"María ya ha cruzado la Puerta Santa". Con esas palabras, el arzobispo de Madrid, José Cobo, se refería a María Cobo, una joven madrileña de 20 años que, pese a sufrir una grave enfermedad, decidió unirse a la peregrinación a Roma con su parroquia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud.
Su historia ha conmovido a miles de jóvenes y ha dejado una huella profunda en quienes la conocieron, directa o indirectamente a través de sus redes sociales.
María no llegó a Roma. La enfermedad que llevaba años combatiendo se agravó durante la peregrinación, y aunque intentó llegar hasta el final, tuvo que regresar a Madrid, donde falleció el pasado miércoles.
Sin embargo, se convirtió en protagonista sin quererlo. Durante la misa de clausura del Jubileo de los Jóvenes, el papa León XIV interrumpió el discurso que tenía preparado para hablar sobre ella.
Sin nadie esperarlo, el Pontífice sorprendió con estas palabras: "Pienso en dos chicas, María, 20 años, española, y Pascale, egipcia, de 18. Las dos han querido venir a Roma y han fallecido. Recemos por ellas, por sus familiares y por su comunidad".
Su nombre fue recordado ante más de un millón de jóvenes que se encontraban reunidos en Tor Vergata, y que guardaron silencio en memoria de ambas, haciéndolas más presentes de lo que ya estaban.
María Cobo Vergara luchaba desde 2021 contra un cáncer originado en la glándula suprarrenal. Así lo contaba en un vídeo publicado en sus redes sociales, donde compartió con naturalidad y humor cómo comenzó su camino: "Me diagnosticaron el síndrome de Cushing, que es tener el cortisol por las nubes… no, o sea, por el subcielo de la galaxia".
Fue precisamente en una revisión por ese síndrome cuando los médicos descubrieron que el tumor que le habían extirpado no era benigno como pensaban al principio, sino maligno.
Desde entonces, María afrontó operaciones, quimioterapia, radioterapia, inmunoterapia y varios ingresos hospitalarios con una actitud fuerte, valiente y más que positiva.
Y es que a pesar de las complicaciones que le trajo luchar contra este cáncer, nunca dejó que la enfermedad definiera su vida.
La joven compartía su experiencia en redes sociales, sin buscar compasión, sino esperanza de ayudar a otras personas en su misma situación. "Creo que verbalizarlo y compartirlo, aunque sea con una persona, a la que le sirva, me va a servir a mí", decía en uno de sus vídeos.
Pues, su capacidad para hablar del cáncer con una mezcla de sinceridad, humor y ternura la ha convertido sin esperarlo en un referente para muchos jóvenes.
Y es que a pesar de lo que tenía encima, su fe y su determinación no flaquearon. "Si se me preguntara si volvería a repetir estos últimos cuatro años, no dudaría en decir que sí. He conocido verdaderamente el amor de Dios", escribió en una carta poco antes de morir.
Ahora, tras haber recibido su último adiós, sus amigos vuelven de Roma para entregar a su familia el Testimonium, el documento que certifica su peregrinación. Un símbolo de que, aunque no alcanzó su destino en la tierra, sí cumplió con el viaje más importante de su vida.
Además de su testimonio, quienes la conocieron siempre la recordarán por su cercanía, su sentido del humor, su amor por el Atleti, y su fe firme, la que nunca se rompió, ni siquiera en los momentos más duros. "Yo he dado gracias de que tengo una fe muy elevada… me está salvando", decía con sinceridad en su cuenta de TikTok.
Ahora, a pesar de que no pudo llegar a Roma, su testimonio ha llegado mucho más lejos. Su historia ha inspirado, ha emocionado y ha dejado claro que, aunque breve, su vida siempre ha estado llena de sentido.
Porque, como ella misma decía, "no dejes que la vida te viva si no vive la vida". María eligió vivirla con plenitud, con fe y con amor hasta el último día, dándole la mayor lección a todo aquel que la quería.
