"Con todos los problemas, la difamación, los insultos... Vendrá bien que la prensa española hable de nosotras", contesta la marroquí Ibtissame Betty Lachgar cuando MagasIN le propone una entrevista para contar su historia unida al Movimiento Alternativo por las Libertades Individuales (MALI).

Es el único colectivo de desobediencia civil en Marruecos, cuyas acciones en ocasiones desembocan en persecución o detención por parte de las autoridades. Sin embargo, Betty Lachgar no tiene miedo.

Todo comenzó con un célebre picnic al aire libre a plena luz del día durante el ramadán de 2009. Un grupo de activistas intentaron sacar unos bocadillos para comer en la estación de tren de Mohamedia, una localidad costera entre Rabat y Casablanca. El objetivo era denunciar el artículo 222 del código penal marroquí, que castiga la ruptura de ayuno durante el mes sagrado con hasta seis meses de cárcel. Enseguida fueron rodeados por un centenar de policías.

Después Lachgar organizó el primer orgullo gay en el centro cultural holandés de Rabat, colaboró con el barco de la ONG holandesa Woman on Waves, que se usa para realizar interrupciones del embarazo en aguas internacionales; convocó un kiss-in delante del Parlamento en solidaridad con una pareja de adolescentes detenidos por besarse; tiñó de rojo las fuentes del centro de la capital marroquí con motivo del Día internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres; y ahora lidera la campaña contra los test de virginidad #StopVirginityTest.

Ibtissame Betty Lachgar.

Ni los ataques ni las detenciones ni las amenazas han podido con esta psicóloga clínica mitad marroquí mitad francesa. Ha renunciado a vivir en Europa a tiempo completo para seguir combatiendo y luchando por las libertades de las mujeres en Marruecos. Es infatigable. Atiende a MagasIN, entre una sesión de fotos y una entrevista para la BBC. La fuerza y la valentía también son rasgos de su personalidad.

Superó un cáncer grave con solo 20 años. Ahora vuelve a lucir la cabeza calva. Se ha rapado el pelo, pero por otro motivo bien diferente: luchar contra la imagen patriarcal de feminidad que llevan a cuesta las mujeres.

Pregunta.- ¿Considera que la sociedad civil marroquí entiende las causas por las que lucha MALI?

Respuesta.- No, la sociedad civil entiende bien el código de MALI. La gran diferencia es que Mali es vanguardista, y comenzamos a hablar en Marruecos de ciertos temas sensibles y tabú, como la libertad individual, la libertad de conciencia, la homosexualidad, la libertad sexual, el aborto, etc. Y, sobre todo, MALI no forma parte de lo políticamente correcto. La desobediencia civil y las acciones son las cosas que los medios militantes marroquíes todavía no han integrado. Sí lo han hecho en Latinoamérica o Europa, pero en la región MENA es muy raro, solo Túnez ha empezado un poco. Son métodos que todavía no están integrados en la cultura militante.

P.- ¿Cuál podría ser la solución para educar a esta sociedad?

R.- Continuar haciendo campañas y acciones; acudir a los espacios públicos y hablar sobre estos temas. Es necesaria más movilización entre asociaciones y colectivos para hacer cosas. Paralelamente a la militancia civil, pienso que el Estado juega un rol en la educación. El ministerio de Educación Nacional tiene que mejorar y cambiar el programa escolar y difundir los mensajes a través de los medios. Hay muchos temas que no son tratados. Es un poco complicado tocar temas como la libertad individual y los derechos de las mujeres en una sociedad misógina con un partido en el poder islamista.

P.- ¿Qué problema urge resolver en Marruecos?

R.- Para mí los derechos humanos, los universales, que están prohibidos. Muchos, incluso militantes, confunden derecho y necesidad. No podemos luchar por los derechos y poner el derecho a un lado. Es indivisible, y cuando mueves uno, a la fuerza vamos a mover otro, juntos. El derecho a la sanidad es esencial prioritario, el derecho sexual y reproductivo. No debemos olvidar que hay personas detrás que son potenciales víctimas, tenemos que respetar los derechos humanos y la dignidad. Sin dejar a un lado que las primeras víctimas son las mujeres y las niñas.

P.- Se ha ido remendando el código penal marroquí, pero no hay un cambio definitivo de ese texto.

R.- No solo está el Código Penal, sino también el Código de la Familia, la Mudawana, con artículos sexistas y liberticidas. Se necesita más que una reforma, una refundación. Hay que comenzar de cero. Hay que quemarlo y recomenzar. Nuestra lucha es laica porque hay que separar la religión y la política, que la religión no forme parte de la vida privada. El cambio va a ser muy difícil, lo veo imposible. Creo realmente que la lucha por la laicidad y la libertad de conciencia es el pilar número uno para poder acceder a nuestra libertad.

