iba a querer la vida de Carrie? En serio, las que éramos preadolescentes y adolescentes en aquel momento soñábamos con ser ella. Porque eso era lo que significaba ser periodista y escritora hace 25 años, ¿no?

Vale, era ficción. Ni siquiera en aquel momento hubiese sido factible que una persona sola alquilase un piso y viviese a todo lujo en Manhattan. Hasta ahí, todas de acuerdo.

Pero hay que reconocer que, a pesar de las incongruencias, Carrie marcó tendencia. Se convirtió en el faro que guiaba a muchas. Como lo hicieron sus amigas.

De pronto estaba bien cambiar de pareja y no conformarse en el aspecto romántico. ¿Que decidías priorizarte a ti misma? Perfecto, Samantha te enseñaba cómo.

Fotograma de un capítulo de 'Sexo en Nueva York'.

¿Que querías una relación más tradicional e, incluso, dedicarte por completo a tu familia durante una temporada? No pasa nada, Charlotte te demuestra que eso también está bien.

¿Que decidías no perdonar de buenas a primeras una infidelidad o formar una familia, pero seguir avanzando en tu carrera? Ahí estaba Miranda.

¿Que encuentras al amor de tu vida y decides no tener hijos? Carrie te demostraba cómo hacerlo con estilo.

El mundo de Carrie

Así que sí, podríamos decir que Carrie fue la primera influencer en un mundo en el que internet no servía para lo mismo que ahora. Sin embargo, no está tan claro que And Just Like That… mantenga ese espíritu rompedor.

Sí, aborda temas que están candentes ahora, en la sociedad de hoy. Pero no los pone sobre la mesa, sino que los toma prestados de la vida real. Así que podría decirse que más que influenciar a la sociedad… estaría influenciada por ella, ¿no?

Además, a veces da la sensación de que los incluye un poco con calzador para que esa Nueva York que dibuja no esté tan alejada de la realidad.

Aunque aun así lo está. Si ya en la serie original las protagonistas vivían en un mundo que se alejaba bastante del que transitan el común de los mortales, en la secuela se cuelan en el privilegio de la élite.

Vale que con el paso de los años se suponga que se avanza, los sueldos crecen, incluso puede que los ahorros… pero esa idea se parece demasiado a la de la eterna bonanza que se vendía a principios de siglo.

Después de varias crisis, una pandemia mundial y varias burbujas, ¿tiene sentido que Carrie, Miranda o Charlotte sigan teniendo las mismas vidas? Y, especialmente, ese poder adquisitivo.

Vale que nunca es tarde para cambiar. Pero ¿dejar tu casa y tu familia, además de tu trabajo, para empezar de cero como becaria?

El giro completo de Miranda, por ejemplo, es un salto de fe que no me acaba de quedar claro si empodera o si nos aleja del personaje —cuando me pueda volver a permitir ser becaria, y hacerlo sin red, os cuento… quizá a los 50, quién sabe—.

Toda esta reflexión solo para llegar a una conclusión: nada ha cambiado en el mundo de Carrie, Miranda y Charlotte —a Samantha, desde la lejanía, parece irle mejor que nunca—.

Nada se ha tambaleado de verdad, más allá de alguna ruptura o muerte que ahora se me antoja menos rotunda e impactante de lo que esperaba que fuese.

Ahí, tal vez, radiquen los problemas de la serie. Si bien muchas la seguimos por pura nostalgia, la realidad de Carrie está a años luz de lo que podríamos tan siquiera soñar.

Al menos, en esta tercera temporada de And Just Like That… siempre nos quedará Aidan (para las que siempre estuvimos en su equipo).