Sebastián, un gato con una lesión devastadora en una de sus patas, llegó a la vida de sus cuidadores como un caso de acogida que prometía una ardua batalla por delante. "Sebastián llegó a mí y a mi esposo como un gato de acogida", cuenta Vita en un vídeo de YouTube.
La gravedad de su condición era evidente desde el principio: "Él estaba usando su muñeca como una pata". Ante esta situación, Vita recuerda haber mirado a su esposo y haber pensado: "Okay, tenemos una batalla aquí que pelear".
Fue precisamente ver la magnitud de su lesión lo que la impulsó a ayudarlo, movida por un profundo deseo de ofrecerle una segunda oportunidad. Fue ver que estaba herido, que despertó su deseo de cuidarlo.
Una bota hecha a medida
La preocupación inicial era inmensa. "Estuve preocupada durante muchísimo tiempo de que fuera a perder su pierna", confiesa.
Sin embargo, la esperanza llegó con el inicio de la terapia. Sebastián comenzó con un mes de "Aquoscope therapy", y la fisioterapeuta creyó firmemente que lograría conservar su pata.
Para ayudar en su recuperación, se le fabricó una bota hecha a medida para que pudiéramos reentrenar su cerebro y también sus músculos. Esta bota, combinada con la fisioterapia, realmente lo ayudó.
Él puede
El punto de inflexión en su rehabilitación terrestre llegó aproximadamente un mes después de usar la bota. Un día, su cuidadora se la quitó y Sebastián siguió caminando derecho.
Este momento fue un antes y un después para la pareja: "Mi esposo y yo nos miramos y dijimos: '¡Él puede hacerlo, él puede hacerlo!'".
A partir de ahí, la rehabilitación dio un giro hacia las sesiones acuáticas. "En las próximas semanas vamos a hacer sesiones de agua en la piscina", anunciaron sus cuidadores, pidiendo suerte.
Un gato en el agua
Aunque inicialmente hubo dudas por parte de Vita, "¿qué estoy haciendo poniendo un gato en el agua?", se preguntaba, pronto descubrió que Sebastián respondía increíblemente bien.
"Él podía verme y escucharme animándolo, y creo que eso realmente lo ayudó". Después de aproximadamente un mes de sesiones acuáticas, en las que Sebastián siempre usaba un chaleco salvavidas, llegó el momento de la verdad.
Una chica ayudando a un gato a nadar en una piscina.
"La primera vez que le quitamos el chaleco salvavidas, quedé asombrada con él", narra su cuidadora. El gato demostró una capacidad fuera de lo común: "Sebastián me puede sorprender cada día", añade, impresionada por su "pequeño buceador".
No rendirse
Finalmente, tras unos siete meses de dedicación y esfuerzo incansable, Sebastián logró el mayor de los logros: caminar por sí mismo de forma consistente. La travesía fue larga y demandante, tanto para él como para sus cuidadores, pero la recompensa fue invaluable.
"Nunca nos rendimos con él", afirma Vita. "Fue mucho trabajo para nosotros y para él especialmente, pero valió mucho la pena".