P.- Los marroquíes siempre hablan de "esquizofrenia" entre los diferentes niveles de leyes -la jurídica, la de la calle y la islámica. ¿Es eso lo que crea esa especie de confusión?

R.- Sí, hay una hipocresía social, y es una lucha también de MALI. Es por eso quizás que la lucha de MALI no se comprende. He sufrido este año muchos ataques porque he dicho abiertamente las cosas, e incluso la gente progresista estaba sorprendida, porque es educada en la cultura de esconderse. Es una urgencia intentar deconstruir esa hipocresía social de esconderse. No es así como podemos esperar el cambio de la ley y la mentalidad.

P.- Parece nunca tiene miedo... ¿Cómo gestiona todos esos ataques?

R.- No, jamás siento miedo, nada. A pesar de la policía, de los arrestos, de las condenas, y las agresiones por la gente que te odia. Lo más difícil son los ataques de personas que me desean el mal, los ataques de difamación y de calumnias. Actualmente soy víctima de acoso por una persona, la conozco, le cerré todas las puertas, la bloqueé; pero no ha servido de nada. Esa admiración, ese amor que sentía por mí se transformó en odio y en deseo de venganza. Contactó con personas para hablarles mal de mí y decir que va a intentar agredirme. Es la primera vez que soy víctima de un acosador.

P.- ¿Por qué sigue viviendo gran parte del año en Marruecos cuando lo podría hacer tranquilamente en Francia?

R.- Soy activista nómada, así que recorro todo el mundo, pero oficialmente, resido en París. Sin embargo, estoy regularmente en Marruecos porque es mi terreno de militarismo y porque vive mi madre, que está sola. Milito por todo, soy vagabunda, y viajo a todos los países. Soy universalista, y ciudadana de mundo, para mí los derechos y las libertades, particularmente los de las mujeres y los menores, no tienen fronteras, ni nacionalidad. Y no tengo preferencia, pero Marruecos es un país que conozco bien, la ley, las prácticas, la tradición, además MALI nació en Marruecos y son las razones por las que es un terreno en el que yo me siento verdaderamente cómoda, y soy una experta que me permite luchar más que si estuviera en México, por ejemplo. Yo lucho en diferentes países de diferentes maneras, unas veces, participo en un coloquio, otras en el terreno con las asociaciones feministas o LGTBI. Y acompaño a las víctimas de discriminación, víctimas de violencia, etc. Francia es mi terreno también, después España y Bélgica.

P.- De hecho, ha intervenido en varias acciones reivindicativas en España. ¿Cómo ve la salud del militarismo en el país vecino?

R.- España está muy bien organizada. En Marruecos no hay todavía la cultura de las acciones revolucionarias, rebeldes, etc. En España, sí. Están muy avanzados en muchas cuestiones, como la violencia machista. Encuentro que en las manifestaciones hay mucha gente. Me he quedado sorprendida hasta qué punto hay una fuerte movilización, sobre todo del movimiento feminista, están muy avanzados. Es una cuestión de derecho de las mujeres, ya mucho más fuerte que en Francia.

P.- Participó en las manifestaciones del 20 de febrero en 2011. ¿Qué valoración haría del movimiento de la Primavera Árabe marroquí que acaba de cumplir su décimo aniversario?

R.- Fue una excelente experiencia, un movimiento que ha pasado a la historia con esas manifestaciones. Lo positivo es que permitió liberar un poco. Hay una cierta libertad de expresión gracias al Movimiento 20F. Hay pequeños grupos de jóvenes que gracias al 20F pusieron en marcha colectivos, actividades, grupos artísticos, etc. Los temas estaban ya antes pero ese movimiento del 20F fue el que los hinchó, les dio coraje para llevarlos a cabo y tener reivindicaciones en cuestiones como la libertad artística, de las mujeres y del colectivo LGTBI.

P.- Este año, Marruecos celebra elecciones legislativas, ¿alguna salvación para defender las libertades individuales?

R.- No, no, para esperar una defensa real de las libertades individuales si no cogemos el toro por los cuernos, si no hacemos frente, si no hay removilización, si no hay una audacia, una osadía, seguiremos como hasta ahora. Las reivindicaciones son siempre políticamente correctas. No podemos enfrentarnos a los enemigos de las libertades individuales, que son los islamistas, los conservadores, demandando gentilmente el derecho y la libertad. La militancia no tiene que pedir, sino arreglar, sobre todo en cuanto a mujeres y minoría.