La encontraron bajo un sol abrasador, tirada en el pavimento, rodeada de moscas que delataban sus heridas. Apenas podía mover la cabeza. Era julio, casi 29 grados centígrados al rayo de sol, y su pequeño cuerpo mostraba señales de un sufrimiento prolongado.
Así comenzó la historia de Muñeca, una perrita callejera de apenas nueve meses rescatada por Tavo Betancourt, integrante del equipo de Badabun.
"Cuando la vi, estaba en el peor estado posible" recuerda Tavo, en un vídeo de YouTube. "No podía caminar, tenía un golpe de calor, estaba deshidratada y con fracturas. Honestamente, pensamos que un día más en esa condición y no lo habría logrado".
La perrita temblaba, con la lengua de fuera, agobiada. Al acercarse, Tavo y su equipo descubrieron la magnitud del dolor que cargaba Muñeca.
Un halo de moscas flotaba alrededor de sus heridas abiertas. Las orejas estaban mordidas por otros perros, una fractura en la pelvis le impedía levantarse, sufría perforaciones en el cuerpo, una señal de un ataque y una delgadez extrema que dejaba ver cada hueso.
Ante la imposibilidad de beber agua por sí sola, Tavo tuvo que sostenerle la cabeza y ayudarla a tragar. En cuanto pudo hidratarse, su cuerpo cansado por el esfuerzo se rindió al suelo.
"La única opción era moverla de inmediato a la sombra, porque el sol estaba muy fuerte. Sentía que el calor pesaba sobre ella", narra. Con una tela la agarró de la parte superior del cuerpo y la movió a la sombra.
"Este es uno de los tantos perros que viven en estas situaciones". En Latinoamérica, hay más de 30 millones de perros callejeros en situaciones extremas. "Nosotros no podemos salvar a todos, pero todos podemos salvar a uno. Por favor, adopta o rescate", suplica.
Ocho fracturas
Muñeca fue llevada a la clínica del veterinario Dr. Omar Rivera. Las radiografías revelaron un cuadro desolador: ocho fracturas en la pelvis, con el arco menor hecho pedazos y los psiquiátricos completamente separados.
"Fue atacada por otros perros", declaró el veterinario. La parte anterior del cuerpo no podía moverse. Al inicio, temieron que su columna estuviera comprometida y que nunca volvería a caminar.
Pero hubo una chispa de esperanza: "vamos a sacar los rayos x". Los resultados de las pruebas neurológicas confirmaron que todavía había conducción nerviosa. Existía la posibilidad de que retomara una vida normal.
"No requería cirugía, solo reposo absoluto, analgésicos, antibióticos y mucha paciencia", explica el Dr. Rivera. La alimentación, la limpieza de heridas y un espacio seguro se convirtieron en su rutina de recuperación.
Tavo Betancourt recuerda entre lágrimas el momento en que supo que Muñeca volvería a caminar: "Estábamos sufriendo muchísimo por dentro, porque pensamos que ya no lo lograría. Cuando el doctor nos dijo que sí había esperanza, sentí un alivio inmenso. Fue como una segunda vida para los dos".
La larga espera
Los días siguientes no fueron fáciles. Muñeca apenas quería comer; sobrevivía con electrolitos, caldito de pollo y agua. Fueron semanas en las que solo podía ser limpiada con toallitas húmedas, porque cualquier movimiento podía comprometer sus huesos.
Un perrito callejero dormido.
Cualquiera podía ser tan brusco para ella que, durante semanas, solo pudieron limpiarla con toallitas húmedas. Cuando finalmente recibió su primer baño, la escena fue conmovedora.
"Tenía capas y capas de mugre, el agua salía color café. Y verla limpia, después de tanto tiempo, fue como verla renacer", recuerda Tavo. Poco a poco, la pequeña comenzó a mover las patas, a hacer el intento de levantarse.
"Hoy ya da sus primeros pasos. Todavía cuesta trabajo, pero sabemos que dentro de algunos meses estará lista para volver a correr", asegura. Con el pelo renovado y las piernas funcionales, la vida ha vuelto a brillar en sus ojos.
Una lección de vida
"Yo quise cambiarle la vida a Muñeca, pero ella cambió la mía. Me enseñó que uno debe aferrarse a la vida y siempre perdonar. A pesar de lo que sufrió, ella sigue amando a los humanos. No guarda rencor, se pone feliz cada vez que me ve".
Muy pronto, Muñeca encontrará un hogar adoptivo definitivo. Sin embargo, Tavo se compromete a seguir visitándola. "Va a vivir por siempre en mi corazón. Y le prometo una cosa: rescataré a todos los perros que pueda, y a cada uno le contaré de ti y lo valiente que fuiste".
Una llamada urgente
La historia de Muñeca, narrada en video a millones de seguidores, busca mucho más que inspirar: es un grito de conciencia. En Latinoamérica se calcula que existen más de 30 millones de perros callejeros. Cada rescate cuesta entre 1.000 y 3.000 dólares, y la rehabilitación puede durar más de tres meses.
"Necesitamos que la sociedad se sume", pide Tavo. "Que adopten, que no abandonen, que reporten casos. Y, sobre todo, que impulsemos la creación de santuarios en cada ciudad. Es la única manera de lograr un cambio real para ellos".
Muñeca, la perrita que estuvo a punto de morir en el calor del asfalto, hoy es esperanza viva. Camina lento, pero con la frente en alto. Y mientras da esos pasos torpes, pero firmes, nos recuerda que rescatar a un animal no solo salva su vida: también transforma la nuestra.
