Esta semana comenzaba con la noticia de que el gobierno de China iba a modificar su política de natalidad ampliando el número de hijos por familia de dos a tres. Un cambio que llega poco después del censo publicado a principios de mayo que alertaba de un radical descenso de la maternidad

Aunque han pasado 10 años desde que se realizó el último análisis de natalidad del país, esta muestra retrata que los nacimientos han caído a su nivel más bajo desde la década de 1960. Y aunque existen muchos factores que han producido que la natalidad en China haya disminuido, la desigualdad ocasionada por el sistema patriarcal chino tiene mucho que ver. 

Muchos atribuyen esta disminución a las políticas de control de la natalidad, pero también es importante tener en cuenta el ascenso de un empoderamiento de la mujer joven china. Cada vez más mujeres se plantean no tener hijos a corto plazo y prefieren invertir tiempo y recursos económicos a su propio desarrollo personal y profesional. 

En una entrevista realizada por la BBC, una de las jóvenes chinas afirmaba que ella "quiere vivir su vida sin las preocupaciones constantes" que implica la crianza. "Tengo muy pocos conocidos que tengan hijos, y si los tienen, están obsesionados con conseguir la mejor niñera o matricularlos en las mejores escuelas. Suena agotador", relata. Unas declaraciones que ofreció a la BBC bajo condición de anonimato, ya que, según explica el medio, afirmaba que "su madre se sentiría devastada de saber lo que piensa sobre el tema". 

Política de natalidad

La preferencia de descendencia masculina frente a la femenina en las familias chinas supone un problema a la larga. La existencia de una desigualdad de género en el país (en 2020 había 34,9 millones más de hombres que mujeres) puede ser una consecuencia de la política de un único hijo introducida por el gobierno en 1979. 

"Esto plantea problemas para el mercado matrimonial, especialmente para los hombres con menos recursos socioeconómicos", indica la doctora Mu Zheng, del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional de Singapur a la BBC. 

Las nuevas generaciones se plantean mucho más su futuro vinculado a la maternidad. Gtres

Aunque en 2016, el gobierno modificó esta política y amplió a dos hijos por pareja, la caída de la tasa de natalidad continúa descendiendo. El Gobierno de China ha anunciado este lunes que permitirá a las parejas tener hasta tres hijos, en un cambio de sus duras políticas de natalidad que tiene como objetivo "responder al envejecimiento de la población" en el gigante asiático.

Mientras estuvo en vigor esta ley, "la ley del hijo único", se denunciaron "numerosas violaciones de los derechos humanos como abortos forzados, esterilizaciones también forzadas, asesinatos de bebés recién nacidos y, en consecuencia, muchísimos abandonos y tráfico de menores", cuenta Inés Haixun, de la plataforma Antirracismo Asiático en su cuenta de Instagram, donde también compartía mensajes de compañeras que ven esta medida más como un interés político que como un avance en los derechos de las mujeres y en la libre elección del número de hijos que desean tener. 

"Qué triste que las mujeres solo puedan ejercer sus derechos reproductivos con el permiso del gobierno... Siempre lo colectivo por delante de los derechos individuales", escribía una de ellas. La decisión ha sido adoptada por el Comité Político del Partido Comunista de China (PCCh), que ha resaltado que entre los objetivos figuran "mejorar la estructura poblacional" y "preservar las ventajas en recursos humanos en el país", según ha informado la agencia china de noticias Xinhua.

Los datos 

Según el último censo publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas de China durante 2020 nacieron doce millones de personas, un descenso respecto a los 14,6 millones de 2019.

La pirámide poblacional de China se caracteriza por tener runa estructura de edad invertida, lo que supone que hay un mayor número de personas mayores que jóvenes.

También hay que tener en cuenta las diferencias entre las poblaciones cosmopilitas de ciudades como Pekín o Shanghái frente a las comunidades que habitan en las zonas rurales, donde la tradición de tener familias numerosas sigue latente.

Auge del feminismo

Este descenso se puede entender como una respuesta a un aumento del pensamiento feminista entre las nuevas generaciones chinas. La maternidad ya no se toma como una obligación o el único destino de la mujer, sino que por fin se produce un avance del movimiento a nivel global que permite un abanico más amplio de objetivos vitales para las mujeres. En el caso de China, donde el machismo continúa impregnando muchos aspectos de la tradición, también se ve reflejado. 

Voluntarias ayudando en los cultivos de té chinos. Gtres

La existencia de una gran diferencia entre generaciones y la modificación de la percepción de la mujer en la sociedad ha acarreado que muchas jóvenes chinas tengan una opinión distinta a la de sus madres en torno a los conceptos de familia y maternidad. 

La escasez de ayudas a la educación y la crianza de los hijos (que recae sobre todo en ellas) es otro factor determinante a la hora de optar por un estilo de vida u otro, ya que las mujeres deben hacer frente al techo de cristal presente en el ámbito profesional y el sexismo que existe de puertas para dentro en el hogar. 

Consecuencias

¿Qué está pasando en los países desarrollados? ¿El avance supone una disminución de la natalidad? Es evidente que en la actualidad se da una mayor importancia a la educación o el ámbito profesional (donde la mujer está intentando romper el techo de cristal) que al planteamiento familiar de la paternidad y la maternidad. 

Una vendedora en una tienda de deportes de Jinjiang Gtres

Este cuestionamiento de la maternidad por parte de la mujer es entendible cuando se analiza a fondo la cultura sexista que recorre el país y que tiene fuerza sobre todo en las zonas más humildes o campestres. Además de la escasez de ayudas por parte del gobierno para apoyar a las parejas jóvenes, donde son ellas las que quedan relegadas al cuidado de los hijos y el hogar. 

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