Rosalía no ha conquistado solo a los seres humanos, sino que durante todos estos años de fama, ha conquistado el corazón de muchos animales, entre los cuales dos dulces perritos. Mochi y Nami han protagonizado muchos momentos especiales de su trayectoria.
Más de una vez, la cantante catalana, ha enseñado abiertamente su amor por los animales. Fotos, vídeos, imágenes, para ella son sus "mejores amigas" y, seguramente, parte de su familia.
Una perrita color café, pelaje largo y chino, y un pequeño chihuahua color blanco. Mochi apareció públicamente en brazos de Rosalía en diversas ocasiones.
La cantante comparte momentos de cariño con ella, subiendo videos y fotografías en los que se ven juntas en paseos y hasta besándose, lo que ha provocado miles de reacciones de ternura en internet.
Un puzle de Loewe
Tanto es así que, en una de estas ocasiones, la compositora de El mal querer no dudó en comprar un bolso de lujo para transportarla, el puzzle de Loewe rojo.
Nami, aunque es menos conocida, también se ha identificado varias veces en vídeos y publicaciones, consolidando la presencia del animal dentro del universo personal y mediático de la cantante.
Las criaturas de 'Berghain'
Ahora, con la llegada de Berghain, Rosalía sigue confirmando esta tesis y su cariño animal ha cobrado aún más fuerza. En este trabajo, Rosalía utiliza la iconografía animal como símbolo de pureza, vulnerabilidad y conexión espiritual.
Una de las escenas más comentadas del videoclip, la muestra rodeada de animales del bosque en su apartamento, contraponiendo a la clásica imagen Disney de Blancanieves y los siete enanos.
Como la princesa que canta junto con las criaturas del bosque, Rosalía replica la escena con una voz lírica y una orquesta de fondo. Según muchos usuarios, la presencia de las criaturas transmite la idea de que los animales pueden ser compañeros en la soledad y mensajeros en los procesos de sanación.
El final del videoclip culmina con la aparición de una paloma que emerge de la cama. Rosalía se convierte en espíritu santo. El símbolo de paz por excelencia culmina con la figura de un animal que vuela libre.
