Publicada

La imposición de aranceles al sector automotriz en el segundo mandato de Donald Trump tenía un doble objetivo: por un lado, proteger a la industria automovilística norteamericana; y, por otro, volver a llenar las fábricas nacionales de coches y de trabajadores.

Y menos de un año después desde que tomase posesión como presidente de EEUU, el magnate norteamericano lo ha conseguido. Los grandes grupos automovilísticos se han visto obligados a destinar una ingente suma de capital con el fin de evitar los aranceles a las importaciones de vehículos.

Ni son todos los que están ni están todos los que son, pero el movimiento por parte de unos cuantos consorcios es claro: es mejor no enfadar a un presidente cuya técnica de negociación es el chantaje. De hecho, sólo con las inversiones de Grupo Hyundai, Stellantis y General Motors se ha asegurado inversiones por casi 44.000 millones de dólares para los próximos cuatro años.

El Grupo Hyundai fue el primero en anunciar unas inversiones multimillonarias en el segundo mercado más grande del mundo.

El consorcio surcoreano, propietario de la marca homónima, de Kia y de Genesis, anunció una inversión histórica en EEUU a finales de marzo, antes de la entrada en vigor de los aranceles, que por entonces se situaban en el 25%.

Entonces, el Grupo Hyundai se comprometió a invertir 21.000 millones de dólares en EEUU hasta 2028. Una cifra que se vio incrementada hasta los 26.000 millones de dólares a finales de agosto, pocos días antes de que las autoridades migratorias llevasen a cabo una redada masiva en una planta de Hyundai en su planta del estado de Georgia.

Se trata de la mayor inversión en la historia del consorcio automovilístico surcoreano. En él se contempla ya no sólo la producción de más vehículos, sino también la producción de acero y robótica.

Con todo, el grupo surcoreano prevé la creación de 25.000 nuevos puestos de trabajo cuando finalice el plan estratégico en 2028.

Pero no hay que llamarse a engaño, la industria de EEUU dejó de ser competitiva hace varios años.

Los denominados Detroit Big Three, fabricantes como Ford, General Motors o Stellantis -actualmente, tan sólo General Motors mantiene su sede en Detroit-, se vieron obligados a desviar sus inversiones a Canadá o México.

Y, pese a que mantienen actividad en su mercado local, esta ha ido reduciéndose en los últimos años debido a los altos costes laborales que tiene la producción en EEUU.

Inversión histórica de Stellantis

El último consorcio en anunciar una inversión histórica en EEUU ha sido Stellantis. El consorcio francoitaloamericano destinará 13.000 millones de dólares a incrementar la producción un 50% en los próximos cuatro años.

El grupo, propietario de marcas como Jeep, Ram o Chrysler, entre otras muchas, asegura que se trata de la mayor inversión de la historia de la compañía en EEUU.

Dicho desembolso llevará aparejado la introducción de cinco nuevos vehículos en toda la cartera de marcas en segmentos clave, así como la introducción de un nuevo motor de cuatro cilindros.

Entre los modelos nuevos que se producirán en territorio norteamericano están el Jeep Cherokee y el Jeep Compass (Illinois), así como un nuevo SUV de autonomía extendida y la familia Wagoneer en Míchigan, mientras que la planta de Ohio se quedará con la fabricación de una nueva camioneta mediana, así como el Jeep Wrangler y el Jeep Gladiator.

Pero también contempla la creación de 5.000 puestos de trabajo en las factorías de Illinois, Ohio, Míchigan e Indiana.

Antonio Filosa, consejero delegado de Stellantis, aseguró la semana pasada que esta inversión "impulsará nuestro crecimiento, fortalecerá nuestra huella de fabricación y traerá más empleos estadounidenses a los estados a los que llamamos hogar".

GM destinará casi 5.000 millones

General Motors, el mayor fabricante de vehículos en EEUU, también se comprometió a desembolsar 4.000 millones de dólares en los dos próximos años en sus plantas norteamericanas.

Una inversión con la que se pretende incrementar la producción estadounidense de vehículos de gasolina y eléctricos. La nueva inversión le dará a GM la capacidad de ensamblar más de dos millones de vehículos al año en EEUU.

Esta inversión se destinará al desarrollo de nuevos vehículos en las factorías de Míchigan, Kansas y Tennessee. Cabe precisar que General Motors cuenta con 50 plantas de fabricación de vehículos y de componentes en 19 estados de EEUU, entre las que se incluyen 11 fábricas de ensamblaje de vehículos.

Cabe recordar que el gigante norteamericano ya anunció un plan de inversión de otros 888 millones de dólares en la planta que tiene en Nueva York con el fin de respaldar la producción del motor V-8 de nueva generación.

Más inversiones

Si bien es cierto que estos han sido los primeros anuncios de inversiones, no son los únicos. Se prevé una del Grupo Volkswagen, uno de los más afectados por los aranceles de Trump.

De hecho, falta por saber qué sucederá con la producción del Audi Q5, que actualmente se realiza en México. Dicho modelo, uno de los más populares del mercado norteamericano, se fabrica de forma exclusiva en San Luis de Potosí (México).

Según un estudio de Anderson Economic Group, los fabricantes estadounidenses asumirán el pago en aranceles de más de 10.600 millones de euros hasta este mes de octubre por las importaciones de vehículos y componentes procedentes de México y Canadá.

Ahora bien, ha habido otros fabricantes que también han anunciado el traslado de la producción a EEUU para no tener que abonar esta tasa adicional.

Es el caso de Honda, otro de los fabricantes más afectados por los aranceles, decidió trasladar la producción del Civic de Japón a EEUU. Concretamente, se fabricará en Indiana. Pero la multinacional nipona también se comprometió a incrementar la producción de vehículos un 30% en EEUU en dos o tres años. Esta medida permitirá a Honda cubrir el 90% de las ventas en el país con producción local.

Por último, Volvo Cars, perteneciente al consorcio chino Geely, trasladará la producción del XC60, su modelo más vendido a nivel mundial, de Suecia a Estados Unidos para evitar los aranceles de la Administración Trump.

El modelo pasará de fabricarse en Torslanda a Carolina del Sur a finales del año que viene. El XC60 superó recientemente al 240 familiar como su modelo más vendido de todos los tiempos, con más de 2,7 millones de unidades circulando por todo el mundo. Pero es que al cierre del primer semestre del año las ventas del XC60 supusieron una de cada tres entregas de la multinacional sueca.

Con todos estos movimientos, Donald Trump ha asegurado volver a llenar las fábricas norteamericanas de vehículos y trabajadores durante los próximos cuatro años. No es de extrañar que el sindicato automovilístico norteamericano UAW haya mostrado su deferencia por el presidente de EEUU a la hora de imponer aranceles a las importaciones. Todo ello pese a reconocer que incrementaría el precio de los vehículos para los consumidores nacionales.

Si bien el sindicato se apresuró a reconocer que la mayoría de sus afiliados se habían decantado por Kamala Harris en las elecciones del 5 de noviembre de 2024, ahora el presidente del mismo, Shawn Fein, defiende la política de Donald Trump. Todo un síntoma de cómo las automovilísticas se han visto doblegadas al tomar una decisión que será difícil de dar marcha atrás. Con todo lo que ello conlleva, claro está.