Montar un taller especializado no siempre es una historia de éxito inmediato ni de beneficios constantes. Kike, mecánico especializado en coches italianos y responsable del taller Fiorano, lo explicó sin rodeos durante una entrevista en el canal de YouTube Al Corte, donde repasó su trayectoria profesional, la realidad económica de las restauraciones y las decisiones difíciles que ha tenido que tomar para mantener su línea de trabajo.
Un taller especializado nacido desde cero
Kike explicó que montó su taller a principios de los años 2000 sin formación reglada en mecánica y con un perfil totalmente autodidacta. Tras estudiar criminología y derecho, decidió dedicarse a lo que más le gustaba y pidió un crédito para abrir un taller especializado en coches italianos, principalmente Alfa Romeo, en una época en la que fuera de los concesionarios no existían este tipo de especialistas.
Desde el inicio apostó por un nicho muy concreto, rechazando trabajos que no encajaban con su criterio técnico. Aseguró que siempre priorizó la excelencia y la especialización frente a hacer “un poco de todo” para sobrevivir, aunque reconoció que ese camino implicó errores, pérdidas económicas y muchos años de prueba y error.
Restauraciones: pasión, riesgo y pérdidas económicas
Uno de los puntos más claros de la entrevista fue su visión sobre las restauraciones. Kike explicó que son trabajos muy gratificantes a nivel técnico, pero extremadamente complejos desde el punto de vista empresarial. Señaló que en muchas ocasiones no hay un precio cerrado ni un plazo definido, ya que cada coche es “una caja de sorpresas” una vez se desmonta.
Por ese motivo, afirmó que actualmente desaconseja a muchos clientes restaurar un coche desde cero y les recomienda comprar una unidad ya terminada. Cuando acepta un proyecto, lo hace bajo contrato, con provisión de fondos, sin presupuesto cerrado y facturando horas y materiales de forma periódica. Según reconoció, “me ha tocado perder dinero muchas veces en restauraciones”, especialmente cuando el cliente no es consciente del tiempo y los costes reales que implica el proceso.
Mantener una línea de trabajo, incluso rechazando encargos
Kike también explicó que ha rechazado trabajos bien pagados cuando no encajaban con su filosofía. Puso como ejemplo restauraciones en las que el cliente quería modificar colores originales o realizar cambios que consideraba inapropiados para el modelo. En esos casos, aseguró que prefería perder el encargo antes que comprometer su forma de trabajar.
Según afirmó, su prioridad siempre fue que el trabajo reflejara quién es como profesional, incluso si eso implicaba renunciar a ingresos. Esa misma filosofía la aplicó durante la época del auge del tuning, donde se centró en mejoras técnicas de chasis, frenos y motor, alejándose de modificaciones estéticas sin sentido funcional.
La dificultad de gestionar un taller hoy
El mecánico también habló de la complejidad creciente del sector. Explicó que los talleres actuales se enfrentan a vehículos cada vez más complejos, con electrónica avanzada y procesos de reparación largos. En su caso, señaló que ahora mismo limita la entrada de nuevos proyectos de restauración porque no puede garantizar plazos ni asumir más carga de trabajo sin riesgo económico.
Indicó que aproximadamente un 30% de su actividad actual está relacionada con restauraciones, aunque su objetivo es reducir ese porcentaje. La búsqueda de piezas descatalogadas, la fabricación de componentes y la dependencia de proveedores internacionales hacen que muchos proyectos se alarguen durante años.
Una visión crítica sobre la industria del automóvil
Durante la entrevista, Kike también fue crítico con la evolución del sector. Afirmó que muchas marcas europeas han perdido su ADN y que competir directamente con los fabricantes chinos es “una guerra perdida”. Según explicó, la única vía de supervivencia pasa por reforzar la identidad de marca y ofrecer un valor añadido que vaya más allá del precio.
En el caso de Alfa Romeo, defendió que el producto es sólido, pero señaló carencias en la red posventa y en la atención al cliente, algo que, según dijo, empuja a muchos propietarios de modelos como el Giulia Quadrifoglio a acudir a talleres especializados como el suyo.
