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La eterna comparación entre camioneros autónomos y asalariados vuelve a escena con la claridad de quien ha vivido el sector desde dentro. Jordi, empresario y conductor con años de experiencia, expuso en una conversación extensa por qué considera que ser autónomo ofrece una ventaja económica relevante frente a trabajar bajo una compañía, aunque reconoce que es un camino exigente, lleno de responsabilidades y no apto para todos.

Las diferencias económicas entre ser autónomo y asalariado

Durante su análisis en el canal de YouTube Rutas de Éxito, Jordi partió de una premisa clara: un conductor asalariado puede costar en Cataluña alrededor de 3.800 euros mensuales a la empresa, entre sueldo, IRPF y Seguridad Social. Sin embargo, ese mismo trabajador percibiría únicamente entre 1.900 y 2.000 euros netos.

Frente a esto, explicó que un autónomo que factura esos mismos 3.800 euros, más el IVA correspondiente, dispone de mayor capacidad para gestionar gastos deducibles antes de pagar impuestos, lo que, en su opinión, se traduce en un “poder adquisitivo más grande”.

Para Jordi, esta diferencia marca un punto crucial. Defendió que el autónomo opera con un margen de maniobra superior y que, siempre que sepa defender sus precios y mantener un control estricto de costes, la estructura económica le favorece. Aún así, subrayó que el modelo no funciona si no se acompaña de disciplina, criterio y una gestión sólida.

El valor y los desafíos de ser autónomo en el transporte

A lo largo de la conversación, Jordi insistió en que ser autónomo es “ser un superhéroe”. Reconoce las ventajas, pero también verbaliza su parte más dura: la obligación de no parar nunca. Relató, por ejemplo, cómo programaba los nacimientos de sus hijos para un viernes por la tarde con el fin de volver al trabajo el lunes, reflejando hasta qué punto la responsabilidad económica condiciona la vida personal cuando se trabaja por cuenta propia.

El empresario defendió que el sector necesita tanto autónomos como empresas de todos los tamaños, pero sostiene que la figura del autónomo es especialmente valiosa porque puede competir en precios ajustando sus propios gastos. Aun así, recordó que ese modelo exige valentía, capacidad de sacrificio y una mentalidad emprendedora.

La clave del crecimiento: márgenes, eficiencia y profesionalización

Más allá del debate entre autónomos y asalariados, Jordi reflexionó sobre cómo debería gestionarse una empresa de transporte en la actualidad. Apuesta por invertir antes en mejorar márgenes que en aumentar flota, defendiendo que la salud de una empresa se mide por su rentabilidad y no por el número de camiones.

Asimismo, detalló algunos indicadores que utiliza para evaluar la eficiencia: consumo al ralentí, pulsaciones de freno o trayectos comparados entre conductores. Para él, estos datos no solo revelan el rendimiento, sino también el estado emocional del trabajador, algo que consideró fundamental para garantizar seguridad y profesionalidad.

Un sector en constante presión y la importancia de profesionalizarlo

Jordi también abordó los retos estructurales del transporte en España, donde la presión de la industria y la picaresca histórica han condicionado la percepción del sector. Abogó por seguir aumentando el nivel de profesionalidad y por adaptarse a cambios que considera necesarios, como la adopción de los camiones de 44 toneladas, un tema sobre el que se muestra plenamente a favor.

Según explica, estos vehículos ya podrían haberse empleado hace años y cuentan con la capacidad técnica suficiente siempre que cumplan revisiones e inspecciones. Consideró que oponerse a ellos por motivos económicos es una postura comprensible en contratos antiguos, pero insiste en que el avance es inevitable y necesario.