Un coche es, en esencia, una máquina, compuesta por miles de piezas que, funcionando conjuntamente, consiguen sernos útiles en labores de desplazamiento, ofreciendo un mayor o menor nivel de confort, refinamiento, tecnología o imagen dependiendo del tipo de vehículo o de su precio. 

El motor es uno de los elementos más importantes y, a la vez, más complejos de un coche. Hablando de un propulsor térmico alimentado por combustibles de origen fósil, su funcionamiento está condicionado por la correcta actuación de sus cientos y cientos de componentes, que funcionando al unísono consiguen que el conductor no tenga que preocuparse de nada que no sea una revisión periódica y su repostaje con mayor o menor frecuencia. 

Sin embargo, cuando estrenamos un vehículo, es conveniente llevar a cabo un periodo de rodaje, algo que, si bien no es tan vital como hace décadas -algunos fabricantes afirman incluso que ni siquiera es necesario en la actualidad- servirá para que nuestro vehículo sea aún menos propenso a averías. 

Un propulsor nuevo, sin estrenar, necesita que todas sus piezas se "acoplen" entre sí de forma que las tolerancias -márgenes- entre ellas sean las menores posibles. A menor tolerancia entre piezas, mayor finura y rendimiento será capaz de entregar, siempre y cuando su utilización sea correcta. 

Un buen rodaje marcará, a buen seguro, la diferencia con el paso de los kilómetros. Es imperante no forzar al motor durante este proceso, de forma que no conviene mantener altas velocidades durante largos periodos de tiempo. Otro consejo es el de evitar, en la medida de lo posible, mantener una velocidad constante de forma continuada, ya que un motor necesita funcionar a diferentes regímenes para acoplarse de forma correcta. 

Un acelerón puede ser perjudicial parar el motor, pero conviene recordar que no sólo el motor se encuentra en periodo de rodaje. La caja de cambios también puede sufrir si la apretamos demasiado, ya que, al estar compuesta por decenas de piezas metálicas, éstas pueden soltar partículas y virutas metálicas que pueden dar lugar a un desgaste prematuro. 

Evitar los frenazos es también importante. Los sistemas de freno funcionan por fricción, pero en los primeros cientos de kilómetros los componentes que lo forman no están todavía al 100%, por lo que nos podemos encontrar ante una respuesta no tan intensa como deberíamos ante una solicitud de emergencia. Los neumáticos también se montan con una ligera capa de protección, por lo que su agarre puede no ser idóneo hasta que hayan rodado unos kilómetros. 

No es recomendable utilizar con brusquedad los componentes mecánicos del vehículo. En una industria en la que la sobrealimentación está plenamente extendida, respetar los tiempos de calentamiento y enfriamiento nos será de gran ayuda para conservar en plena forma estos caros y complejos componentes.