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La madrugada del jueves volvió a teñir de preocupación las calles de Lavapiés. Y es que un nuevo episodio de violencia ha hecho que muchos vecinos del barrio digan basta.

Esta vez, la agresión volvió a ocurrir en la Plaza de Nelson Mandela, un lugar que para algunos residentes se ha convertido en una zona de paso a evitar. "Siempre son los mismos", lamenta una vecina, visiblemente molesta con la reincidencia.

El suceso tuvo lugar alrededor de las dos de la madrugada. Según fuentes policiales, un hombre que regresaba de las fiestas de San Cayetano fue asaltado por varios individuos. El intento de robo terminó en una brutal paliza donde la víctima recibió un golpe con una botella en la cara, provocándole heridas sangrantes que obligaron a la intervención del SAMUR.

Los vecinos viven con miedo

A pesar de lo ocurrido y de que la Policía intervino, la víctima decidió no poner denuncia. Un gesto que, según cuentan los vecinos, no es raro, ya que la gente prefiere no denunciar por miedo o porque piensan que no servirá de nada.

En Lavapiés, este tipo de sucesos ya no sorprenden. Los residentes denuncian que la inseguridad se ha vuelto parte del día a día y que es algo con lo que están aprendiendo desgraciadamente a convivir.

"Yo por la plaza esa no paso, porque me da pánico", confiesa otra vecina en Telemadrid, asegurando haber cambiado sus rutas habituales para evitar la zona.

La Plaza de Nelson Mandela se ha convertido en un espacio marcado por trapicheos, peleas y consumo de alcohol, incluso a plena luz del día.

Los comerciantes de la zona afirman que la clientela habitual se ha reducido y que la sensación de peligro disuade a quienes antes paseaban tranquilamente.

"Cuando voy a entrar en mi portal, miro para atrás", confiesa una mujer que vive en una calle cercana. Explica que ya lo hace sin pensar, por costumbre, igual que sus vecinas. Y es que el miedo y la desconfianza forman parte de su día a día.

Sin embargo, las quejas no son nuevas. Los vecinos llevan tiempo pidiendo más presencia policial y soluciones que no se queden solo en intervenir cuando ya ha pasado algo.

Aun así, muchos piensan que las promesas no se cumplen y como dice resignada otra vecina de la zona, "yo tocaré madera", pues si nada cambia, cualquier día pueda ser ella la que viva una situación así.