Durante diez años, Alin vivió en Inglaterra con un único objetivo: aprovechar unas condiciones salariales que en su país le resultaban imposibles. Trabajó como camionero, recorrió miles de kilómetros y llegó a ganar 200 libras al día, una cifra que le permitió ahorrar y sostener una vida digna lejos de casa. A pesar de ello, y contra lo que muchos esperarían, decidió abandonar ese empleo para regresar a Rumanía y dar forma a un proyecto que llevaba tiempo imaginando. “Renuncié a mis ingresos allí para cumplir un sueño”, explica.
Diez años como camionero en Inglaterra
Alin pasó una década en Coventry, una ciudad situada a unos 160 kilómetros de Londres. Durante ese tiempo trabajó para empresas de transporte conocidas como Amazon, Eddie Stobart o Hermes. Fueron años duros, con jornadas exigentes y poco margen para el descanso, pero que le sirvieron para alcanzar la estabilidad económica que buscaba.
Según cuenta, su vida se movía entre rutas interminables, turnos que variaban cada semana y la sensación constante de estar allí solo para trabajar. Aun así, reconoce que aquellos años fueron necesarios para dar el paso que siempre había querido dar: “Gané bien en Inglaterra y respeto ese país, pero Rumanía es más bonita”.
El regreso a Rumanía para construir un sueño
Con los ahorros acumulados durante su etapa en el Reino Unido, Alin compró un terreno en un pequeño pueblo del condado de Gorj, en la región histórica de Valaquia. Allí empezó desde cero la construcción de una nave y la puesta en marcha de lo que ya define como la primera granja de codornices de la zona. “Compré un terreno, construí una nave y senté las bases de la primera granja de codornices del condado de Gorj”, afirma con orgullo.
La inversión supera las 50.000 libras y su objetivo es que el proyecto crezca hasta convertirse en una referencia a nivel nacional.
Alin lo tenía claro. Había cumplido su meta económica y quería reconstruir su vida donde siempre se sintió en casa. “Mi lugar está aquí, entre las colinas, al aire libre”, asegura.
