Publicada

Linda es una gata rescatada de un lugar que parece más ficción que realidad: El Topo, los sótanos de la terminal 4 del aeropuerto de Madrid Barajas. Allí, hace unos años, comenzaron a aparecer gatos, abandonados o perdidos por los pasajeros.

Se reprodujeron y empezaron a multiplicarse. El aeropuerto nunca quiso hacerse cargo de ellos, escondiéndolos en un sótano oscuro sin luz ni aire fresco. Nadie pensó en su bienestar, en esterilizarlos o sacarlos de esa zona oscura.

Sin conocer lo que era una cama, una caricia o siquiera arena para hacer sus necesidades… los gatos criaban en cajas de tornillos, entre maquinaria y ruidos metálicos.

En ese infierno subterráneo vivían, nacían y morían, invisibles para casi todos. Pero no para Helena Andrés Rubio, coordinadora del área de movimiento del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.

Fuera del sótano

La joven trabajadora del aeropuerto ha sacado de allí a unos 80 gatos, uno a uno, con paciencia y humanidad. Y entre ellos, estaba Linda. 

La joven gatita fue rescatada, esterilizada y trasladada a un santuario que construyó Rubio con sus ahorros, donde por fin pudo experimentar lo que era vivir con dignidad. Allí pasó tres años.

"Era una gata dulce, sociable, cariñosa", afirma Rubio. Y finalmente se le buscó una adopción responsable. Una persona se interesó por ella y se empezó el procedimiento de acogida.

Despertaron las dudas

Como es habitual, se inició un periodo de preadopción de seis meses, con contrato firmado y seguimiento. Al finalizar, la familia adoptante les contactó: quería formalizar la adopción y poner el chip a su nombre para poder viajar con ella.

"Pero al intentar hacer los trámites, la persona se había mudado de domicilio sin avisarnos, impidiendo que pudiésemos hacer la visita de seguimiento. Eso, sumado a otros detalles, despertó nuestras dudas", cuenta Rubio.

Linda, la gata rescatada por Helena Rubio, del aeropuerto de Madrid Barajas. Asociación GFAM

Y entonces, llegó la noticia: Linda se había escapado.

Tenía que volver

Durante casi una semana, organizaron batidas, pusieron carteles, buscaron por la zona. "Finalmente, Linda apareció sola, como si supiera que tenía que volver".

Quedaron con la familia adoptante en un veterinario, pensando que la adopción ya no podría llevarse a cabo. "Queríamos al menos hacerle un chequeo general".

Fue entonces cuando el veterinario leyó el chip y encontró dos distintos. Uno a nombre de la asociación. Y otro, a nombre de Luna, con una fecha de nacimiento y un número de teléfono desconocido.

"El shock fue total", explica Rubio impactada. El microchip "nuevo" había sido implantado sin que los veterinarios que la esterilizaron —ya que estaba chipada, pero no esterilizada— detectaran el chip anterior.

Un escenario distinto

Esta situación planteba un escenario completamente distinto: ¿Linda no fue abandonada en El Topo, sino perdida y recogida por error?

Se abrió un proceso legal de investigación para intentar localizar a esa posible familia original. "No sabemos si hubo abandono, pérdida o incluso robo. Lo que sí sabemos es que hasta que la verdad se aclare, Linda queda bajo la protección legal de la asociación".

Mientras tanto, la gatita está a salvo, cuidada y querida. Y si nadie reclama legítimamente su tutela, volverá a ser oficialmente parte de la asociación y se buscará una adopción responsable para ella, esta vez con aún más cuidado y seguimiento.