"Cuando vi a Neve por primera vez estaba en una condición muy vulnerable", cuenta Kelly Fosteres. "Estaba extremadamente flaca y supuestamente embrazada de cuatro bebés".
Neve es una perrita bulldog francés ciega y sorda abandonada en una jaula. Fosteres la rescató directamente del refugio donde la había abandonado. Traumatizada, experimentó una vida horrible de soledad y abusos.
Al principio, se enterraba en las mantas, por miedo. Se escondían en los rincones y en cualquier hueco que encontraba. Necesitaba cuidados, amor y cariño, pero lo único que conocía era violencia. Y por ello huía de todo lo que encontraba.
Días desafiantes
"Los primeros días fueron realmente desafiantes", cuenta su rescatista en varios vídeos de Instagram y YouTube. "Comencé a pensar: ¿hay esperanza para ella?" La situación era complicada, la perrita, asustada, no se movía de las mantas, no confiaba en nadie y no comía.
Uno de los primeros pasos que le ayudó fue introducir CBD, con supervisión veterinaria, para ayudar al animal a dormir por las noches. "Fue entonces cuando pensé que estábamos progresando".
A pesar de esto, seguían luchando contra su tendencia a destrozar el apartamento. No se sentía segura en su hogar, tenía la necesidad de arrasar con lo que se encontraba. "Hacía el tornado por toda la casa", cuenta Fosteres.
La joven rescatista se acercaba lentamente y empezaba a acariciarle el cuerpo con toques suaves y repetitivos. "Estoy aquí para evitar que destruyas la casa", le decía suavemente.
La detenía, la calmaba y volvía a ordenar su espacio. Neve empezó a comer, a tranquilizarse y a asentarse. Pequeños éxitos como pasar un día entero sin destrozar nada eran pasos emocionantes.
Estoy aquí
Con el tiempo y con mucha paciencia, lograron que la perrita se sintiera segura en su nuevo hogar. Tenía que ir con cuidado, midiendo el área entre un objeto y el otro, conociendo poco a poco el espacio.
"Siempre que me acercaba a ella, le dejaba oler mi mano antes de tocarla, para que me reconociera". Este pequeño gesto se convirtió en una parte crucial de su cuidado cotidiano.
Las primeras veces que exploró fuera del apartamento, Fosteres tenía que mantenerse cerca de ella, con la mano frente a su nariz, como para decirle "oye, estoy aquí, estás bien".
Gracias a estos gestos, ahora le encanta salir a caminar, olfatear y explorar. Sus dueños adoptivos le han comprado una estructura para que pueda caminar segura sin chocarse. "Su transformación ha sido notable, ya que ha dado un giro de 180 grados", afirma la joven.
"Actualmente, buscan un hogar para siempre, que pueda brindarle las mismas oportunidades que le hemos ofrecido aquí".
