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Este sábado 5 de julio, el centro de Madrid ha vuelto a llenarse de banderas, tambores y abanicos multicolores. Miles de personas han bajado a las calles para celebrar una de las mayores movilizaciones LGTBIQ+ de Europa.

Desde la estación de Atocha hasta la plaza de Colón, la carretera estaba llena de personas: en medio del desfile y también aplastadas contra las vallas laterales. Batucadas, altavoces a todo volumen, clamores y música de todo tipo inundaban las calles.

Y en medio de todo ese caos festivo, también se colaron algunos perros atados con correa, caminando entre multitudes. Pero no es la primera vez que ocurre.

En los últimos años, las manifestaciones masivas han reunido a miles de personas en las calles. Y entre ellas, siempre hay alguien que decide llevarse a su perro.

A primera vista, puede parecer un gesto tierno o incluso simbólico: un animal participando en la lucha por un mundo mejor. Sin embargo, la realidad es otra.

Llevar a tu perro a una manifestación no solo es innecesario, sino que puede ser perjudicial para su salud física y mental. Aquí te contamos por qué.

El ruido

Las manifestaciones están llenas de sonidos intensos: gritos, megáfonos, pitos, música, tambores. Para nosotros es un disfrute, un momento de fiesta y de baile. Nos movemos adelante al ritmo de la música. Pero para ellos no es así.

Un perro con la bandera LGTBIQ+ pintada en la cara. Cedida

El oído de los perros es mucho más sensible que el nuestro, y este tipo de estímulos sonoros pueden causarles un estrés severo. No es raro que tiemblen, se bloqueen o incluso intenten escapar.

En el peor de los casos, pueden sufrir ansiedad prolongada tras la experiencia. El ruido no es solo molesto, puede ser traumático y dejar marcas a largo plazo.

Desorientación

Aunque muchas personas proyectamos emociones y valores humanos en nuestros animales, lo cierto es que los perros no entienden el contexto de una protesta. Lo que para nosotros es una jornada de activismo, para ellos es una situación extraña.

No comprenden lo que sucede. Una calle llena de personas, abarrotada, sin lógica ni rumbo, que puede generar confusión y angustia. Las manifestaciones masivas son, por lo general, un núcleo de sobrecarga de estímulos.

Su sistema nervioso se ve estimulado exageradamente, produciendo señales de estrés, angustia y ansiedad evidentes. Aumenta la frecuencia cardiaca y respiratoria, se paraliza la musculatura y puede tener impulsos de huida, entre otros.

Entre miles de personas, es fácil que un perro sea pisado accidentalmente, que se le enganche la correa o que tropiece con pancartas, vallas u objetos tirados en el suelo. El peligro de pisotones, golpes o accidentes es constante.

Si se produce una carga policial, una avalancha o un movimiento brusco de la multitud, el animal podría salir herido o perderse. Además, hay muchos elementos peligrosos, usados frecuentemente durante las marchas.

Gases como dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre o monóxido de carbono, gases de pimienta y clorobencilideno malononitrilo, son solo algunos de los ejemplos más comunes. Los perros, como nosotros, también se pueden ver afectados de la misma manera.

Un perro andando por la calle durante la manifestación LGTBIQ+ de Madrid. Cedida

Ellos pueden presentar lagrimeo excesivo y constante, ardor y dolor en los ojos, nariz o boca, o irritación del tracto respiratorio con estornudos y tos. La falta de respiración puede llevar a tener convulsiones, debilidad general, vómitos o náuseas y, en casos graves, episodios de apnea, paro respiratorio, desmayos o coma terminal.

El sol que quema

Como en el caso del desfile del orgullo de Madrid, en muchas ciudades, las manifestaciones se celebran en verano o en horarios de pleno sol. Las altas temperaturas, el asfalto caliente y la falta de sombra o agua convierten las calles en una trampa para los animales.

Aunque eran ya las 20:00 de la tarde, dentro del desfile parecían las 15:00 en pleno julio. El calor generado por la aglomeración humana no ayuda a encontrar una situación agradable. La combinación de calor y estrés puede derivar en un golpe de calor, una afección muy peligrosa para los perros.

Un acto de amor

Luchar por los derechos de los animales también implica protegerlos del sufrimiento innecesario. Si tu causa está vinculada al bienestar animal, demostrarás más coherencia dejando a tu perro en un lugar seguro.

Cuidar de un can es también saber identificar las situaciones que le pueden provocar malestar. En este caso, un acto de amor es saber dejarles en casa. Es mejor que esté en un espacio protector, con agua fresca, que exponiéndolo a un ambiente hostil que no necesita ni comprende.

Si nadie puede hacerse cargo de tu perro, considera turnarte con otra persona o buscar a alguien que pueda cuidarlo un rato. También puedes participar en las manifestaciones de manera simbólica desde casa, a través de redes sociales o donaciones.

Los animales no necesitan estar en todas partes con nosotros. A veces, la mejor forma de cuidarlos es dar un paso atrás y reconocer sus límites. Tu perro no necesita un megáfono, solo tu empatía y responsabilidad.