"¿Alguna vez te has preguntado cuándo deja de crecer tu gato?", dice Alexia, educadora felina, en un vídeo de YouTube. La mayoría de la gente supone que los gatos detienen su crecimiento al cumplir el año, pero en verdad su desarrollo es un proceso mucho más largo y complejo de lo que generalmente se cree.
La experta explica que el desarrollo físico se divide en etapas claras: durante los primeros 6 meses, el crecimiento es rapidísimo; en esta fase, "el cuerpo se desarrolla, los músculos se forman, los huesos se fortalecen y el gato empieza a definir su carácter".
Aunque el crecimiento físico se frena a partir del año, la maduración, crucialmente, sigue. "Un gato de un año no es adulto emocionalmente todavía".
A esta edad, el felino aún se encuentra en la etapa de aprendizaje, gestionando su entorno, sus límites y sus relaciones. Muchos cuidadores creen que el gato ya está formado a los 12 meses, pero la realidad es que "todavía le queda por madurar y mucho".
La estabilización
Para los gatos domésticos comunes, el desarrollo completo suele estabilizarse entre los 18 meses y los 2 años. Sin embargo, la madurez física puede extenderse considerablemente en razas grandes.
"El Maincoun o el Bosque de Noruega pueden seguir creciendo hasta los tres o incluso cuatro años". El crecimiento, explica la educadora, no es un evento abrupto, sino una transformación continua. "No termina de golpe, simplemente cambia de forma".
La madurez felina
Alexia traza un paralelo entre la madurez felina y la humana, señalando que, al igual que las personas, los gatos cambian sus preferencias con los años. "A los 20 te apetece el ruido, movimiento, actividad y a los 40 lo que más valoras es la tranquilidad".
Este mismo principio aplica a los gatos. Mientras que de jóvenes tienen energía, son curiosos, exploradores, incluso algo intensos, con el tiempo se vuelven más selectivos.
Los gatos adultos eligen cuidadosamente dónde, con quién y cómo estar. "Esto no es un signo de que se vuelvan raros, es madurar". Este crecimiento a menudo genera dudas entre los dueños, quienes comentan: "Mi gato ya no juega como antes o se ha vuelto más independiente".
Sin embargo, como indica Alexia, la realidad es que el felino no se ha "apagado," sino que "solo está en otra etapa". Ya no busca la misma intensidad, sino estabilidad.
Valorar la paz
Esta necesidad de calma y previsibilidad también afecta su reacción ante cambios ambientales, haciendo que situaciones como mudanzas, obras, visitas o la llegada de nuevos gatos les afecten más que cuando eran jóvenes. "El gato mayor ha aprendido a valorar la paz a su manera y estar cómodo".
"Al final, si se aprende a ver estos pequeños cambios, a respetar su ritmo y sus nuevas necesidades, se estará acompañando su crecimiento real, el que no se ve, pero se nota".
El crecimiento verdadero, concluye, es más que hacerse grande; "es adaptarse, cambiar, dejar atrás lo que ya no sirve y quedarse con lo que da equilibrio".
Por ello, recomienda a los dueños: "más que preguntarte cuándo dejan de crecer, pregúntate cómo están cambiando". Crecer no es hacerse grande, es encontrar el equilibrio.
