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Tras un mes de agosto "relativamente tranquilo", los vecinos del paseo de los Jesuitas 32, en el madrileño distrito de Latina, temen "la vuelta del okupa" que usurpó hace años el piso de una mujer que falleció y no lo dejó a nadie en herencia. Por eso, para evitar posibles riesgos, la Policía Nacional ha comunicado a esta comunidad que ha redoblado la vigilancia del edificio.

Un vecino de la finca cuenta a Madrid Total que, a pesar de la tranquilidad del mes de agosto, "el miedo" se ha apoderado "de gran parte de los residentes": "Estamos asustados de que vuelva el trapicheo, el ruido y la inseguridad que llevamos viviendo desde hace años".

Para colmo, a mediados del mes de agosto, los vecinos vieron al okupa saliendo del edificio llevando y agitando con la mano "un palo metálico con un gancho en la punta".

Ante este escenario, la Policía Nacional ha comunicado a los residentes del inmueble que ha aumentado la vigilancia, algo que varios vecinos confirman a este periódico, ya que han visto a los agentes "entrar y salir varias veces al edificio".

"Desde que nuestra historia con el okupa comenzó a salir en los medios de comunicación y gracias a todas las denuncias que hemos puesto, los agentes han estado muy pendientes del edificio. Estamos muy agradecidos a la Policía en ese sentido", cuenta una vecina.

Según los residentes del paseo de los Jesuitas 32, durante el mes de agosto, el okupa ha estado "yendo y viniendo", pero informan de que, varios días, "no se ha quedado en el piso usurpado" que dice "que le pertenece".

A pesar de la relativa calma, los vecinos no se sienten al cien por cien seguros: "Hemos escuchado ruidos de gente subiendo y bajando las escaleras, como cuando había trapicheo. No queremos que eso vuelva al edificio".

Ahora, la puerta del piso okupado sigue destrozada. Tal y como la dejó el okupa cuando vio que los vecinos habían tapiado la vivienda el pasado jueves 24 de julio, motivo por el que el usurpador denunció a la comunidad.

Mientras tanto, los vecinos del paseo de los Jesuitas 32 siguen su lucha para que el Estado se haga cargo, de una vez por todas, de este piso que se ha convertido en la principal fuente de problemas de esta comunidad.

Un piso sin herederos

Esta pesadilla okupa tiene su origen en el año 2014, cuando Dolores, la vecina del 4º izquierda, falleció sin dejar en herencia su vivienda, aunque no fue hasta el 2019 que el piso fue okupado.

Fue entonces cuando la casa quedó vacía y sin propietario, por lo que un grupo de okupas entró en la vivienda y se estableció en ella.

Por eso, desde antes de la pandemia, los vecinos han estado conviviendo "con narcotraficantes": "Ruidos por la noche, suciedad, música a todo volumen, trasiego de toxicómanos día y noche e incluso ajustes de cuentas".

Además, los vecinos no solo luchan contra la okupación, sino por conseguir que el Estado se haga cargo del piso.

Al parecer, en estos casos, "los bienes abandonados y sin herederos, pasan al Estado, que se convierte en heredero legítimo y se hace cargo de ellos".

Para un vecino del inmueble, esta situación es inaudita y denuncia que el propio Estado español está "incumpliendo su propia ley": "Se deberían haber hecho propietarios del piso hace 10 años, haberlo subastado y no haber permitido que se haya convertido en un narcopiso. Es un escándalo para la administración pública de este país sin precedentes".

De hecho, señala que este tipo de situaciones "no se dan en ningún otro país de Europa", por eso, ha elevado una petición al Parlamento Europeo sobre este tema.

En ella, denuncia que España es el único país de la Unión con una política distinta con respecto a las herencias vacantes.

"Esta historia pone de relieve la inacción del estado ante el problema de la okupación y el problema de la vivienda. Hay muchos otros ejemplos de viviendas vacías en Madrid que podrían usarse para atajar este último problema. Todo se basa en la existencia de un propietario, por eso estamos atados de pies y manos", lamenta.

Este vecino ha creado una página web llamada www.herenciasvacantes.es para intentar ayudar a personas a las que les haya podido suceder lo mismo que ha pasado en el paseo de los Jesuitas 32.