Hacia las 2.30 de la madrugada este Jueves Santo, Carlos, de 45 años, y un amigo suyo se encontraban tomando algo en el interior del bar Manhattan, ubicado en uno de los soportales del número 45 de la calle Benjamín Palencia, en el madrileño distrito de Puente de Vallecas. No sabían que, en ese mismo bar, también se encontraban los verdugos de uno de ellos: Abel y su padre, de 37 y 65 años, respectivamente.
Hacia las 2:45 horas, comenzó una pelea violenta en el interior del bar. Al parecer, durante la refriega se produjo el lanzamiento de objetos como botellas o vasos y Abel y su padre, decidieron esperar a Carlos y a su acompañante a la salida del Manhattan. Debajo del soportal, junto a la ventana del Manhattan, le asestaron siete puñaladas en el abdomen, en el glúteo, en la cara y en el brazo izquierdo.
Cuando llegaron los sanitarios al soportal de la calle Benjamín Palencia, Carlos había perdido mucha sangre y se encontraba en parada cardiorrespiratoria. Los profesionales del Samur lograron revertirla a los 21 minutos. Sin embargo, el hombre volvió a entrar en parada durante el traslado al Hospital 12 de Octubre, pero los sanitarios lograron revertirla de nuevo a los 15 minutos.
Un portavoz de Emergencias Madrid explica que cuando el Samur dio el traslado de Carlos al hospital, su estado era muy delicado. Por eso, finalmente no superó las heridas y falleció durante la jornada del Jueves Santo en el hospital.
Los sanitarios también atendieron al acompañante de Carlos, que presentaba una herida por arma blanca en la cara. Fue trasladado al Hospital Gregorio Marañón, en principio sin que su estado revistiera gravedad.
La puerta del bar Manhattan con la pintada 'Abel asesino'.
Abel y su padre fueron detenidos por la Policía Nacional después de haber cometido la agresión. Los agentes encontraron el arma blanca con la que mataron a Carlos y, ahora, es probable que se enfrenten a un delito de homicidio al haber fallecido la víctima.
El bar Manhattan amaneció el viernes con unas pintadas de color rojo intenso: "Abel Asesino", se podía leer hasta tres veces en los cierres y en las paredes del bar. "Conozco a Abel, es un chico del barrio. Es un tío 'particular' pero no tanto como para matar a nadie. Suele estar con sus amigos debajo de alguno de los soportales de la calle", cuenta una vecina que pasea a su perro cerca del lugar del suceso.