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Muchos conductores siguen convencidos de que cuantos más cilindros tenga un motor, mejor será su rendimiento. En talleres, foros y conversaciones de carretera, la premisa se repite como un dogma. Sin embargo, cuando se comparan las cifras y el comportamiento real de cada arquitectura mecánica, la teoría empieza a tambalearse, tal como lo hizo Máximo, divulgador del canal Garaje Hermético.

La “guerra de los cilindros”: qué aporta realmente cada configuración

El especialista repasó en su análisis todos los motores por número de cilindros, desde los bicilíndricos hasta los W16, para mostrar sus ventajas, limitaciones y usos. Sobre los dos cilindros, explicó que representan “la mínima expresión”: ligeros, eficientes y económicos, aunque con vibraciones elevadas y un funcionamiento áspero.

En cuanto a los tres cilindros, recordó que el downsizing los popularizó y que su gran baza es la eficiencia, aunque “siguen generando más vibraciones que un cuatro cilindros”.

Los cuatro cilindros, afirmó, constituyen “el punto de equilibrio”. Señaló que su versatilidad, suavidad razonable, mantenimiento contenido y tamaño adecuado justifican que entre el 60% y el 80% del parque automovilístico europeo utilice esta configuración.

Más arriba situó a los cinco cilindros, una arquitectura que calificó como “una nota discordante” con un sonido “embriagador”. Y sobre los seis cilindros, declaró que son “el motor ideal” por su equilibrio perfecto y su suavidad natural, especialmente en línea.

Cuando los cilindros escalan: sonido, exclusividad y límites lógicos

En el territorio de las altas prestaciones, Máximo destacó que los V8 ofrecen “un sonido visceral y contundente”, aunque penalizan por peso, tamaño y complejidad. De los V10, comentó que poseen un carácter muy particular y un sonido heredado de la Fórmula 1, pero también una mecánica delicada.

Los V12, afirmó, representan “el máximo refinamiento”: suavidad absoluta, ausencia de vibraciones y entrega continua de potencia, aunque con consumos y costos considerablemente superiores.

Al hablar de los W16, presentes en modelos como Bugatti, fue claro: son motores “más allá de la lógica”. Resumió su postura señalando que, pese a su exclusividad, “no hacen falta 16 cilindros” porque no aportan mejoras reales frente a un buen V12.

“No más cilindros no siempre es mejor”: la conclusión

Tras analizar uno por uno los beneficios y límites de cada arquitectura, Máximo dejó una idea central: “No más cilindros no siempre es mejor”, expresó. El número adecuado depende del uso, del tipo de vehículo y de las prioridades del fabricante y del conductor.

Incluso propuso cuál sería el motor ideal para un coche medio de 2025: un cuatro cilindros turbo de 1.5–1.6 litros con algún tipo de hibridación, entre 130 y 160 CV, etiqueta ECO y consumos contenidos. Una mecánica que, según explicó, ofrece equilibrio, eficiencia y costes razonables.