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Seguro que en más de una ocasión te has preguntado si los gatos saben que son hermanos o si reconocen a sus madres, si entienden la existencia de un vínculo de sangre entre ellos.

Desde nuestra forma humana de ver el mundo, pensamos que el término familia, así como lo conocemos, se puede aplicar también al mundo animal. Pero la realidad es muy diferente.

"El parentesco como tal no tiene ningún significado para los gatos. No existe el concepto de familia como lo entendemos nosotros", afirma Alexia, educadora felina en un vídeo de YouTube.

Según explica, el concepto humano de parentesco y vínculos familiares no se aplica a la especie felina, y comprender esto es esencial para entenderlos y ofrecerles un entorno adecuado.

El vínculo inicial

Cuando los gatitos nacen, sí existe un fuerte lazo biológico y de cuidado con la madre. "Reconoce a sus crías y ellas a ella no solo por el olor, sino por un vínculo biológico y de protección muy fuerte en las primeras semanas", comenta Alexia.

Durante este breve período, la gata cumple un rol fundamental: alimenta, acicala y protege a los pequeños, y estos la siguen porque les brinda seguridad.

Ese vínculo, sin embargo, cambia muy pronto. Conforme los gatitos crecen, comen solos y comienzan a explorar, la madre empieza a marcar distancias e incluso puede llegar a rechazarlos. "El gato como especie no está hecho para formar familias estables. No es un animal familiar como el humano", aclara Alexia.

Una gata con sus crias. Istock

La gata no es cruel ni ha dejado de querer a sus crías: simplemente cumple con el ciclo natural de crianza y después las percibe como otros individuos con quienes comparte territorio. Si este es limitado o los recursos escasean, puede incluso considerarlos competencia.

Las interacciones cariñosas, lamerse, dormir juntos o buscar compañía, no significan que los gatos se reconozcan como "familia". Alexia precisa que estas conductas son fruto de una buena convivencia con experiencias agradables, y esto puede darse igualmente entre gatos sin ningún lazo sanguíneo.

"Si realmente entendieran que son familia, no tendrían hijos entre ellos, pero lo hacen. No hay ningún tipo de freno por ser parientes", explica la experta, en referencia a los casos frecuentes de cría entre madres e hijos o entre hermanos cuando no están esterilizados.

Hermanos gatunos

Lo mismo sucede con los hermanos de camada. "No se reconocen como hermanos. Lo que reconocen es que han vivido juntos desde pequeños", indica Alexia.

Su relación cercana depende de haber compartido juego, descanso y seguridad. Si, en cambio, se pelean o rehúyen, la causa no es biológica, sino que algo negativo ocurrió entre ellos. Para los felinos, lo determinante no es la sangre, sino lo vivido en común.

Dos gatos hermanos abrazados. Álvaro

Un punto que intriga a muchos cuidadores es la capacidad de los gatos para reconocer a familiares tras una separación. Alexia explica que la respuesta dependerá del tiempo transcurrido y las circunstancias.

Si son pocas semanas y el entorno sigue siendo el mismo, pueden reconocerse por el olor. Pero si han pasado meses o años en lugares distintos, es muy probable que ya no se reconozcan.

"Incluso, pueden percibirse como extraños, bufarse o agredirse, a pesar de ser hermanos biológicos, porque ya no hay memoria emocional compartida ni un vínculo actual", apunta.

Las necesidades reales

La idea de mantener a gatos juntos solo porque son madre e hijo o hermanos para que estén más felices parte de una visión humana.

Según Alexia, "los gatos no necesitan a su madre o a sus hermanos para estar bien emocionalmente". Lo fundamental es un entorno estable, un trato respetuoso y una convivencia tranquila.

Si un gato parece echar de menos a otro tras su partida, lo que en realidad extraña son las actividades compartidas, dormir juntos, jugar, acicalarse, es decir, la rutina, no al individuo como tal.

"Si tiene una rutina enriquecida y otras formas de estimulación, es muy probable que ni siquiera notes un cambio en su comportamiento cuando el otro desaparece, porque no le afecta el vínculo emocional como a nosotros: le afecta la estructura de su entorno", explica la especialista.

Alexia concluye que aceptar esta visión puede parecer frío desde la perspectiva humana, pero es clave para entenderlos y darles lo que necesitan: "Cuidarlos bien no es hacerlo desde lo que nosotros sentimos, sino desde lo que ellos necesitan como especie".