Durante las fiestas navideñas, el ambiente en casa cambia por completo: visitas, ruidos, música, petardos, luces y cambios de rutina que, aunque para las personas son sinónimo de celebración, para muchos perros y gatos pueden resultar abrumadores.
Esta sobrecarga sensorial y social puede hacer que los animales se sientan inseguros y desbordados, y lo expresen a través de su comportamiento y su cuerpo.
Las señales de estrés
Los animales rara vez "exageran": cuando algo en su entorno les incomoda o les supera, empiezan a mostrar pequeñas pistas que conviene aprender a identificar.
"Esconderse con más frecuencia, jadear sin motivo aparente, mostrar temblores, perder el apetito, comportarse de manera destructiva o presentar una actividad nerviosa constante son indicadores claros de que algo no va bien", afirma la veterinaria Elisenda Saperas.
En perros, pueden aparecer conductas como paseos inquietos por la casa, gemidos, búsqueda desesperada de atención o, al contrario, aislamiento repentino.
En gatos, son frecuentes las huidas a lugares altos o muy escondidos, el acicalamiento excesivo, el rechazo al contacto o cambios en el uso del arenero. Todos estos signos, especialmente si surgen o se intensifican en Navidad, señalan que el entorno y el ritmo de la casa les están pasando factura.
Cómo ayudarles en casa
Cuando se detectan estas señales, la prioridad es reducir la carga de estímulos que los está alterando.
"Conviene ofrecerles un entorno tranquilo, con un espacio propio bien definido donde puedan retirarse sin ser molestados, lejos del ruido, de la música alta y del tránsito constante de personas".
Ese rincón debe contar con cama cómoda, agua fresca y, en el caso de los gatos, acceso a arenero y escondites seguros.
También es importante evitar regañarles por comportamientos derivados del miedo o la tensión, como romper objetos, ladrar más de lo habitual o esconderse. Castigar o increpar en estos momentos solo aumenta su inseguridad.
En su lugar, se recomienda mantener rutinas lo más estables posible (paseos, comidas, horarios de juego) y ofrecer actividades calmadas: juegos suaves, masticación segura en perros o rascadores y juguetes tranquilos en gatos.
Cuándo pedir ayuda profesional
Si, a pesar de adaptar el entorno, los signos de malestar se mantienen o se intensifican, es momento de consultar con un profesional, ya sea el veterinario o un especialista en comportamiento.
La intervención temprana puede evitar que un episodio puntual de estrés se convierta en un problema crónico de ansiedad o miedo asociado a determinadas situaciones o épocas del año.
"Los animales no pueden explicar con palabras cómo se sienten; somos nosotros quienes debemos aprender a leer sus señales", recuerda Elisenda Saperas.
Prestar atención a esos cambios, tomarlos en serio y actuar en consecuencia es una forma esencial de cuidado, especialmente en unas fiestas pensadas para compartir, pero que solo serán realmente felices si también tienen en cuenta el bienestar emocional de perros y gatos.
