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"Tu perro no sabe que se ha equivocado; solo quiere que dejes de enfadarte con él", escribe Bea, educadora canina especializada en Golden Retriever, en un post de Instagram. "La 'mirada de la culpabilidad' no nace de la conciencia moral, sino del miedo".

Millones de personas interpretan los gestos de sus mascotas desde una perspectiva humana, proyectando en ellas sentimientos y emociones que son exclusivamente nuestros. Sin embargo, las nuevas investigaciones científicas invitan a mirar más allá.

En estas situaciones, la escena suele repetirse: llegas a casa, descubres algo destruido y el perro, encogido, evita mirarte. Parece arrepentido, pero la ciencia cuenta otra historia.

"Lo que tú interpretas como remordimiento es, en realidad, un intento de apaciguamiento", explica Bea. De hecho, varios estudios respaldan esta tesis.

'En la mente de un perro'

Las investigaciones de la etóloga Alexandra Horowitz, documentadas en su libro En la mente de un perro, demostraron que lo que se interpreta como mirada de culpabilidad, no es en realidad una expresión de remordimiento.

Es una reacción aprendida para calmar o apaciguar a los humanos cuando perciben enfado o tensión. Además, muestran este comportamiento no cuando desobedecen, sino cuando perciben que su humano está irritado.

La mirada de culpa es una respuesta instintiva para evitar conflictos dentro del grupo. Su reacción depende de la expresión del humano, no de la autoconciencia sobre una supuesta falta.

"En el entorno doméstico, ese lenguaje va dirigido a ti. Él no siente culpa. Siente miedo y tensión". Los perros no poseen la capacidad cognitiva para reflexionar sobre normas morales.

Su reacción es inmediata: asocian el tono de voz, la expresión facial y el olor de su tutor con peligro. "El peludo no reflexiona". La culpa humana es moral y reflexiona: la respuesta canina es condicionada y emocional. Uno reacciona al pasado, el otro al presente.

Las señales de miedo

Cola baja, orejas hacia atrás, mirada desviada. Estas son señales de miedo, no de conciencia. Cuando respondes a un perro horas después de un incidente, él no entiende la conexión.

Solo reconoce que estás enfadado e intenta restaurar la paz con gestos de apaciguamiento. Es una respuesta a la emoción que perciben en su tutor, y tiene la función de evitar un castigo más que admitir culpa.

El refuerzo positivo

Adiestrar al perro mediante técnicas de refuerzo positivo significa enseñarle usando el lenguaje que él comprende realmente.

Horowitz subraya la importancia de abandonar la tendencia a humanizar a los perros y, en su lugar, reconocer que sus comportamientos son formas de comunicación para integrarse y sentirse seguros en su entorno familiar humano.

La ciencia demuestra que los perros no experimentan emociones complejas como el remordimiento humano; lo que interpretamos como culpa es en realidad una respuesta condicionada y social.

La base para una educación efectiva debe ser la previsibilidad, la amabilidad y la claridad, ya que la cooperación genuina surge de la seguridad y no del miedo.