Los incendios forestales son uno de los desastres naturales más devastadores para los ecosistemas. Más allá de la devastación visible del paisaje, los daños subyacentes tienen un profundo impacto en la fauna silvestre.
Cada día contamos con hectáreas arrasadas, personas evacuadas o carreteras cortadas. Pero hay otras víctimas de las que casi nunca se habla: los animales.
Las consecuencias abarcan desde lesiones inmediatas y pérdida de hábitat hasta cambios a largo plazo en sus patrones de alimentación, reproducción y supervivencia.
Comprender qué les ocurre a los animales durante y después de un incendio resulta clave no solo para valorar la magnitud del daño ambiental, sino también para diseñar estrategias de conservación y rescate más efectivas.
La Fundación para el Asesoramiento y Acción en defensa de los animales (Faada) lleva más de 20 años luchando por y para ellos y en esta ocasión ha decidido proponer una guía para entender cómo podemos ayudar a los animales durante los incendios.
Huidas desesperadas
La pérdida de cobertura vegetal no solo supone la desaparición del alimento y el refugio natural, sino que también fuerza a miles de especies a emprender huidas desesperadas hacia ambientes desconocidos y peligrosos.
Cuando comienza un incendio, los animales se enfrentan a una situación extrema, reaccionando según su instinto: los que pueden, huyen lo más rápido posible, pero muchos quedan atrapados, especialmente crías, individuos heridos o especies de movilidad reducida.
El fuego y el humo aumentan de forma dramática la probabilidad de lesiones graves, desde quemaduras y fracturas hasta intoxicaciones respiratorias causadas por la inhalación de gases tóxicos.
El fuego libera monóxido de carbono, dióxido de carbono y otras sustancias peligrosas. La inhalación de estos gases causa irritación de las vías respiratorias, asfixia, intoxicación.
Nuevas amenazas
La alteración profunda en el entorno, después del incendio, expone a los animales a nuevas amenazas. Sin cobertura vegetal, los herbívoros encuentran serias dificultades para alimentarse, lo que conduce a hambre y desnutrición.
Un ciervo en frente de un bosque en llamas.
La destrucción de la cobertura vegetal reduce las fuentes de alimento para los herbívoros, lo que compromete su supervivencia.
Las cenizas y los productos de combustión contaminan ríos, lagunas y charcas, comprometiendo la salud y la vida de especies acuáticas y de quienes dependen de estos recursos para hidratarse.
Además, muchos animales desplazados acaban en territorios dominados por otros individuos, lo que incrementa las peleas, el estrés y el riesgo de depredación, al carecer de refugios seguros para esconderse o reproducirse.
Debilitar el sistema
No menos importante es la pérdida de lugares de nidificación y reproducción, que interfiere de manera directa en los ciclos vitales de las especies: la falta de árboles, arbustos y vegetación baja impide la cría de aves, mamíferos, insectos y otras especies, reduciendo las tasas de supervivencia y favoreciendo el declive poblacional.
Estos efectos pueden provocar extinciones locales o debilitar el ecosistema, generando desequilibrios que afectan a organismos interdependientes y a la funcionalidad global del área quemada.
Las consecuencias no son solo físicas. Tras un incendio, muchas especies experimentan elevados niveles de estrés, lo que induce alteraciones en su comportamiento. Cambian sus rutinas de alimentación, migración y socialización, comprometiendo aún más su recuperación y la del entorno.
Aves, mamíferos, reptiles y anfibios sufren el colapso de sus sistemas biológicos, provocando tanto muertes inmediatas como secuelas físicas y psíquicas que pueden durar meses o años.
Ayúdalos
Ante este tipo de desastres, la Fundación FAADA y otros organismos defensores de los animales recomiendan una respuesta activa y solidaria de la sociedad civil.
Ofrecer tu hogar como espacio de acogida temporal para animales desplazados puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Colocar recipientes con agua en jardines, plazas, ventanas o espacios públicos es una acción sencilla, pero vital, para ayudar a animales deshidratados y agotados que buscan hidratarse tras haber escapado del fuego.
Contactar a protectoras locales, colaborar en la difusión de animales extraviados, y participar en redes de rescate permite canalizar los esfuerzos individuales y fortalecer la ayuda comunitaria.
Cada gesto, por pequeño que sea, contribuye a paliar el sufrimiento animal y a restaurar, poco a poco, la armonía perdida en nuestros ecosistemas.
