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En el corazón de Barcelona, entre el ruido de herramientas y el olor a caucho nuevo, Jordan celebra el inicio de una nueva etapa. Mecánico de bicis desde hace años y rostro conocido entre ciclistas locales, logró levantar su propia tienda con sus manos, sin depender de grandes inversiones. Cada pared, estante y mostrador fueron el resultado de semanas de trabajo físico y horas sin descanso. “Si lo hubiese pagado todo, estaría arruinado”, dice, entre risas cansadas, al recordar los días en que trabajaba hasta la madrugada para tenerlo todo listo.

El esfuerzo detrás del sueño

Durante dos meses, Jordan y su pareja, Step, transformaron un local vacío en un espacio vibrante dedicado al mundo de la bicicleta. Lo hicieron sin lujos, pero con ingenio y voluntad. A falta de presupuesto, reciclaron materiales, pintaron a mano y montaron el mobiliario pieza por pieza. “Hubo momentos en los que pensamos que no íbamos a llegar, pero seguimos”, cuenta Jordan.

El cansancio fue parte del proceso: jornadas de doce horas, fines de semana sin descanso y discusiones inevitables que, como él mismo admite al influencer Eric Ponce, “forman parte del precio de los sueños”.

No se trataba solo de abrir un negocio, sino de construir algo que lo representara. Durante la inauguración, muchos de los presentes conocían la historia desde los primeros días: cómo buscó el local, cómo se las ingenió para conseguir herramientas o cómo aprendió a colocar el cableado él mismo. “He pasado noches durmiendo aquí, en el suelo, solo para no perder tiempo al día siguiente”, confesó entre risas.

Pese al cansancio, la ilusión fue el motor. “Cada tornillo, cada tabla, cada detalle tiene una historia”, asegura mientras recuerda los días en los que todo parecía imposible. Su taller no nació de un gran plan empresarial, sino de la pasión por las bicicletas y la necesidad de demostrar que el trabajo manual todavía tiene valor. En sus palabras: “Aquí no hay nada que no haya pasado por mis manos”.

Una nueva etapa con apoyo del sector

Aunque la tienda es el resultado directo de su esfuerzo, Jordan no ha estado solo. Algunas marcas del sector, como Canyon, lo acompañaron en el proceso, reconociendo su talento y compromiso. “Nos conocimos en carreras y eventos. Él siempre estaba dispuesto a ayudar, y eso lo hace diferente”, explicó uno de sus colaboradores durante la inauguración.

La apertura fue un éxito: más de 300 personas se acercaron para celebrar el logro de un mecánico que pasó de reparar bicicletas en un pequeño garaje a dirigir su propio espacio profesional. Hubo música, amigos, clientes y muchas emociones compartidas. “Nos hemos querido matar entre nosotros unas cuantas veces, pero aquí estamos”, dijo bromeando entre aplausos.

“Esto recién empieza”

Jordan reconoce que el camino recién comienza. “Esto no es solo una tienda, es una nueva vida”, asegura mientras acomoda las primeras bicicletas en exposición. Los primeros días de apertura superaron sus expectativas y ya piensa en nuevos proyectos. “Quiero que este sea un punto de encuentro para los que aman pedalear, no solo un negocio”, explica.

Entre los asistentes, Pancho, amigo y ciclista, lo resume con admiración: “He visto muchas tiendas, pero ninguna con tanta alma como esta”. Jordan sonríe, se limpia las manos manchadas de grasa y repite la frase que parece definirlo: “Montamos esto con las manos, y con las mismas seguiremos pedaleando”.